DAVID BROOKS
IRITZIA

Juerga al estilo de 1929

Esto es una guerra de clases», denunció el senador y ex candidato presidencial Bernie Sanders poco después de que los republicanos negociaran a escondidas y aprobaran la más amplia reforma tributaria en décadas. Una reforma que, según el consenso general, beneficia casi exclusivamente al 1% más rico de EEUU, mientras el resto paga los costes. El objetivo de esta reforma es mucho más grande y refleja el sueño de las fuerzas reaccionarias a lo largo de casi ochenta años: el desmantelamiento del estado de bienestar social; o sea, lo que queda del New Deal de los años 30 y las reformas sociales impulsadas en los años 60. Esperan lograrlo al provocar masivos déficit presupuestarios, y la deuda pública, que solo, argumentarán, se podrá atender con drásticas reducciones en gasto social en estos programas.

Pero su propia arrogancia podría hacer descarrilar este tren. Michael Flynn sacudió la Casa Blanca al declararse culpable de mentir al FBI y al anunciar su plena cooperación con la investigación encabezada por el fiscal especial Robert Mueller, que se acerca cada vez más al círculo íntimo de Trump. Por ahora, el flanco legal más vulnerable del magnate y su gente no es por su pacto o colusión con los rusos sino por el encubrimiento del delito que implica la obstrucción a la justicia. En Washington, desde Watergate, todo político sabe que uno no suele caer por un delito, sino por encubrirlo.

Trump, de hecho, podría caer gracias a su arma favorita: Twitter. Uno de sus tuits parece indicar que sabía que había mentido al FBI antes de solicitar al entonces jefe de esa agencia que “soltase” a Flynn de su investigación. El reconocido abogado de Harvard Laurence Tribe considera que ese tuit «es una confesión de obstrucción de justicia deliberada y corrupta».

Hace unas semanas Trump insultó a los veteranos militares indígenas navajo de la Segunda Guerra Mundial al bromear sobre una senadora que él llamó Pocahontas, figura indígena histórica del siglo XVII. Peor aún, todo este acto se realizó frente al retrato del presidente Andrew Jackson, quien en 1831 promulgó la Ley de Desplazamiento Indígena que se utilizó para expulsar a los pueblos indígenas del este de Estados Unidos en un éxodo sangriento y cruel que incluyó el famoso “Camino de las lágrimas” de los choctaw en ese mismo año, donde miles murieron al ser obligados a cruzar a pie desde el este del país hasta Oklahoma. En otra, Trump retuiteó videos antimusulmanes creados por un partido marginal ultranacionalista y supremacista británico. En todos estos casos, él y su equipo atacaron a todo quien se atrevió a criticarlo y, claro, siempre con la frase favorita de fake news para todo lo que cuestionaba su realidad.

Varios observadores han apuntado que Trump intensifica el ritmo de sus asaltos verbales cuando se siente atacado o sitiado. Dana Milbank, columnista del “Washington Post”, advierte que «aunque el comportamiento de Trump es dañino en sí mismo para las alianzas y la urbanidad, el peligro mayor es que, mientras seguimos las distracciones de Trump, perdemos de vista el problema real», como es el caso de la reforma tributaria y otras medidas con duras consecuencias para el país y el mundo. Algunos creen que el propio sistema político está en jaque. «Trump ha hecho, por sí solo, más para minar los fundamentos de la democracia estadounidense que cualquier agente extranjero o lo que una campaña de propaganda extranjera podría hacer», considera el articulista del “New York Times” Thomas Edsall. Cita a Henry Aron, de la Brookings Institution, afirmando que «Trump es una arma política de autodestrucción masiva de la democracia estadounidense...».

La concentración de riqueza ha llegado a niveles parecidos a justo antes de la Gran Depresión, el riesgo de una guerra nuclear es el más elevado desde los peores tiempos de la Guerra Fría, mientras continúan sin cesar las guerras más largas de la historia de este país, se multiplican los crímenes de odio contra minorías a la par que se intensifica la persecución de los inmigrantes, los neonazis marchan abiertamente y hay una campaña oficial contra la prensa y expresiones disidentes.... cosas que algunos pensaban ya solo existían en los textos de historia.

«...Cuando me desperté esta mañana, podría haber jurado que era del Día del Juicio./El cielo estaba todo púrpura, había gente corriendo por todas partes/tratando de escapar de la destrucción, sabes, a mí ya no me importaba. Porque hoy, esta noche, me voy de juerga como si fuera 1999». Seguro que Prince permitiría modificar un poco la fecha en esta canción, para que el año fuera 1929. Pero siempre existe la posibilidad de que la historia rescate el futuro. Tal vez depende de los dioses griegos, pero mucho más de los despiertos en este pueblo y eso sería otro tipo de fiesta.