Mikel CHAMIZO
DONOSTIA

«Compositores y percusionistas formamos un tándem interesante»

El Ciclo de Música Contemporánea de la Quincena Musical recibe esta tarde al valenciano Miquel Bernat, uno de los más conocidos intérpretes de percusión del Estado. A partir de las 20.00, en las salas polivalentes del Kursaal, abordará creaciones para percusión sola y electrónica de José Manuel López-López, Matthew Shlomowitz, Raphaël Cendo, Jagoba Astiazaran, Mark Applebaum y Horacio Vaggione.

El valenciano Miquel Bernat es uno de los mayores dinamizadores de la música para percusión en el Estado español. No solo ha encargado decenas de nuevas obras a compositores españoles, también ha introducido en la península las principales obras para percusión a solo escritas en el extranjero. Esta tarde protagonizará, junto a los gasteiztarras Espacio Sinkro, un programa variado, experimental y con algunas propuestas sorprendentes.

 

¿Cómo fueron sus inicios en la percusión y cómo llegó a especializarse en el repertorio contemporáneo?

Comencé en una banda de Valencia, mi padre tocaba en ella y me llevaba a los ensayos. A los seis años me apuntaron a la academia de la banda y desde un primer momento me decanté por la percusión. De hecho, como no había una caja en la banda me querían poner a tocar otra cosa y yo, a pesar de ser tan pequeño, me negué y dije que o percusión o nada.

Después amplié mis estudios en los conservatorios de Valencia y Madrid, pero mi acercamiento a la percusión contemporánea llegó cuando estaba colaborando con la Orquesta de Barcelona. Allí conocí a Robert van Sice, que por aquella época era timbalero en la Orquesta de Bilbo y hoy es considerado uno de los mejores marimbistas del mundo. Me fui a estudiar con él a Bruselas, una ciudad muy abierta al arte contemporáneo, y allí, a principios de los años ochenta, comenzó mi aventura con la nueva música para percusión.

 

¿En qué momento comenzó la percusión a liberarse de su función de acompañamiento en una banda u orquesta para convertirse en una especialidad solista?

Los dos pioneros que escribieron obras para grupos de percusión sola fueron Amadeo Roldán en Cuba y Edgar Varèse en los Estados Unidos, en los años 20 o 30 del pasado siglo. La primera obra a solo para percusión la escribió John Cage en los años 40, mientras que el gran impulso en Europa lo dio Stockhausen con “Zyklus” y “Kontakte” a finales de los 50. Pero la percusión, entendida de una forma distinta, ya había empezado a ser fundamental en Europa en el periodo de Entreguerras, con propuestas estéticas como el Futurismo, que introdujo el ruido como nuevo canon de las obras musicales. El uso cada vez mayor de la percusión hizo que esta empezara a desarrollarse técnicamente y los instrumentos a multiplicarse y a construirse mejor.

 

Los percusionistas tienen muy interiorizada la necesidad de que les escriban nuevas obras.

Piensa que hasta hace muy poco tiempo casi no existía repertorio para nosotros, así que los percusionistas tuvimos que acercarnos a los compositores para tener música que tocar. A raíz de esta colaboración se formó un tándem muy interesante y la percusión pasó a convertirse en uno de los recursos preferidos por los compositores. Actualmente hay ya mucho repertorio, pero esta necesidad de colaboración se ha heredado de generación en generación de percusionistas y difícilmente encontrarás uno al que no le hayan escrito una obra en algún momento de su vida. Mis propios alumnos no acaban la carrera sin haber colaborador con un compositor y estrenado una nueva obra.

 

¿Qué programa ha elegido para su recital en la Quincena Musical?

La primera obra es de José Manuel López-López: “Vibrazoyd”, para vibráfono y electrónica en vivo, en la que el ordenador va captando lo que hago en directo y lo transforman y espacializa en seis altavoces distribuidos por la sala. Es una especie de multiplicación del instrumento. Aparte de esto, es de las pocas obras para percusión que se basa en notas largas, ya que los percusionistas trabajamos casi siempre con ritmos y notas rápidas. “Hi-hat and me”, de Matthew Shlomowitz, es para un hi-hat y un percusionista que con su voz imita el sonido del hi-hat. De cuando en cuando, la voz se transforma en poesía y comienza a contar anécdotas relacionadas con los números que se emplean en la partitura.

Raphaël Cendo es el enfant terrible de la música francesa actual y “Scracth data” una obra muy energética, que hace estallar el mundo digital en el que vivimos y utiliza el fallo como elemento creador. Además de espectacular y virtuosa, es una propuesta muy intensa y chocante. La última obra será de Horacio Vaggione, “Points critiques”, un proyecto que comenzamos juntos hace doce años y que se materializó por fin hace uno y medio. La parte electrónica está realizada a partir de grabaciones de una caja grabada por mí, y sobre esa creación electrónica yo escribí una nueva parte para ser tocada en directo.

También interpretará «Aphasia», de Mark Applebaum, una obra puramente gestual.

En efecto, la obra fue pensada originalmente para cantante y electrónica pero, por sus características, se ha hecho muy popular entre percusionistas. Applebaum se preguntó qué ocurriría si un cantante sufriera de afasia, una enfermedad que le impidiese expresarse a través del habla. Cuando ocurre algo así uno recurre al movimiento para comunicarse, como hacen las personas sordomudas. La obra consiste en una serie de gestos y movimientos silenciosos, sincronizados con sonidos vocales que emite la electrónica. Es bastante complicado realizar esta sincronía, pero a los percusionistas nos resulta más fácil porque ya de por sí nos movemos mucho. Si a un baterista, mientras toca, le quitases el instrumento y las baquetas, verías su coreografía corporal.

 

Hay también un estreno de un joven compositor vasco, Jagoba Astiazaran. ¿Qué características tiene «... como la mar»?

Todavía la estoy empezando a conocer, porque aunque estudies mucho una obra no se te revela hasta que la tocas en público, y esta será la primera vez que lo haga con la pieza de Astiazaran. De momento me parece una creación muy influenciada por una especia de neo impresonismo. El título sugiere claramente “La mar” de Debussy, extrae muchos colores del vibráfono y los mezcla para crear impresiones, una contemplación personal del mar.