Uberka BRAVO
CRISIS EN VENEZUELA

Incierto y crítico futuro de la revolución bolivariana

El autor repasa la situación de Venezuela desde 1998, cuando Hugo Chávez llegó a la Presidencia e impulsó la revolución bolivariana, hasta hoy, 18 años después, cuando el país se encuentra sumido en una grave crisis, en la que la caída del precio del petróleo, la corrupción y el acaparamiento/desabastecimiento han jugado y juegan un rol fundamental.

Corría el año 1998 y el contexto regional e internacional no invitaba a pensar que un proyecto con las características que posteriormente ha desarrollado el movimiento bolivariano se pudiera realizar. El alza en los precios del petróleo a inicios de la década pasada ayudó y mucho a subvencionar los numerosos proyectos de carácter social que se propagaron con financiación estatal. Una mayoría de trabajadores campesinos y urbanos vieron cómo sus condiciones de vida mejoraban significativamente desde la llegada de Hugo Chávez al poder institucional.

Decenas de las llamadas misiones sociales intentaban compensar el desbarajuste histórico en materia de sanidad, educación, vivienda y alimentación, entre otras. La Unesco declaró en 2005 a Venezuela libre de analfabetismo después de la escolarización de millón y medio de personas. La misión “Barrio adentro” recibió elogios de la OMS y Unicef después de llevar los derechos sanitarios a las zonas más depauperadas. La misión de vivienda ha creado cerca de un millón de hogares hasta la fecha. El incremento de estudiantes universitarios gracias al sistema de becas y gratuidad ha convertido a Venezuela en el segundo con mayor población universitaria en Sudamérica.

Capítulo aparte merecería la puesta en marcha de los consejos comunales, que en términos constitucionales tratan de ser la base de la democracia participativa y protagónica.

Reflejo de estas políticas son el intento de golpe de Estado contra el Gobierno bolivariano en 2002 y la respuesta ciudadana, restituyendo al presidente Chávez en su legítimo puesto, siendo un indicador de la popularidad que tenía.

En 2013, la muerte de Chávez coincide casi en el tiempo con la caída del precio en el barril de petróleo, de esta forma el Estado reduce el financiamiento de muchos de los anteriores proyectos sociales y ya no los engrasa de la misma manera. Aunque ciertas tendencias ya se manifestaban antes, una extensa y larga lista de dificultades empieza a amenazar el proceso de cambio a partir de esa fecha. Junto a ello, la galopante corrupción en las filas del Gobierno y el acaparamiento de productos básicos por parte de la burguesía producen un hastío en la población de dimensiones considerables. En estos momentos, la alimentación es el tema estrella en las conversaciones.

Las largas colas para conseguir los productos acaparados recuerdan a las de cualquier oficina del INEM. Gran parte de la población recurre a los «bachaqueros», personas que revenden los productos a precios infladísimos. El Gobierno responde nuevamente anunciando que a partir del 1 de setiembre habrá subidas salariales y aumento en el llamado cestaticket, un vale para realizar compras y que las empresas están obligadas a dar por ley. Aun así la gente corriente tendrá serias dificultades para llenar la cesta básica ya que la inflación es enorme. Empresas como la Polar intentan desestabilizar el Gobierno al almacenar decenas de productos básicos, creando descontento en las capas más desfavorecidas. Evidentemente, a esa y otras empresas no les interesa vender las mercancías al precio regulado ya que las ganancias son inferiores.

A raíz de la crisis de desabastecimiento surgen los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), situados en los consejos comunales. La idea es garantizar el reparto de una bolsa de comida a precio subvencionado y evitar la reventa de los productos. Lo cierto es que el país produce poca cantidad y se ve obligado a importar alimentos. Es decir, el Estado necesita dinero para comprar y si el dinero es insuficiente porque el Estado no ingresa debido a la caída en el precio del barril de crudo, lo que se compra es insuficiente. A ello hay que sumarle que ciertos funcionarios y/o militares con acceso a los productos importados sean parte del bachaquerismo para enriquecerse ilícitamente.

La oposición, que en todos estos años ha mantenido mal que bien su estatus social y sus negocios está intentando volver al poder institucional desalojando al presidente Nicolás Maduro a través del referéndum revocatorio. La Constitución bolivariana de 1999 da la oportunidad de poder quitar al jefe del Estado si dicha consulta se realiza en la primera mitad de su mandato, es decir, como tarde a finales del presente año. De realizarse el año siguiente y ganar la oposición sería el vicepresidente quien asumiría el cargo. En ese caso sería Aristóbulo Istúriz quien asumiría la Presidencia. De ahí las prisas de la oposición, ya que si no tendrían que esperar hasta las siguientes elecciones, en principio en 2019, para poder acceder al Gobierno.

A falta de datos oficiales, todo indica que nos encontramos ante un retroceso social y un aumento de la pobreza. A este descontento se une la real, y a veces imaginaria, inseguridad ciudadana, que fomenta una sicosis que alimenta el malestar. La revolución bolivariana enfrenta un presente y futuro próximo inciertos y críticos. Sin reformular el proyecto y con la burguesía apretando, las dificultades están aseguradas.