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DONOSTIA

Etxerat: «Negar que la dispersión vulnera derechos fundamentales busca ocultar sus consecuencias»

Etxerat ha subrayado que los derechos humanos de los presos no pueden estar sujetos a «contrapartidas ni a requisitos» y ha criticado que negar que la dispersión vulnere derechos fundamentales no tiene otro objetivo que el de «ocultar las verdaderas consecuencias de la actual política penitenciaria».

Cadena humana contra la dispersión, en diciembre pasado. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)
Cadena humana contra la dispersión, en diciembre pasado. (Jagoba MANTEROLA/ARGAZKI PRESS)

Etxerat ha criticado la resolución de la Audiencia Nacional que rechaza la petición de acercamiento de 30 presos vascos y ha subrayado que negar que la dispersión vulnere derechos fundamentales no tiene otro objetivo que el de «ocultar las verdaderas consecuencias de la actual política penitenciaria».

Ha recordado que cada fin de semana más de 900 personas se ven obligadas a desplazarse cientos e incluso miles de kilómetros para visitar a sus familiares y allegados, con el correspondiente coste económico. «La dispersión vulnera nuestros derechos fundamentales: el derecho a la familia, el derecho a la intimidad, el derecho a la integridad física. Nos obliga a pagar el precio más alto física, psíquica y económicamente por no querer renunciar a nuestros lazos afectivos», ha denunciado.

Para los familiares de los prisioneros políticos vascos, «negar que la dispersión genera un dolor añadido y castiga a los presos así como a sus familiares y amigos no responde a la realidad, sino a otros intereses». Desde que se implantó hace casi 26 años, ha señalado, la política de dispersión ha causado la muerte de 16 personas y cientos de heridos en las carreteras, con una media de 35 personas afectadas en los diez accidentes ocurridos en 2014. Una política que, según ha censurado, «solo busca sufrimiento y solo responde al afán de venganza de determinados sectores políticos».

Por ello, se dirige a los «jueces, tribunales e instituciones que deberían ser garantes» de los derechos humanos, para señalarles que estos «no pueden estar sujetos a contrapartidas ni a requisitos», sino que «se respetan o se vulneran, y ante su vulneración, no hay justificación ni excusa posible».