Pablo L. OROSA
Periodista
INVESTIDURA DEL NUEVO PRESIDENTE BIRMANO0

Htin Kyam, la firma de Suu Kyi para pactar el nuevo Myanmar

Tras más de medio siglo de dictadura militar, Myanmar tiene un presidente civil. Htin Kyam, el hombre de las camisas blancas y el rostro sereno que aparecía junto a Aung San Suu Kyi tras su liberación es el nuevo jefe de Estado, pero estará supeditado a «La Dama», la gran esperanza occidental para la transformación democrática del país.

Mama Suu», como la vitoreaban sus seguidores, teñidos de naranja, tras la vic toria electoral del pasado noviembre en la que la su partido obtuvo el 80% de los escaños, es en realidad la nueva mandataria del país. Por mucho que la Constitución, redactada por los militares, le impida acceder al cargo de presidenta por tener dos hijos con pasaporte británico, Suu Kyi es quien tomará las decisiones. «Estaré por encima del presidente», juró en campaña. Un «superministerio», con las carteras de Exteriores, Electricidad y Energía, Educación y Oficina de la Presidencia, ha sido la fórmula ideada. Una solución que le permitirá estar presente en el Consejo de Seguridad Nacional.

En su discurso de investidura, acompañado en un gesto revelador por su dos vicepresidentes, el teniente general Mying Swe, propuesto por los militares, y el diputado de la minoría chin, Henry Van Thio, el nuevo presidente resumió los retos que deberá afrontar el país asiático: «Nuestro nuevo gobierno pondrá en marcha la reconciliación nacional, la paz en el país y el surgimiento de una Constitución que abra el camino a un unión democrática y mejore el nivel de vida del pueblo», abriendo la puerta a una reforma constitucional que permita a Suu Kyi asumir la presidencia de manera oficial.

Para ello, «La Dama» deberá pactar primero con los militares. Estos conservan, por mandato legal, los ministerios de Defensa, Fronteras e Interior. Además, tras más de medio siglo de dominio, el Ejército ha copado todos los estratos de poder: la administración pública está formada por antiguos oficiales y los grandes empresarios, con intereses en las minas de jade y rubíes, el tabaco y los sectores agrícola, textil y bancario, mantienen una estrecha relación con los altos mandos.

Con la memoria de lo ocurrido en 1990, cuando los militares anularon su victoria electoral y la confinaron a un arresto domiciliario, Suu Kyi sabe que cualquier cambidebe respetar la voluntad del Ejército.

El gobierno del exgeneral Thein Sein, impuesto por la Junta Militar, impulsó en los últimos años reformas políticas y sociales que permitieron el levantamiento de las sanciones que ahogan la economía del país. Este aperturismo, saludado con interés por la administración Obama, parece uno de los puntos en los que el nuevo Ejecutivo y los militares están de acuerdo. «Es absolutamente necesario reforzar las instituciones, reformar la administración para hacerla más eficaz y castigar la corrupción, asegurar una verdadera independencia del poder judicial e implementar una reforma del sistema fiscal. Medidas que deberían venir acompañadas por el aumento de las partidas de gasto en sanidad y educación», señala Hugo Cuello, consultor de riesgos políticos en el país.

Pero la gran disputa para el futuro de Myanmar es la estructura territorial del Estado. Las minorías étnicas siguen controlando vastos territorios del país y pese al alto al fuego suscrito por ocho guerrillas con el Ejecutivo de Thein Sein, los principales grupos armados, encabezados por el Kachin Independence Army (KIA) o el ejército Wa, siguen sin avenirse a la paz. «No queremos un estado independiente, sino un estado dentro de un sistema federal. Queremos recuperar los principios de Panglong –la conferencia fundacional–», asegura el Dr. Tu Ja, ex vicepresidente del KIO, el brazo político del KIA. «Somos optimistas con el nuevo presidente, pero tenemos que esperar. La Constitución de 2008 otorga a los militares poder de veto por lo que el nuevo Gobierno tendrá dificultades para implementar sus políticas», augura Sai Hor Hseng, portavoz de la Shan Human Rights Foundation.

Cualquier concesión a las minorías étnicas, en especial a la comunidad musulmana, será escudriñada por los militares y por sus acólitos, encabezados por los radicales budistas del Ma Ba Tha. Su líder, Ashin Wirathu, el bautizado como «Bin Laden budista» ya advirtió antes de las elecciones en una entrevista a GARA que permanecerían vigilantes. Myanmar tiene derecho a un futuro, pero este será el que los militares permitan pactar a Aung San Suu Kyi.