Los policías han recurrido a sus armas de electrochoque (táser) en dos ocasiones sobre el ciudadano estadounidense Norman Cooper, que falleció en el lugar de los hechos en torno a las 2.00 de la madrugada (hora local) del pasado domingo.
Los agentes habían sido enviados a la zona tras recibir un aviso sobre perturbaciones en un bloque de viviendas. Al llegar al lugar se encontraron con un hombre «de una gran estatura» bajo la influencia de alcohol o drogas, según ha añadido Salazar, quien ha precisado que la investigación al respecto sigue abierta.
Según la versión policial, el hombre se resistió a salir de la vivienda y uno de los agentes usó su táser para reducirlo. Cooper habría respondido de manera agresiva, arrancándose las cargas eléctricas, lo que provocó que el otro policía disparase también su arma de electrochoque, con fatal resultado.
La causa de la muerte está siendo investigada por el médico forense del condado de Bexar. Mientras tanto, los agentes han sido apartados temporalmente del cuerpo, según informan los medios locales.
Cooper engrosa la lista de afroamericanos fallecidos a manos de la Policía estadounidense, cuyas prácticas están en entredicho sobre todo desde que, en agosto de 2014, un agente mató en Ferguson (Misuri) al joven Michael Brown, muerte que desató una oleada de protestas raciales.
A principios de este mes, un agente de policía de Carolina del Norte fue detenido después de que se difundiera un vídeo en el que se aprecia como efectuó ocho disparos por la espalda contra Walter Scott, un hombre afroamericano desarmado que trataba de huir corriendo.
También a principios de abril, un policía voluntario de Oklahoma disparó, supuestamente por equivocación, contra un sospechoso en el marco de una operación para detener a un traficante de drogas y armas, y le causó la muerte.
En todos esos casos, los fallecidos eran afroamericanos y los policías, blancos.