Miren Sáenz
Por amor al ARTE... DEL deporte

Entrenadoras, la vida en chándal

Hay una palabra que se les puede aplicar a las entrenadoras en general, entusiasmo. Sin él, jamás habrían entrado en ese mundo en chándal que les exige tanto. El deporte implica compromiso, disciplina, sacrificio y esfuerzo, unos valores que se les suponen a los practicantes y estas «coaches» derrochan. Han reinventado el término «profesional», que Wikipedia define como: «Persona cuyo sustento de vida es a través del ejercicio de una actividad laboral específica». Para Agurtzane Elorriaga, Reyes Azkoitia, Idoia Mariezkurrena y Madelén Urieta no es exactamente así. Alguna, incluso, ni siquiera lo pretende.

Agurtzane Elorriaga es la directora deportiva del Bizkaia-Durango, equipo profesional de ciclismo situado en el puesto 24º del ranking de la Unión Ciclista Internacional (UCI) entre 44 escuadras femeninas. La bicicleta ha formado parte de su existencia desde que era una niña porque pertenece a un familia vinculada desde siempre a la Sociedad Ciclista Duranguesa. Comenzó a competir en cadetes a los 15 años y ejerció de corredora durante 18 temporadas. Integrante de aquel proyecto surgido alrededor de Joane Somarriba, el Pragma Deia Colnago, corrió durante una temporada en aquella formación italiana. Un año después nacía el Bizkaia-Durango y allí volvió a coincidir con la triple ganadora del Tour, doble del Giro y campeona mundial de contrarreloj. Cuando en 2006 Somarriba colgó la bici se acabaron los ingresos. Desde hace cinco temporadas Elorriaga dirige esta formación vasca integrada por catorce corredoras en la que está implicada al 100%.

Conoce otros casos de mujeres al frente de equipos de ciclismo femenino, pero ninguna de uno masculino. Se trata de un cargo de larga duración que, a diferencia de otros deportes, no está tan ligado a los resultados, quizás porque muchos de los directores consiguen el dinero para poder rodar. Elorriaga también toca puertas en busca de patrocinadores, aunque lo pase mal presentando proyectos a empresas que no valoran sus propuestas. «Es desesperante, nosotras no tenemos ayudas privadas. A veces paso hasta vergüenza. Solo el Ayuntamiento de Durango, al que estamos super agradecidas, y la Diputación de Bizkaia nos apoyan; pero tratándose de ayudas públicas piensas ¿hasta cuándo? Reconozco que este proyecto es inviable, pero no queremos que desaparezca. Nosotras fuimos afortunadas. Algún año, incluso llegamos a cobrar un sueldo de diez mensualidades. Ahora mismo en el equipo no podemos ofrecer eso, solo dietas», explica la de Iurreta.

Su trabajo no acaba ahí y aunque comparte labores de dirección deportiva con Denis González, encargado de conseguir carreras en el extranjero, la lista de ocupaciones de Elorriaga es larga e incluye buscar hoteles, elegir menús, dirigir las carreras, realizar fichajes, estar pendiente de los puntos, de las organizaciones de pruebas… Una labor considerable para una sola persona, que en los equipos profesionales masculinos da para conformar todo un staff. A sus 38 años, la vizcaina compagina su intensa actividad directiva, por la que no cobra ni un euro, con su trabajo remunerado en Kirolene, el directorio de enseñanzas deportivas con sede en Durango por donde pasan los interesados en conseguir títulos académicos para ejercer de entrenadores. Licenciada en IVEF (Ciencias de la Actividad Física y el Deporte), ejerce de profesora e imparte clases de distintas asignaturas como entrenamiento, sociología del deporte, legislación del deporte, anatomía y deporte o género. Asegura que entre el alumnado del centro abundan los hombres y escasean las mujeres: «Es increíble, en disciplinas como fútbol, baloncesto, piragüismo, judo, montaña… casi no hay chicas. Sí están en gimnasia rítmica, donde la mayoría son mujeres».

