Idoia ERASO

El mayor depredador de los océanos: el plástico

Cinco playas de Euskal Herria y de Bretaña han dejado un resultado irrebatible: el 80% de los residuos recogidos son plásticos. En la campaña “Serial Litter” realizada por Surfrider se han recogido y catalogado residuos durante un año.

Botellas de plástico, bastoncillos, bolsas de plástico y colillas son los cuatro residuos más numerosos encontrados en las playas en las que se ha llevado a cabo la campaña. El juego de palabras realizado por la fundación Surfrider entre los “serial killer” (asesinos en serie) y los “serial litter” (contaminadores en serie) tiene como objetivo llamar la atención sobre los productos encontrados en las costas y su relación con las actividades cotidianas, los pequeños actos que pueden ayudar a reducir los 8 millones de toneladas de residuos que acaban todos los días en el océano.

Como primer paso para realizar un inventario general en Europa, en 2015 se realizó una colecta y clasificación de residuos en cinco lugares diferentes, cuatro en Euskal Herria y uno en Bretaña. Junto con la playa de Porsmilin en Locmaria-Plouzené, se han tenido en cuenta los datos reunidos en Infernupe de Zumaia, Burumendi de Mutriku, Illurgita de Donostia y La Barra de Angelu. «Es la primera vez que se lleva a cabo este proyecto unificado. La intención es expandirlo a otros países europeos y establecer un protocolo», nos explica Cristina Barreau, integrante de Surfrider. El objetivo es colaborar a nivel europeo para buscar soluciones comunes.

Al mismo tiempo, campañas como esta tratan de trabajar en la sensibilización, la educación y la prevención. Para realizar la limpieza y la clasificación de los residuos ha sido necesaria la ayuda de cientos de voluntarios, y en el caso de las playas guipuzcoanas se ha favorecido la inserción social al colaborar con varias asociaciones del sector.

El viaje de la botella

Una botella de plástico “olvidada” en un parque, si no es recogida a tiempo, puede comenzar un viaje que no se sabe cuándo terminará, si es que finaliza algún día. El viento o la lluvia la llevarán probablemente hasta algún río; allí, si hay suerte, se quedará atascado en algún lado y se podrá recuperar; si no, llegará hasta el mar, y allí, una vez más, será la suerte la que decida si se queda en la costa, donde podrá ser recogida durante las campañas de limpieza organizadas, entre otros, por la Fundación Surfrider, o si empezará ese viaje que está contaminando nuestro planeta.

«Todos hemos visto lo que ocurre con el plástico que ha estado mucho tiempo al sol, que se fragmenta. Encontraremos partes de esa botella por un lado; por otro, el tapón, que es uno de los residuos que más se ve en las costas. Estos fragmentos serán ingeridos por los organismos marinos, mamíferos, peces...», describe Barreau. Cuanto más degradado y fragmentado esté el plástico, mayor será el número de organismos que puedan ingerirlo.

«Otra parte de la botella seguirá flotando y llegará a las zonas de acumulación, como el llamado ‘séptimo continente’, o directamente se hundirá, y entonces no hay nada que hacer», sentencia la representante de Surfrider. «Los fondos marinos están llenos de residuos plásticos –añade–, y no se ha encontrado ninguna solución para poder retirarlos. Se estima que el 70% de los residuos acaban hundiéndose».

Séptimo continente, octavo, noveno...

Aunque cada vez se habla más del tema, una gran parte de la sociedad todavía no conoce la envergadura de las acumulaciones de residuos plásticos. Hoy en día se oye hablar del “séptimo continente” que, al parecer, ocupa más de 1.500.000 kilómetros cuadrados en el océano Pacífico (la península Ibérica tiene 583.000), pero es solo uno de los que hay repartidos por el planeta, ya que se están formado otros en el Atlántico norte, en el Índico... «Hace unos años se hizo una campaña en el Golfo de Bizkaia y se constató que también hay zonas de acumulación, por lo que no existe ningún mar ni río que esté fuera del alcance de la contaminación».

Barreau hace algunas puntualizaciones: «Se habla de ‘continentes’ pero en realidad no se puede andar por su superficie y no se pueden ver a simple vista. Se trata de masas de plástico que flotan de forma aleatoria a diez metros de profundidad». Los residuos que forman parte de dichas masas también se mueven, pueden hundirse o ser llevados por las corrientes a otras partes del mundo.

El efecto de esas acumulaciones, el efecto de los residuos de origen humano, es aterrador. En estos momentos hay 192 especies que están en peligro por esta causa. «El plástico tiene la particularidad de que cuando se degrada libera productos plastificantes en su composición y también absorbe los contaminantes que están presentes en el agua. Crea muchos problemas».

Al degradarse, el plástico acaba siendo ingerido incluso por los organismos más pequeños. La integrante de Surfrider señala que en el interior de moluscos como los mejillones, que se alimentan filtrando el agua, se han encontrado partículas de plástico. Como parte del ecosistema mundial, el ser humano también se ve directa e indirectamente afectado por dicha contaminación. «Cuando el ser humano come esos mejillones, tienen efecto de perturbadores endocrinos, que afectan a la salud y a la reproducción», advierte esta militante a favor del medio ambiente, de los mares y océanos.