María SUÁREZ
Londres

El referéndum sobre el «Brexit» o el «deja vú» de la consulta de 1975

El próximo 5 de junio se cumplen 41 años desde que la ciudadanía británica decidió en referéndum seguir formando parte de la Comunidad Económica Europea. A pesar de los diferentes contextos, la consulta guarda coincidencias con el próximo referéndum.

En plena cuenta atrás para «la decisión más importante de la historia de Reino Unido», como la ha calificado el primer ministro británico, David Cameron, una fecha se cuela en los últimos días de campaña antes del referéndum sobre el «Brexit»: el próximo 5 de junio se cumplirán 41 años desde que la ciudadanía británica decidió, con un 67% de los votos, permanecer en la entonces Comunidad Económica Europea. También entonces, y solo dos años después de haber entrado a formar parte del club, el Gobierno –en aquel momento laborista– inició un proceso de consulta ciudadana sobre la permanencia o abandono de la que actualmente es la Unión Europea. En 1975, la prensa no bautizó como «Brexit» a la corriente que defendía el abandono, y las únicas herramientas de campaña eran dialécticas y de papel. Nada de redes sociales, aplicaciones para móvil ni encuestas de intención de voto cada semana. Aunque el fondo del asunto tenía sorprendentes coincidencias con el próximo referéndum. Pero para entender el resultado y las posiciones de algunas figuras políticas, entre ellas el líder laborista, Jeremy Corbyn, es necesario retrotraerse al contexto de aquella época.

Tan solo tres años antes de aquel referéndum, el entonces primer ministro conservador, Edward Heath, había firmado el tratado de adhesión a la CEE. No fue fácil para Reino Unido porque, desde sus inicios, se había mostrado reticente con las aspiraciones de los estados del continente, sobre todo cuando se comenzó a hablar de una «Europa federal». Sin embargo, las empresas británicas tenían pocas dudas sobre las ventajas aquel macroproyecto económico y para cuando Londres se decidió a pedir la adhesión, el veto francés de Charles de Gaulle impidió la entrada hasta en dos ocasiones, en 1963 y 1967. En 1973, con de Gaulle ya fallecido, Reino Unido entró a formar parte de la CEE.

El origen de la consulta se basó en una promesa política. El candidato laborista Harold Wilson aseguró que si la ciudadanía le elegía como primer ministro, convocaría el referéndum. El político se hizo con la victoria y la consulta comenzó a fraguarse, al mismo tiempo que intentó renegociar con Europa las condiciones de permanencia. Es entonces, como ha ocurrido con el Partido Conservador en este 2016, cuando la formación se divide en dos corrientes, la que apreciaba beneficios en el organismo europeo, con Wilson a la cabeza, y la que advertía de que la Europa que se estaba construyendo estaba dirigida por «gurús» capitalistas cuyos intereses eran contrarios a la clase trabajadora. En ese sector rupturista del laborismo se situaban los sindicatos y figuras claves como Tonny Bell, Michael Foot y Jeremy Corbyn.

El actual líder laborista hizo campaña por la ruptura con Europa. Y aunque actualmente sigue la línea de su formación, son escasas sus apariciones públicas en la campaña por la permanencia. Su cambio de postura ha sido en estos meses un dato muy jugoso en los medios de comunicación, a lo que Corbyn ha contestado, sin darle demasiada importancia, que «eran otros tiempos».

La corriente rupturista de izquierdas se enfrentaba a un partido conservador más o menos cohesionado, liderado por Margaret Tatcher, que hizo campaña por Europa con su famoso jersey de banderas: «Todo el mundo debería acudir a votar en el referéndum y marcar el ‘sí’, para que de una vez por todas seamos Europa y podamos seguir adelante», aseguró. Sin embargo, algunos pocos diputados como Ian Paisley o Enoch Powell defendían, con tesis cercanas a la ultraderecha, la necesidad de abandonar la CEE.

¿Y las empresas británicas? Lo tenían bastante claro. Tanto, que la Confederación de la Industria Británica consultó entre sus 12.000 miembros y tan solo ocho apostaban por abandonar lo que seguía creciendo en Europa. El historiador Robert Saunders, de la Universidad de Queen Mary de Londres, explica en su investigación sobre el referéndum de 1975 cómo importantes empresas británicas como IBM, Ford, Rolls Royce o British Steel hicieron campaña vigorosamente por la permanencia hasta el punto de que, con el beneplácito de la patronal británica CBI, incluían documentos de campaña dirigidos a los trabajadores de las compañías en el interior de las revistas de empresas o en las paredes de los lugares de trabajo.

La prensa de entonces también se mostraba europeísta. Tan solo el semanario conservador “The Spectator” o el diario de ideología de izquierdas “Daily Worker” se alineaban con las ideas a favor de la ruptura con el mercado común europeo.

Y finalmente, el 5 de junio de 1975, la ciudadanía británica respondió a la pregunta «¿Cree que el Reino Unido debe permanecer en la Comunidad Europea (Mercado Común)?», y decidió permanecer en aquel organismo con el 67% de los votos. Será interesante comparar ese resultado con una encuesta el próximo 5 de junio.