Obviamente, Elorriaga sigue muy de cerca el deporte femenino y critica con datos en la mano su escasa presencia en los medios de comunicación. «No se nos hace mucho caso. Lo demuestran los estudios que se han hecho al respecto. De todas las noticias que se publican, en las que aparecen las mujeres no llegan ni a un 5%. Ni qué decir de la presencia fotográfica, que apenas existe y, cuando sale, el tratamiento es injusto. Solo se les da algo de cancha a las que entran en los cánones de belleza al uso. Algunos titulares son vergonzosos y en las fotos abundan las poses de iconos sexuales. No se fijan en los resultados, ni en su condición de deportistas. No describen sus valores. Como los resultados de las mujeres son invisibles no hay referentes, no se crean vínculos y, en consecuencia, las niñas no se apuntan. Esa es la realidad y así vamos mal». Y eso que se ven más mujeres que nunca en los gimnasios, en el running o de cicloturistas por las carreteras; aunque sigan desapareciendo del deporte más organizado en esa franja de edad que va de los 16 a los 18 años.

Puestos a comparar, Elorriaga imagina cómo serían los equipos femeninos de ciclismo dentro de una gran escuadra masculina, al estilo de lo que está ocurriendo con el fútbol femenino. «Tendríamos la infraestructura y el nombre, y eso es mucho».

Pelotazale desde siempre. Reyes Azkoitia es uno de los pocos nombres femeninos de la pelota a mano. Forjada en el campo aficionado, ha instruido a alguno de los pelotaris de moda del momento, como es el caso de Beñat Rezusta, al que aconsejaba desde crío, o el de Iker Muruamendiaraz, medalla de oro en mano parejas en el Mundial de México'98. Con ella al frente, Bergara obtuvo la txapela de Interpueblos.

La preparadora azkoitiarra era la única chica de una familia de siete hermanos y en los tiempos en los que en el barrio de Martirieta los chavales jugaban a pelota y las chavalas mayoritariamente a saltar a la cuerda, ella optó por el frontón. Lo abandonó a los 13 años y regresó embarazada de su hija, la tercera de los tres que tiene, instalada ya en Elosua, ese barrio cercano a Bergara a donde se trasladó después de casarse y donde reside desde entonces, dedicada «como se decía antes, a mis labores», explica. Quizás porque siempre ha tenido un frontón a la vista donde hacer sus pinitos como jugadora y asistir a festivales como espectadora, es una pelotazale integral. Cuando su hijo se apuntó a la escuela de pelota de la localidad mahonera, ella fue una de los ocho padres y madres que asumieron la preparación de los alumnos después de que no lograran que nadie se hiciera cargo. Jamás pensó en cobrar.

Azkoitia empezó por ayudar y, a sus 65 años, lleva cerca de treinta divulgando sus conocimientos. En ese tiempo, ha visto cambiar la modalidad estrella del deporte vasco más internacional «una barbaridad. Desde el juego hasta la preparación. Ahora los profesionales se dedican a esto, tienen entrenamientos dirigidos por técnicos de prestigio, cuando seguramente antes muchos se entrenaban solos».

El día que Rezusta llegó a su primera final del Campeonato de Parejas emparejado con Irujo, su mentora cumplió el sueño de ver a su exalumno y a su ídolo unidos en la pelea por una txapela a la que no tuvieron opciones porque el delantero navarro se lesionó. El zaguero de Bergara vuelve a luchar hoy por el título del Parejas, esta vez junto a Iker Irribarria, si no ha ocurrido nada que lo impida tras al cierre de esta edición de 7K. Azkoitia sienta cátedra al referirse a Rezusta: «Ya nos costó quitar el sambenito de que un zurdo no puede jugar en la zaga. Ahora, viéndole, nadie se acuerda», menciona defendiendo al que fuera su pupilo, mientras expresa esa sensación de alegría generalizada que en el deporte producen los éxitos cercanos «no solo a mí, también a la escuela y al pueblo de Bergara».

Reyes Azkoitia quiere pasar a segundo plano, disfrutar de sus siete nietos y dejar que los jóvenes asuman el protagonismo que ella nunca ha buscado. La idea era ceder el testigo a los profesionales. Antes ya hubo alguno y recuerda que el expelotari Jokin Etxaniz, actual director técnico de la empresa Aspe, colaboró en alguna época con ellos, «pero hay que atender otras obligaciones y a todo no se llega», entiende.

Si de algo está satisfecha es del organigrama que han montado para esta escuela, que acoge a 120 alumnos de edades comprendidas entre los 6 y los 35 años. «Ahora hay tres entrenadores remunerados, que han estudiado IVEF y son maestros. Así que me parece muy bien que cobren por su trabajo. No tienen vínculos familiares con los chavales. También están unos cuantos padres para arroparles. Así la escuela es más completa, tiene menos carencias que antes. Hay un grupo de jugadoras de pala, también alguna a mano que tiene que competir con los chicos y una afición tremenda entre los chavales de 12 años», explica.

