José Manzaneda
Coordinador de Cubainformación
KOLABORAZIOA

Estado de emergencia por miles de personas sin hogar en EEUU, pero el sistema fracasado es… ¿el de Cuba?

Las ciudades de la Costa Oeste de Estados Unidos Seattle, Portland y Los Ángeles han declarado el estado de emergencia ante el peligro de muerte de miles de personas sin hogar. En Seattle, en el último año, estas han aumentado el 21%. Cerca de 3.000 menores, aunque escolarizados, carecen de hogar donde dormir. Pero ni noticias ni editoriales mencionan el fracaso del sistema económico en la mayor potencia económica del mundo: tratamiento acrítico que, de suceder esta situación en un país como Cuba ¿verdad que cambiaría un poco?

Israel no reconoce que tenga armas nucleares, pero se niega a suscribir el Tratado de No Proliferación Nuclear. Un informe del Boletín de Científicos Atómicos afirma que el estado sionista oculta al menos 80 ojivas nucleares, lo que confirman otras fuentes, como el Instituto de Ciencia y Seguridad Internacional de Estados Unidos.

Pero ¿cuántos reportajes han leído ustedes sobre este asunto? ¿Se imaginan que fueran Venezuela, Cuba... o Irán los países que tuvieran, en secreto, bombas atómicas? ¿No sufrirían un implacable seguimiento informativo por parte de la prensa occidental?

Hace unos días, Turquía derribaba un avión de combate ruso porque –según Ankara– violó su espacio aéreo en la frontera siria. La acción fue respaldada por Estados Unidos y la OTAN. En las noticias de los grandes medios de comunicación no apreciamos sesgo condenatorio alguno.

Recordemos, sin embargo, cuando, en 1996, Cuba derribó dos avionetas que, procedentes de Miami, habían sobrevolado la ciudad de La Habana en repetidas ocasiones. La prensa internacional condenó sin paliativos al Gobierno cubano, lo que legitimó ante la opinión pública que el Presidente de Estados Unidos Bill Clinton aprobara la llamada Ley Helms-Burton, con la que el bloqueo a la Isla se convirtió en extraterritorial.

Según el Programa “Somos Defensores”, de Colombia, en el primer semestre del año fueron asesinados 34 defensores de derechos humanos en aquel país, 332 fueron amenazados y 25 sufrieron atentados. Uno de los más recientes, el intento de asesinato del líder indígena Feliciano Valencia, en la prisión donde cumple pena de 18 años por la retención, durante unas horas, de un militar colombiano. Mientras, en Cuba, los famosos «disidentes», siguen cobrando de los fondos federales de Estados Unidos sin sufrir... ni el menor rasguño.

En Honduras, el periodista David Romero fue condenado por injurias a 8 años de cárcel, por denunciar un caso de corrupción en el seguro social por 350 millones de dólares. Otro periodista hondureño, Ricardo Ellner, era amenazado de muerte –con «cortarle la lengua»– por sus crónicas, que denuncian a la élite militar y al Gobierno. En 2014, en el mundo, fueron asesinados 138 periodistas. México y Honduras ocupan el sexto y el octavo lugar en el ranking de países más peligrosos para la profesión. Cuba, ni aparece en la lista: el último periodista asesinado fue... en 1958. Sin embargo, para la Sociedad Interamericana de Prensa y para no pocos medios, es en Cuba y en Venezuela donde la libertad de prensa está más «amenazada».

Estos y otros dramas sociales de América Latina son tapados, estos días, con noticias sobre el caso de los dos mil migrantes cubanos varados en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua. Con un mensaje: el sistema cubano es un fracaso, porque hay mucha gente que quiere emigrar de la Isla. Poco importa si las cifras de la emigración cubana son menores a las de otros países del entorno. O si los cubanos son los únicos inmigrantes que el Gobierno de Estados Unidos acoge y otorga residencia solo con pisar su territorio.

Mientras, en los países –supuestamente– no fracasados, como Honduras, México o Colombia, la gente más pobre sigue enterrando a sus familiares asesinados. Y sigue emigrando también –por cierto– a Estados Unidos.