XANDRA ROMERO
SALUD

Dispepsia

Seguro que el término dispepsia así, a bote pronto, no le suena a nadie. Sin embargo, seguro que a alguno le puede resultar familiar, ya sea en primera persona o de haberle oído a alguien lo típico de «tengo unas molestias en el estómago, y no sé si tiene que ver con algún alimento o qué pero no son gases ni acidez ni cosas de esas».

Este es solo un ejemplo que bien podría tener otras causas pero, centrándonos en el tema, se entiende como dispepsia el conjunto de molestias abdominales persistentes o recurrentes, sobretodo, tras las ingestas, y que se localizan en la zona superior del estómago y que están caracterizadas por dolor o malestar, distensión, eructación, flatulencia, sensación de plenitud, saciedad precoz y náuseas.

En este punto es importante especificar que existen dos tipos de dispepsia: la orgánica, en la que hay una causa identificada, que puede producir los síntomas como una gastritis, úlcera gástrica etc; y la funcional, donde no hay ninguna enfermedad orgánica. Y es esta la que constituye uno de los problemas más frecuentes (entre el 3% y el 5% de las visitas) en las consultas de asistencia primaria. No obstante, aunque no se conoce la causa, existen una serie de factores que se cree pueden predisponernos a sufrir estos síntomas, como son determinadas dietas pobres en fibra y ricas en féculas y especias, una mala masticación, comer rápido y con desorden en los horarios, un exceso de peso y la falta de ejercicio físico que condicionan la relajación de la pared muscular del abdomen. Esto puede llevar a la acumulación excesiva de gases, a que el ritmo gastrointestinal se vuelva lento, a sufrir estreñimiento y a la aparición de distensión, eructos y pesadez tras la comida.

De modo que, a parte de ir al médico, como primera medida es importante, además, evitar el tabaco y el alcohol pues irritan las mucosas del tracto gastrointestinal. También los chicles, ya que pueden causar ingestión de aire (aerofagia).

Pautas de alimentación.

Resulta básico comer despacio, masticar bien e ingerir poco líquido durante la comida para favorecer el procesamiento gástrico de los alimentos y facilitar la digestión. Hay que intentar comer sin prisas y evitar las situaciones de estrés y ejercicio físico, antes y después de las comidas.

Y respecto a lo más puramente alimentario, es conveniente evitar los alimentos excesivamente grasos, los picantes, muy especiados y el exceso de fibra. Además, las revisiones científicas más recientes indican que resulta beneficiosa una dieta baja en FODMAP (las siglas en inglés de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables), es decir, hidratos de carbono fermentables, y que son los siguientes:

- Fructosa: en la fruta, en la miel y en los siropes.

- Lactosa: en los lácteos.

- Fructanos: en el trigo, el ajo, la cebolla, la alcachofa, los guisantes, los espárragos, el puerro y la achicoria.

- Galactanos: en legumbres (incluida la soja).

- Polioles: en edulcorantes con isomaltosa, manitol, sorbitol, xilitol y frutas de hueso como el aguacate, los albaricoques, cerezas, nectarinas, melocotones, ciruelas, etc.

Se recomienda seguirla durante seis semanas. Por supuesto es necesario hacerlo bajo el asesoramiento de un dietista-nutricionista para, en primer lugar, detectar en qué casos está indicada este tipo de dieta y, en segundo lugar, planificar correctamente la dieta y la reintroducción posterior de los alimentos.