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PARÍS

Europa no acaba de responder cuando miles de personas arriesgan su vida

Cientos de refugiados seguían cruzando ayer desde Serbia a Hungría, pese a la primera valla de concertinas levantada por el Ejército, y centenares más embarcaban en las costas turcas y libias para atravesar los mares Egeo y Mediterráneo en busca de una vida más digna, mientras varios dirigentes europeos instaban a actuar frente la crisis migratoria tras la tragedia del camión abandonado en Austria. El 14 de setiembre se celebrará una cumbre «de urgencia».

Los países europeos se reunirán «de urgencia» el 14 de setiembre para tratar de hallar respuestas inmediatas a lo que califican de «situación sin precedentes» por la «llegada excepcional» de refugiados e inmigrantes, tras el llamamiento realizado por París, Berlín y Londres.

El anuncio de la convocatoria del consejo extraordinario de ministros de Justicia e Interior se produjo tras una nueva ola de declaraciones sobre la necesidad de actuar cuanto antes para asegurar que los refugiados sean acogidos y los migrantes por motivos económicos en situación irregular sean repatriados a sus países, y mientras varios estados estudian endurecer sus políticas de asilo. Los ministros se centrarán en coordinar «la política de devoluciones, la cooperación internacional y las medidas para prevenir el tráfico con migrantes», tras ser informados de los flujos migratorios por Frontex y la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO).

En su petición de un consejo extraordinario, los titulares de Interior francés, Bernard Cazeneuve; alemán, Thomas de Maiziere, y británica, Theresa May incidieron en la «necesidad de tomar medidas inmediatas» y destacaron la urgencia de poner en marcha centros de registro de inmigrantes en Italia y Grecia y de establecer una lista de países de origen seguros para «completar el régimen común europeo de asilo, proteger a los refugiados y asegurar la efectividad de las devoluciones».

Precisamente ayer, Angela Merkel defendió una pronta integración de los refugiados con derecho a permanecer en su país y la rápida expulsión de los solicitantes a los que se les rechazo el asilo. Su ministro de Interior dejó claro que Alemania no será capaz de afrontar a largo plazo la actual avalancha de demandantes.

También Manuel Valls pidió a sus compatriotas que reciban a los refugiados políticos que «huyen de guerras, persecuciones y torturas», mientras reclamaba «firmeza» frente a la inmigración económica irregular.

Su homólogo italiano, Mateo Renzi, llamó a la UE a «dejar de conmoverse y empezar a moverse» para buscar una solución a una crisis que, un día sí y otro también, se ve salpicada de tragedias, y anunció que convertirá la obtención de un derecho de asilo europeo en la «batalla de los próximos meses».

Jirones de ropa en la valla

Entretanto, cientos de inmigrantes siguen cruzando desde Serbia a Hungría, pese a que las autoridades húngaras completaron la instalación de una valla de 175 kilómetros en la frontera. La Policía indicó que 3.080 refugiados entraron a Hungría el sábado. Ayer, pocos se deslizaban por debajo de la alambrada, en la que se podían ver jirones de ropa. La mayoría pasaba por la vía férrea donde no se levantó ninguna valla y por donde los trenes pasan muy lentos.

En el sur de Serbia, en medio del aire polvoriento de un centro de acogida de inmigrantes en Presevo, Samar, una siria de 40 años, madre de dos adolescentes, esperaba sentada sobre un trozo de cartón a que su marido finalizase las gestiones para registrarse ante las autoridades. «Lo peor de este viaje es la humillación», declaró a AFP. «Estamos en un laberinto, de una cola de espera hacia otra, y ahora aquí, en Serbia, la policía nos grita como si fuéramos animales», dijo entre lágrimas esta mujer que huyó de Damasco.

En Libia, el otro puerto de salida hacia Europa, la Media Luna Roja indicó que al menos siete cuerpos yacían en la playa de Joms, tras un nuevo naufragio frente a las costas libias.

El sábado, efectivos de la Operación Poseidón localizaron el cadáver de un joven iraquí de 17 años en un yate que transportaba a unas 70 personas junto a la isla griega de Symi, muy cerca de Turquía. Al ser detectado, el barco puso rumbo a Turquía, pero pudo ser detenido con la ayuda de la Guardia Costera griega. El capitán abrió fuego durante el abordaje más tarde se descubrió el cuerpo sin vida del joven con un disparo.