NAIZ
JERUSALÉN

El Plan para la Partición de Palestina cumple 70 años

El 29 de noviembre de 1947, hace hoy 70 años, la Asamblea General de la ONU adoptaba la resolución 181 sobre el Plan de Partición de Palestina, que dividió el territorio en dos y precedió al establecimiento, en 1948, del Estado de Israel.

La ocupación de territorio palestino por parte de Israel no ha dejado de avanzar. (Jaafar ASTIYEH/AFP)
La ocupación de territorio palestino por parte de Israel no ha dejado de avanzar. (Jaafar ASTIYEH/AFP)

Con 33 votos a favor (incluyendo los de EEUU, la Unión Soviética y el Estado francés), trece en contra (incluyendo los de los estados árabes y Cuba) y diez abstenciones, entre ellas la de Gran Bretaña, la Asamblea General de Naciones Unidas da luz verde a la resolución 181 en una votación que no dura más de tres minutos.

De acuerdo a aquella votación, de la que hoy se cumplen 70 años, Palestina, donde en ese momento viven 1.300.000 árabes y 600.000 hebreos, queda dividida en tres entidades que deberán ser independientes el 1 de agosto de 1948.

El Estado hebreo (14.000 km2) abarca una franja que va desde el extremo norte de Galilea hasta la orilla del lago de Tiberíades, el litoral central (de Haifa a Tel Aviv) y el desierto de Neguev.

Los palestinos conservarán tres regiones (11.500 km2): una en Galilea occidental, la segunda en la Franja de Gaza con una parte de la frontera con el Sinaí y la tercera, en Cisjordania.

Jerusalén y las localidades de los alrededores forman un «corpus separatum» bajo un régimen internacional especial, administrado por la ONU.

Así, los hebreos obtienen el 54% del territorio, pese a no representar más que el 30% de la población.

El plan indica detalladamente las medidas que se deberán tomar para la independencia en esos territorios, como la ciudadanía, el derecho de tránsito, la unión económica y la declaración que deberá formular el gobierno provisional de cada uno de los Estados propuestos sobre el acceso a los lugares sagrados y los derechos de las comunidades religiosas y de las minorías.

Hasta el último momento, los países árabes de la ONU que reclaman la creación de un «Estado palestino único, democrático e independiente» intentan oponerse a la partición, pero se dan de bruces con una alianza inesperada en aquella época de Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que consigue hacerse con la mayoría de dos tercios necesaria para la adopción del texto.

Mientras que a los soviéticos son favorables a expulsar a los británicos de Palestina, los estadounidenses son cada vez más conscientes de la creciente influencia del judaísmo en su propio país.

Sueño para unos, pesadilla para otros

Los dirigentes de la Agencia Judía aceptan el plan, pero algunos sionistas lo rechazan porque está lejos de asemejarse al Gran Israel al que aspiran. Tras la votación, la multitud estalla de júbilo y aplaude en Tel Aviv.

En cambio, un fuerte sentimiento de injusticia se va apoderando de los palestinos. Los países árabes rechazan el plan.

El 14 de mayo de 1948, David Ben Gurion proclama la creación del Estado de Israel justo después del fin del mandato británico en Palestina. La primera guerra estalla al día siguiente. Tras esta, Israel ocupa el 78% de la Palestina mandataria. Más de 760.000 palestinos se ven obligados a emprender un éxodo, conocido con el nombre de «Nakba» (catástrofe en árabe).

Durante la Guerra de los Seis Días, en 1967, Israel llega a ocupar, además del Golán sirio y del Sinaí egipcio (restituido a Egipto en 1982), Cisjordania, Jerusalén Este –que más tarde anexará– y la Franja de Gaza, donde permanece hasta su retirada en 2005, con posteriores ofensivas militares como la denominada ‘Margen protector’, que dejó más de 2.100 palestinos muertos.

70 años después de aquella votación que permitió concretar el proyecto sionista pero constituyó para los palestinos el comienzo de una gran tragedia, el Estado palestino independiente sigue siendo aún un horizonte lejano frente a una ocupación que no deja de avanzar de la mano de un Estado israelí cada vez más enrocado y a merced de los ultraortodoxos.