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Las FARC se podrán presentar a las elecciones colombianas de 2018

Las FARC podrán participar en las elecciones generales colombianas de 2018 «con todos los derechos», una vez se hayan «desarmado y desmovilizado» y hayan completado su vuelta a la vida civil, según lo estipulado en el acuerdo final alcanzado con el Gobierno colombiano en La Habana.

Iván Márquez, representante de las FARC en las negociaciones, realiza el signo de la victoria. (Yamil LAGE / AFP)
Iván Márquez, representante de las FARC en las negociaciones, realiza el signo de la victoria. (Yamil LAGE / AFP)

Según ha desvelado el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, tras el anuncio de La Habana, las FARC contarán hasta 2018 con portavoces «con voz pero sin voto» en el Congreso con el fin de participar en la discusión sobre los acuerdos de paz. La participación política de la guerrilla era uno de los puntos clave del proceso que aún quedaba por definir.

A partir de ese momento, podrán presentarse a los comicios y tendrán «una representación mínima asegurada por dos periodos», ha precisado el mandatario. Para que esto sea posible, las FARC deberán haber completado con éxito el proceso de dejación de armas, además de cumplir con los requisitos exigidos por la legislación colombiana para la formación de un partido político, con la salvedad del requisito del 3% de los votos en las anteriores elecciones.

Durante las elecciones de 2018 y 2022, el partido que surja de las FARC deberá conseguir los votos para asegurarse la representación mínima. En estos dos primeros periodos, en virtud del acuerdo de paz, tendrán asegurados cinco escaños en el Congreso y otros cinco en el Senado. Si no alcanzaran dicho total, se les asignarían hasta completarlos, pero si se pasan de esa cifra, no se les asignará ninguno adicional.

Hasta que se conformen en un partido político con personalidad jurídica, las FARC contarán con tres portavoces en el Senado y otros tres en el Congreso. Estos deberán ser designados por la guerrilla y no deberán estar en posesión de armas o tener una condena pendiente.