Pablo CABEZA
BILBO

«Pretender, a todo riesgo», una sincera biografía de Chrissie Hynde

«Yo continuaba pegada a la guitarra, trabajaba de cualquier cosa para subsistir e intentaba componer canciones entre los maratones de speed de tres días que empezaban y terminaban en algún club de moteros de Eltham, al sureste de Londres». Esta descripción es parte vital del modo de vida que describe Chrissie Hynde en su biografía «A todo riesgo. Memorias airadas de una Pretender», libro donde se muestra sincera porque sus padres «ya han fallecido».

«Después de haber pasado un par de meses dichosos en Londres, cayeron como el plomo unas cuantas verdades de las que hacen mella: la radio no era tan buena como en Ohio y nadie estaba tan obsesionado con Iggy Pop como yo», cuenta Chrissie Hynde hacia la mitad de “A todo riesgo” (Malpaso), desde donde comienza a escribirse lo más interesante de la autobiografía. Atrás queda su infancia, su adolescencia y su inicial pasión por Bowie, que la relata pocos meses antes de partir hacia Londres [aún no sabía que lo haría] en busca de nuevos sueños.

Ya en Londres (1973): «Empezaban a venirme avisos de que mi vieja, inútil y familiar depresión, constantemente reprimida, volvía a mí con sigilo. Sisé una botella de vino en una botillería y me monté en el subte rumbo a Acton en busca de una dirección donde se celebraba una fiesta».

Hynde se cuela en la fiesta. Allí intima con un tipo que dice conocer a Iggy Pop (un ídolo para ella), y se lía a hablar con él. Desconoce que su futuro se está fraguando al lado de un escuchimizado de pintas raras que termina por preguntarle a Chris si sabe de algún lugar para pasar la noche. Él es Nick Kent, periodista del poderoso semanario musical “New Musical Express”.

Nick se apalanca en casa de ella. Le presenta a sus amigos no como Chris, de Christine, sino como Chrissie, nombre que adoptaría en parte para despistar a los agentes de inmigración. Descubre que Kent es el autor de una crítica sobre Iggy Pop que motivó su partida de Akron hacia Londres porque había que cambiar el destino. «¿Casualidad?» se pregunta ella. Entablan una relación, pero de roces y amores no habla mucho Chrissie. Escribe en “NME”, aunque apunta que siempre con el diccionario al lado; deja atrás su periodo de camarera, pero la escritura tampoco es lo suyo. Comienza a trabajar en la boutique SEX, la de Vvienne Westwood y Malcolm Mclaren, los visionarios de los Sex Pistols. Terminan por echarla. Se tralada al Estado francés, regresa a Cleveland y vuelve a Londres desolada.

Se convierte en una ocupa y no entiende que esto pueda ser posible con una simple patada en la puerta y un candado nuevo, y sin cárcel, con derechos. Como tampoco imagina que un día cercano tendrá una banda de éxito llamada Pretenders.

 

Vicious, Spungen, Iggy Pop, mucho esfuerzo y el éxito

Dicen que quiso ser novia de Sid Vicious, que deseó ser una Sex Pistols. Narra su relación con la novia de Vicious, la fallecida Nancy Spungen: «Todo el mundo estaba más que harto de contemplar la desintegración de la personalidad de Sid y hasta corrieron entre susurros planes para agarrar a Nancy por la calle, empaquetarla en una furgoneta y salir pitando hasta Heathrow y despedirla con un «¡Ahora te vas a tomar por culo!». Habla de Lemmy, se percibe que le adoraba, e incide mucho en Iggy Pop y cómo le ponía, paquete de la entrepierna incluido. No comenta su relación sentimental con Ray Davies de los Kinks. Y de Pretenders desarrolla solo la historia del éxito de sus dos primeros discos. Las drogas y los excesos son parte de cada día. No en vano dos de sus primeros músicos mueren a causa de ellas, pero no se detiene en detalles. Narra con lenguaje de calle y nos habla del triundo de la perseverancia.P.C.