La reciente Emakume Master Cup, en la que Reyes ha actuado de juez en un par de festivales, le ha producido «envidia sana». «Si hubiera existido cuando yo tenía 16 hubiese ido de calle. Entonces la mano era un hobby. La pala ha sido la salida para las chicas porque no se adecuaba el material para nosotras, nos dejaron atrás. Ahora, con pelotas goxua y menos peso, es otra cosa. Las mujeres tienen que jugar entre ellas, como en el tenis. Si se organizan campeonatos y tienen continuidad se las verá evolucionar en mano», admite pese a que ahora mismo ve lejano un escenario de manistas profesionales, que antes tendrán que bregarse en aficionados, otro de sus deseos.

Algo más que atletismo. Galardonada por la Federación Española de Atletismo como entrenadora revelación de 2016, en un premio que admite votaciones por internet, lo que le añade mérito, Idoia Mariezkurrena enseña en el estadio iruindarra de Larrabide los secretos de la jabalina, el disco, el peso y el martillo a un grupo de veinte atletas, entre los que se han forjado lanzadores tan prometedores como los hermanos Quijera y June Kintana. Además de aleccionarles para que envíen sus respectivos artilugios lo más lejos posible, quiere transmitirles otros conceptos. Intenta que tengan objetivos y aprendan a afrontar sus propios retos «que sepan valorarse, tanto si triunfan como si fracasan, tirar para adelante. Eso es lo más importante, porque al podio te subes un minuto y luego no vas con la medalla colgando, pero te queda lo que has invertido en el camino», comenta la todavía plusmarquista de jabalina en Nafarroa.

Los lanzamientos son las pruebas más técnicas y menos mediáticas del programa atlético. Lo sabe bien esta donostiarra de nacimiento, afincada entre Iruñea y Labaien, que recuerda retransmisiones televisivas en las que reinaba la ignorancia y la falta de empatía ante las actuaciones de discóbolos o jabalinistas: «Estábamos muy vendidos. Afortunadamente se ha ido mejorando, porque hay algún referente y también más medios». Tampoco acepta que esas disciplinas de fuerza sigan perseguidas por los estereotipos que Mariezkurrena se empeña en rebatir: «Aunque necesites unas condiciones físicas determinadas, como por ejemplo ocurre en el baloncesto, esto no significa que con el entrenamiento te vas a poner gorda y fea», señala.

Mariezkurrena siempre supo que quería hacer deporte, aunque empezó por casualidad cuando a los 14 años un problema de espalda primero estuvo a punto de alejarle de las pistas para después encaminarle hacia ellas. Quiso ser velocista o saltadora de longitud pero le derivaron a la jabalina y, un año después entró en el Pamplona Atlético, de donde a los 46 aún no ha salido. Defendiendo su camiseta se colgó oros, platas y bronces en Campeonatos de España e Iberoamericanos, quedándose a las puertas de acudir a Mundiales y Juegos Olímpicos. En 2000 se sacó el título de entrenadora «por hacer algo» y en lugar de dedicarse a montar una casa rural donde aplicar sus estudios de Hostelería y Turismo, continuó apegada al deporte en otra faceta.

Casada con el pertiguista Francis Hernández, quien también entrena en el mismo club a los saltadores de su disciplina, sus dos hijas practican balonmano y gimnasia artística, respectivamente, así que el ambiente en casa rebosa deporte por cada esquina. Admite, sin embargo, que a nivel económico es complicado vivir del atletismo: «Sobre todo si tienes una familia». Lo dice alguien que sabe de becas y de resultados: «Si no te vuelcas con lo que haces no le sacas provecho».

La enfermedad del balón naranja. La trayectoria de Madelén Urieta, más conocida por Made, gira en torno al baloncesto. Con 36 años es directora técnica, entrenadora, vicepresidenta y cofundadora de la Agrupación Deportiva Araski Arabako Emakumeen Saskibaloia, que tiene un nombre largo para una trayectoria corta pero brillante. El proyecto, con el que se pretendía crear una estructura estable para el basket femenino alavés, empezó a forjarse en 2010 bajo el nombre “Tiempo de chicas”. De la fusión de los dos equipos punteros surgió ese Araski, que ha ido acumulando ascensos hasta estrenarse esta temporada en la máxima categoría estatal e incluso alcanzar las semifinales de Copa.

