Amaia U. LASAGABASTER

IPURUA TALLARRA, DEL MATIZ A LA NEGATIVA

Aunque no fue presentado en público hasta seis meses después, en julio de 2014 echaba a andar Ipurua Tallarra. Se trata del proyecto más ambicioso en la historia del Eibar, que pasa por la ampliación y reforma completa de Ipurua para dotar al estadio de mayor aforo, mejorar las condiciones de trabajo del equipo azulgrana y convertirlo en un espacio multidisciplinar, equipado para ofrecer numerosos servicios en los más diversos ámbitos.

Un bonito proyecto, como suelen serlo casi todos sobre el papel, pero cuyo traslado a la práctica no es sencillo. Al menos en su totalidad. Ipurua Tallarra se desarrolla según un plan modular, dividido en cinco fases, la primera de las cuales se completará en los próximos días con la finalización de los trabajos de reforma de la Tribuna Norte. El proyecto planteado en su día por el club recoge otras cuatro fases que, en el mejor de los casos, concluirían en septiembre de 2017.

Unos plazos que difícilmente se cumplirán porque la primera fase ya ha acumulado cierto retraso. Aunque el del tiempo no es el mayor obstáculo con el que se encuentra Ipurua Tallarra. El propio proyecto cuenta con muchos detractores, que se mueven en el amplio arco que va del matiz a la negativa. Y no entre la afición, donde las opiniones son más diversas, incluyendo las adhesiones rotundas, sino en el Ayuntamiento de Eibar, pilar imprescindible de la obra, teniendo en cuenta que Ipurua es un estadio público, que la transformación planteada por el club exigiría el uso de terrenos que deben destinarse a uso público según el Plan General de Ordenación Urbana de la localidad y que además requiere una fortísima inyección económica por parte de las instituciones.

Son precisamente esas dos cuestiones, las referidas a dinero y terrenos públicos, las que generan las principales reticencias en los cuatro partidos políticos representados en el Consistorio eibarrés. Formaciones que, además, tampoco han recibido demasiada información sobre el proyecto. Aunque en su presentación a la prensa, el pasado diez de febrero, el presidente armero Álex Aranzabal aseguraba que se llevaba ya un tiempo en contacto con las instituciones, los partidos políticos del Ayuntamiento apenas han mantenido una reunión oficial al respecto, en la mayoría de los casos posterior a aquella presentación pública. Y la información que han recibido es prácticamente la misma que se ofreció a la prensa y que también puede encontrarse en la página web del club. Una documentación que no recoge ni estudios de impacto, ni planes de viabilidad.

Plan estratégico

Aunque antes de llegar a las posibilidades y necesidades de futuro de Ipurua Tallarra, los representantes de los partidos políticos eibarreses prefieren mirar al pasado. O, mejor dicho, al que debería haber sido el primer paso de un proyecto que no solo exige una fuerte inyección de dinero público –prácticamente un 80% del presupuesto, aunque Aranzabal explicó en su día que no se apelaría exclusivamente a las distintas Administraciones y se plantearía también la necesidad de ayuda a instancias deportivas–, sino que también supone una transformación de la ciudad.

En este sentido, el alcalde Miguel de los Toyos, reconoce que «a mí me parece bien que una institución plantee un plan estratégico, que planifique cómo le gustaría que fuese el futuro de su entidad». El problema es que el Eibar «hace un planteamiento unilateral. Han hecho una reflexión propia, queremos hacer esto que creemos que es bueno para el equipo y la ciudad», que también sería válido si no fuera porque «al final del documento, el punto de financiación establece que las instituciones debemos correr con una parte importante de la inversión». El líder socialista no descarta apoyar en un futuro la entrada del Ayuntamiento en la financiación del proyecto «porque el Eibar es una entidad muy importante en nuestra localidad, que da mucho a la ciudad, algo objetivamente demostrable» pero también recuerda que su «viabilidad económica no puede depender de eso. No descarto un gesto de colaboración medido, pero sabiendo que ni el futuro del Eibar ni de sus instalaciones puede depender del dinero público».

En cualquier caso, esa ayuda no está prevista en el corto plazo –«a día de hoy el Ayuntamiento no tiene prevista ninguna aportación económica; ni se ha valorado, ni se ha planteado», descarta –, entre otras cosas porque el proyecto requiere un análisis previo mucho más concienzudo, aunque ya avanza que «dudo que vaya a tener un sí absoluto porque tiene algunos matices». E incluso un trabajo previo mucho más amplio, el análisis de las necesidades deportivas de la propia ciudad, con la elaboración de un Plan Estratégico, que se está poniendo en marcha ahora, que no concluirá antes del próximo verano y en el que uno de los puntos calientes puede referirse al conocido como «terreno de las monjas», un solar todavía propiedad de las autoridades eclesiásticas en el que el Ayuntamiento proyecta desde hace muchos años ampliar las instalaciones municipales deportivas anexas, forzosamente destinado al uso deportivo público según el PGOU y el que el Eibar pretende incorporar a su proyecto para construir un campo de entrenamientos. Su futuro dependerá mucho de lo que determine ese Plan Estratégico, en el que «yo quiero que participen los 9.000 usuarios del polideportivo, los clubes deportivos, todos los deportistas que quieran decir algo, el entorno social, la ciudad, especialistas del tema deportivo... También el propio Eibar pero que sea un proceso lo más completo posible, que no sea una decisión del Ayuntamiento, sino de la ciudad». Un proceso que, en cualquier caso, «será lento».

