Aritz INTXUSTA
IRUÑEA

El fichaje de Barcina por Telefónica, otro escándalo de puertas giratorias

La expresidenta navarra apenas durará unos meses en su plaza en la Universidad Pública. Yolanda Barcina pasará a ser consejera independendiente de una filial del grupo Telefónica, compañía que ya encontró acomodo a otros políticos retirados, como Eduardo Zaplana o Rodrigo Rato.

Barcina podría entrar a formar parte de la alta dirección de Telefónica en breve, según confirmó ayer Europa Press tras dispararse los rumores por la mañana. La expresidenta será consejera independiente de Distribuidora de Televisión Digital, la empresa del grupo que nace de tras la adquisición por parte de Telefónica de Canal Plus al grupo Prisa, para ofrecer un paquete de canales de televisión de pago (Movistar Plus).

La vinculación de Barcina con el mundo de la telefonía y la televisión es ninguna. Ella es nutricionista y de hecho ocupa, a día de hoy, la cátedra de Nutrición y Bromatología en la Universidad Pública de Navarra (UPNA). GARA se puso en contacto ayer con este centro para intentar contrastar la veracidad de la información, pero allí no tienen constancia de que la catedrática vaya a dejar su plaza.

Barcina se reincorporó a la UPNA tras dejar la presidencia a finales de julio. Desde que inició su carrera en la política en 1996, la expresidenta solo había vuelto a su plaza en el intervalo de 19 días entre su cese como alcaldesa su toma de posesión como presidenta. Aunque ni siquiera dio clases, Barcina cobró de la UPNA por esas tres semanas.

La explicación más probable del fichaje de la expresidenta tiene mucho que ver con lo personal. Barcina hace tiempo que protagoniza páginas de papel cuché por haber entablado una relación con Manuel Pizarro, que fue número dos de la candidatura del PP en Madrid en 2008 y miembro de la élite empresarial española. Pizarro tiene muy buenas relaciones con César Alierta, el presidente de Telefónica, un gigante del sector que fue privatizado por el PP. Esta compañía ya ha sido un retiro dorado de otros políticos de derechas, siendo particularmente sonados los fichajes de Eduardo Zaplana y Rodrigo Rato.

Por otro lado, su papel como presidenta de Nafarroa acercó a Barcina a otra de las figuras claves dentro de Telefónica, como el vicepresidente de la compañía, Isidro Fainé, que a su vez es el presidente de Caixabank. Esta entidad catalana se hizo con las acciones de Banca Cívica después de su desplome en bolsa. Dentro de Banca Cívica estaban también los restos de Caja Navarra, que seguían bajo el protectorado del gobierno que Barcina dirigía. Caixabank también es el segundo accionista de Telefónica, solo por detrás del BBVA.

Barcina y Fainé tuvieron tratos cuando Barcina era presidenta, por montantes económicos enormes. En febrero pasado, la presidenta recibió a Fainé en los salones del Palacio de Navarra. Firmaron un contrato para ampliar la obra social que Caixabank desarrolla en Nafarroa.

Uno de los episodios más curiosos de la relación entre la expresidenta y Fainé no tuvo lugar en Iruñea, sino que el escenario fue Lima (Perú). Barcina y el presidente de Caixabank fueron investidos a la vez como doctores honoris causa por la Universidad San Ignacio de Loyola hace tres años.

Este centro limeño justificó la elección fundamentándola en su carácter emprendedor. «El emprendimiento multiplica la riqueza, genera empleo y aumenta la calidad de nuestra democracia, pero los políticos, además de incentivarla, debemos recuperar la política de la verdad para volver a tener la confianza del ciudadano a través de la austeridad, la responsabilidad, el compromiso y la honradez», proclamó la catedrática de Nutrición de la UPNA en aquel discurso en Lima en 2012.

 

«Vuelvo al lugar de donde salí, a dar clases»

«Vuelvo al lugar de donde salí, a la universidad a dar clases. Y lo hago con ilusión y con fuerzas. Sería bueno que todos los políticos hicieran lo mismo». Con estas declaraciones se despedía Yolanda Barcina del cargo en julio. Es cierto que la expresidenta dejó correr tan solo unos días desde que abandonó la política hasta su reincorporación y que, además, no cobró cesantías. Pero esto fue así por imperativo legal. Los trabajadores públicos deben regresar a su plaza en cuanto terminan su etapa como cargos electos. Ese fue uno de los motivos por los que Barcina prefería continuar en la lista de UPN al Parlamento, ya que el régimen retributivo de la Cámara navarra permite cobrar a la vez cesantías y dietas de parlamentario. Esta práctica ha sido un clásico en UPN y a ella se agarraron, por ejemplo, Javier Caballero o Begoña Sanzberro en la pasada legislatura. Hoy hacen lo propio Javier Morrás y Juan Luis Sánchez de Muniáin.

La marcha de Barcina a un consejo de administración era algo que se daba por hecho. Recientemente, compró un piso en Madrid y en su última etapa como presidenta pasaba en esa ciudad la mitad de los días. Estas ausencias molestaron en UPN, como ha causado disgusto también que su marcha evidencie las estrechas relaciones entre la política y la gran empresa.