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BEIRUT

Líbano paga el precio del pulso entre Irán y Arabia Saudí y teme más castigos

Arabia Saudí hace pagar a Líbano el precio de su rivalidad regional con Irán, como consecuencia de la posición antisaudí de Hizbulah, sobre todo en Siria, donde tanto la petromonarquía como el partido-milicia chií, son actores clave en la guerra.

La suspensión de una ayuda de cuatro millones de dólares seguida de la consigna de Arabia Saudí a sus ciudadanos para que abandonen Líbano, y finalmente la calificación del movimiento Hizbulah como «organización terrorista» por parte del Consejo General del Golfo hace temer a Beirut nuevos castigos.

Para el director del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de Beirut, Hilal Khachane, Líbano paga las consecuencias del deterioro de las relaciones irano-saudíes. «Riad ya no sabe qué hacer desde el acuerdo entre los americanos y los iraníes, el éxito ruso en Siria y el aumento de la influencia iraní. Los saudíes creen que deben responder de una forma u otra a Irán, por eso lo hacen en Líbano, poniendo presión sobre Hizbulah», opina.

A pesar de la influencia del movimiento chií en Líbano, Arabia Saudí ha sido durante mucho tiempo un gran aliado y donante de fondos de ese país, pero desde la muerte en 2005, supuestamente por miembros de Hizbulah, del primer ministro Rafic Hariri, protegido de Riad, Líbano se ha convertido en un campo de batalla entre los saudíes suníes y los iraníes chiíes, a través de grupos locales.

La situación empeoró en 2013 con la implicación militar de Hizbulah en la guerra en Siria al lado de Bashar al-Assad, mientras Arabia Saudí apoya a grupos salafistas insurgentes.

Por el momento, los efectos económicos de las medidas de presión saudíes son limitados. Los depósitos del Gobierno de Riad en Líbano suman 2.000 millones de dólares. «Nadie puede prever que pasará si Arabia Saudí llega a retirarlos, pero la decisión del inversor privado no depende de directivas oficiales», señala Nassib Ghobril, analista de la banca Byblos.

Pero el verdadero temor afecta a la posible salida de cientos de miles de libaneses que viven y trabajan en las monarquías del Golfo, principalmente en Arabia Saudí, por perder sus empleos o por que las autoridades no renueven sus cartas de residencia. En 2015 enviaron a Líbano 7.500 millones de dólares. Otro riesgo es que las petromonarquías cierren sus fronteras a las exportaciones libane- ses. El 75% de las exportaciones agrícolas se dirige a esos países.