En una posición similar se sitúa el PNV de la localidad. Su portavoz en el Ayuntamiento Josu Mendicute no es contrario a las aportaciones públicas a las instituciones deportivas, más allá de su carácter privado, «pero no de cualquier forma, en cuaquier cuantía y sin un análisis muy concienzudo». En este sentido, lamenta que el planteamiento del Eibar se haya producido sin un trabajo previo en común. «Me parece totalmente lícito que el Eibar desarrolle un proyecto que considera estratégico para su futuro. Mientras se atenga a la legalidad, está en todo su derecho». Otra cosa es que «ese proyecto requiera una inversión pública. Y además, según se plantea en Ipurua Tallarra, en un porcentaje altísimo. En ese caso no se puede decir “quiero esto y tenéis que poner este dinero”». En este sentido, en la formación jeltzale echan de menos «un trabajo previo en común. Si estamos hablando de dinero público, de terrenos públicos y de un proyecto que va a tener repercusión sobre una gran zona de la localidad, se tendría que empezar por analizar en común las necesidades, las prioridades, los impactos... Y en base a ese estudio, desarrollar un proyecto. Otra cosa es que una entidad lleve a cabo un proyecto que respete la legalidad y lo financie con su dinero. En ese caso, lógicamente, puede hacer lo que quiera».

Mendicute no se muestra tan crítico con la posible inclusión de los terrenos del convento de la Concepción en la futura infraestructura de Ipurua Tallarra. «La idea del PSOE desde hace muchos años es ampliar las instalaciones del Polideportivo sobre ese terreno. Pero sigue ahí. Y tampoco creo que la situación económica del Patronato Municipal de Deportes sea ahora mismo como para meterse en grandes inversiones, así que dentro de 25 años el terreno podría seguir como está ahora. Habría que estudiarlo y analizar qué necesitan Eibar y el Eibar y qué quieren los eibarreses». Algo que también sucede con la inversión pública, aunque «ahora mismo, con la situación que atravesamos, no parece lo más adecuado destinar dinero público a ese proyecto. Estamos hablando de la localidad guipuzcoana con mayor tasa de paro, por ejemplo. A qué dedicar el dinero, y más cuando hablamos de semejantes cantidades, debe estudiarse bien y deben decidirlo los eibarreses».

No con dinero público

Más rotunda se muestra la portavoz de EH Bildu en el Ayuntamiento. «En principio, no estamos por la labor de invertir dinero público, y más en esas cantidades, en proyectos de entidades privadas», subraya Igone Lamarain, aunque coincide en que el principal inconveniente pasa por la ausencia de una «reflexión previa en común».

«Una entidad privada está en su derecho de planificar su futuro, de desarrollar sus planes estratégicos y de utilizar sus recursos como quiera –explica–. Pero en este caso estamos hablando de un estadio de titularidad municipal, de un proyecto que incluye el uso de terrenos destinados por el PGOU al uso público, que supondría un gran impacto en el barrio y que además está planteado con una muy fuerte inyección de dinero público». Y en el momento en que se dan esos condicionantes, «es imprescindible realizar una reflexión amplia y conjunta». Empezando por «estudiar las necesidades que tiene la localidad, y también el propio barrio de Ipurua. Incluso si es necesario ampliar las instalaciones del Polideportivo, como se ha planteado durante mucho tiempo, o si podría darse a ese terreno otro tipo de usos».

En este sentido, Lamarain considera que «lo que hemos visto en las últimas décadas con proyectos colosales, grandes inversiones, obras monumentales..., que se han convertido en un agujero sin fondo por el que se ha perdido muchísimo dinero público, nos tiene que haber enseñado algo. Quizá sea suficente con adecuar el edificio del convento y darle los usos, no necesariamente deportivos, que necesiten la localidad y el barrio». En cualquier caso, insiste en la «necesidad de mucho trabajo previo, con la participación de todos los afectados, que en este caso es toda la localidad» y una premisa clara: «sea cual sea el futuro, si se destina dinero público, que sea de uso público».

Coincide plenamente Itoiz García Antón, concejal de Irabazi desde las pasadas elecciones. Todavía no ha tenido la posibilidad de conocer el proyecto de primera mano, aunque ya está en contactos con el club para mantener una reunión, pero tiene clara su negativa a la participación municipal en las obras. «Nosotros nos negamos a que la ampliación se haga con un solo euro de dinero público. Es una barbaridad, y más con las cifras que se plantean», zanja.

Y añade otras dos premisas, que «contemple una alternativa a los terrenos del convento porque somos contrarios a que se modifique el PGOU» y que «no afecte negativamente a los vecinos de Ipurua». «Ya hemos visto –recuerda el concejal de Irabazi– qué ha pasado con la ampliación de la Tribuna Norte y cómo ha afectado a los vecinos de las torres. No queremos que suceda lo mismo con este proyecto». Es decir, «si se hace con dinero privado, se llega a un acuerdo con los vecinos del barrio, al barrio le parece bien y no hay que modificar el PGOU, adelante. Pero con dinero público y sin contar con el barrio, de ninguna manera».

Se presenta complicado, por tanto, el futuro de Ipurua Tallarra, al menos la posibilidad de desarrollarlo en su totalidad. Sí parece probable que sus dos primeras fases, las menos problemáticas, puedan salir adelante. La primera, financiada íntegramente por el club armero, está a punto de concluir y todo parece indicar que la segunda, que afectaría a la Tribuna Este, se pondrá en marcha en breve. El resto puede acabar como un sueño irrealizable trazado sobre un papel.