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París

El Estado francés abre la puerta al derecho a «desconectarse» fuera del horario laboral

El derecho a desconectarse fuera del horario de trabajo ha entrado en vigor en el Estado francés este 1 de enero, con una disposición incluida en la reforma laboral aprobada en julio y que vivió meses de protestas en las calles contra otros aspectos más polémicos de la norma.

La normativa crea un derecho para los asalariados y una obligación para las grandes empresas, la de regular el uso de las tecnologías de la comunicación –mensajerías y correos electrónicos o teléfonos móviles– para garantizar el respeto del tiempo de descanso y de las vacaciones.

El Ejecutivo estableció en el texto que adoptó el Parlamento en verano que la forma de hacerlo será por la negociación entre las partes, de forma que en las compañías de más de 50 empleados, dirección y representantes de los trabajadores tendrán que discutir para llegar a un acuerdo que podrá tener validez uno o varios años.

El objetivo es fijar las «modalidades del pleno ejercicio del derecho del asalariado a la desconexión», así como «la puesta en marcha por la empresa de dispositivos de regulación de la utilización de herramientas digitales». De todos modos, si no se alcanza un compromiso la norma dice que será el empresario el que redacte una «carta» con las reglas.

La ley no implica la obligación de apagar el móvil profesional al finalizar la jornada laboral, ni el cierre del servidor para envío de correos electrónicos profesionales a partir de una determinada hora. Se limita a abrir la puerta a una regulación, en principio consensuada, y en función de las necesidades productivas de cada empresa.

En la conocida como «ley El Khomri», por el apellido de la ministra de Trabajo que la promovió, Myriam El Khomri, se justificaban estas regulaciones por considerar que las tecnologías de la información y de la comunicación «si están mal controladas, pueden tener un impacto para la salud de los asalariados».

La ley generó un duro enfrentamiento tanto entre sindicatos como entre partidos políticos, pero no por el «derecho a la desconexión» en sí, sino porque introduce más flexibilidad laboral y supone un cambio en las reglas de la negociación colectiva, al dar primacía a los acuerdos dentro de la empresa sobre los convenios sectoriales.