Detrás hay mucho trabajo, el que pone Urieta sin escatimar porque se encarga de coordinar los asuntos del conjunto de Liga femenina, prepara sesiones de entrenamiento y partidos, monta los viajes, gestiona fichajes, se reúne un par de horas diarias con otros integrantes del club para organizarlo todo, asiste a las sesiones de otras categorías del club, habla con los padres, decide las subidas y bajadas de jugadoras de la cantera, da partes de baja cuando hay lesionadas e incluso va a por los balones o reparte la fruta. «El secreto está en que no se nos caen los anillos por asumir lo que sea, ni a mí, ni a otros integrantes del club», concreta.

&discReturn;Nacida en Amurrio, pronto se trasladó a Gasteiz junto a sus padres, que se instalaron en la capital alavesa por motivos laborales. Su afición no le viene de familia, sino de practicar con los amigos en el patio del colegio y en la calle. Empezó de jugadora hace veinte años. Era una pivot de 1,75 metros «bajita pero bastante tiradora que tenía buena mano». A los 16 años ya compatibilizaba el entrenamiento con el juego. Desde entonces no concibe su día a día sin el basket, tanto que en las escasas ocasiones que puede desconectar lo echa de menos. Y eso que en los ratos que le deja su trabajo a media jornada de diseñadora gráfica en una empresa y su intensa labor como técnico y directiva deportiva se dedica a ver entrenamientos de otros equipos o a acceder a cursos intensivos por internet. Amante de la formación, «los niños te dan grandes lecciones», ha pasado por todas las categorías, donde se ha dedicado a enseñar los secretos del juego de la canasta en diversos colegios, a equipos mixtos, pero sobre todo a chicas y algún equipo senior masculino. De camino ha comprobado que hay diferencias entre ambos sexos: «Sobre todo a la hora de gestionar la motivación y las emociones de unos y otras y las cargas de trabajo. Los chicos tienen mejor físico, pero las chicas gozan de más calidad en el terreno técnico-táctico», analiza.

Urieta fue galardonada con el Trofeo AEEB-Memorial Antonio Díaz Miguel como mejor entrenadora de la anterior temporada, premio que concede la Asociación Española de Entrenadores de Baloncesto. En categoría masculina, el trofeo recayó en Pablo Laso, técnico del Real Madrid. Con el mister merengue, Urieta tiene otras similitudes –ambos son alaveses y fueron jugadores antes que entrenadores–, aunque las semejanzas se acaben aquí porque, por resaltar las más visibles, mientras a Laso le respaldan jugosos contratos y pabellones repletos, la de Amurrio realiza una labor altruista en Mendizorrotza, recinto con capacidad para 4.000 espectadores cuya mejor entrada este año no ha pasado de 900.

Ni siquiera alguien como Urieta –integrante del cuerpo técnico de la selección española sub'20 que se proclamó campeona de Europa– puede prescindir de su ocupación en esa empresa a la que está muy agradecida por las facilidades que le da para llevar a cabo esa ingente tarea por la que ha sido reconocida. «Hoy por hoy sí que necesitas un trabajo aparte para pagar la hipoteca», dice. Aunque mencione algún caso aislado en una categoría inferior en el que existe una entrenadora que vive de esto, la realidad es que ni a Urieta, ni a Azu Muguruza –las dos únicas mujeres que se sientan en los banquillos de la Liga femenina– su labor en las canchas les permite tener dedicación exclusiva.

En la ACB solo hay hombres y, pese a que la técnico alavesa es de las que cree que no es el género sino la cualificación la que debe fomentar las oportunidades, opina que «claro que hay mujeres preparadas para dirigir equipos masculinos y las niñas necesitan esos referentes que sí tienen los niños». Y menciona a Becky Hammon, que después de dieciséis temporadas en la WNBA, se convirtió hace un par de años en la primera mujer entrenadora de la NBA en una liga de verano y ejerce de técnico asistente en los San Antonio Spurs.

Urieta es positiva, cree que se está avanzando, aunque apoyar el deporte femenino «a veces sea una estrategia de marketing». Le gustaría «que no hubiese que pelear tanto para conseguir tan poco», pero mientras siga valorando el esfuerzo de las jugadoras y comparta su ilusión con esa gente «que tiene la misma enfermedad que yo por el baloncito naranja» seguirá en la pelea. La experiencia le ha demostrado que el deporte es una lección de vida.