Iñaki URIARTE
Arquitecto
DONOSTIA, CAPITAL EUROPEA DE LA CULTURA 2016

Donostia 2016, la inoportunidad de la Capitalidad

El autor de este análisis observa con una mirada crítica el año de Capitalidad en Donostia y pone su atención en la gestión del proyecto y en la incapacidad de aprovechar la oportunidad para mostrar las facetas culturales del pueblo más viejo de Europa, así como para que hubiese un legado tangible.

Para alivio de los organizadores se ha acabado la pesadilla que les ha (des)preocupado en el año destinado y no han aprovechado como una oportunidad de resurgimiento cultural vasco. Todo empezó con un forzado y extraño lema “Elkarrekin bizi”, alusión a la cultura para la convivencia impreciso, sospechoso, al parecer por imperativo político español y presión de las franquicia de victimistas Covite, AVT, etc.

Las capitales europeas de la cultura representan a un país y en este caso eran Donostia por España y Wrocław por Polonia. Como esencial signo de cultura y respeto a la otra capital es denigrante que en Donostia nadie del sanedrín de vividores del acontecimiento haya dado a conocer la ilustre personalidad de Edith Stein, (Wroclaw, 1891-Auschwitz, 1942) destacada filósofa, ejemplo de mujer moderna y profunda de origen judío luego convertida al cristianismo. Posteriormente Santa Teresa Benedicta de la Cruz, declarada por el papa Giovanni Paolo II además de co-patrona de Europa en 1999.

Centrándonos en lo que suponía la gran ocasión para haber proyectado la cultura vasca. Solo ha servido para reivindicar el esencial problema del euskera, el Foro Europeo de la Diversidad Lingüística, un manifiesto en defensa de los derechos de las lenguas minorizadas. A pesar de la manifiesta burla de que el director general de la Capitalidad ignore la lengua propia del lugar, a partir de ahí cualquier aberración era posible.

Calamidad cultural. Resulta significativo que no se conozcan hasta el final debates sociales sobre el sentido pragmático de la Capitalidad y por indagaciones en distintos ámbitos y personas la impresión generalizada es de desorientación, carencia de rigor, en suma un fracaso que se pretende eludir. La influencia del acontecimiento coincide con el trayecto del Topo, hacia Europa apenas llega a Hendaia y en general se diluye en un radio de unos 45 km.

Los hechos más significativos de este percance han sido la incapacidad para la apertura de Chillida Leku; el atentado a la libertad de expresión con la censura de una exposición artística de unos prisioneros políticos asombrosamente felicitada por el diputado general Olano y el alcalde Goia, proceso habitual en ellos; la retirada de la extraordinaria muestra que vejatoriamente no figuraba en el programa oficial, “Aralar Itsamira” del escultor Juan Gorriti en Miramar Jauregia, organizada por Olaso Dorrea Fundazioa y EHU, clausurada anticipadamente el 23 de setiembre porque estorbaba a la organización de Zinemaldia en su clausura para seguir tomando más copas en el interior y el jardín, un atropello cultural. Otros proyectos despreciados por el comité de la Capitalidad han sido la oportunidad de un radical cambio en el paisaje urbano y el lingüístico de Donostia que hubiesen supuesto un legado tangible. En el patrimonio arquitectónico el paradigma de la incultura tiene al menos tres episodios. La vergüenza de lo sucedido con el Bellas Artes, la aberración cometida en Tabakalera con un jurado que admitió el vaciado, pérdida de su esencia industrial y desfiguración total de un notable edificio, sede de la Capitalidad, como una contribución arquitectónica a la ciudad. Asimismo la barbarie urbanística que amenaza al frontón de Arroka Plaza en Amara, ya no aprecian ni lo autóctono. En ambos casos la prevaricación merodea.

El paisaje urbano como la oportunidad para la recuperación de la configuración integra original de los edificios, obligadamente en los catalogados, suprimiendo añadidos degradantes, marquesinas, revestimientos, escaparates, rótulos, que banalizan la arquitectura tanto en Alde Zaharra y en el Ensanche. La intervención junto a la cúpula del Hotel Londres es vejatoria en múltiples aspectos.

En cuanto al paisaje lingüístico, sorprende en la capital más euskaldun de Euskal Herria en dos aspectos. Uno, la rotulación de establecimientos, anuncios, carta exterior de restaurantes, menús, etc. El otro, la oportunidad de normalizar con denominaciones únicamente en euskara, independientemente de la lengua en que se escriba o hable, además son muy comprensibles y asumibles, de entidades y actividades en las que domina su versión española. Euskadiko Orkestra Sinfonikoa, Donostiako Musika, que rebasa la quincena, Donostiako Orfeoia, Danborrada, Aste Nagusia, etc.

El deprimente perfil cultural de ETB es una muestra de dejadez y el no haber aprovechado para reivindicar ante el mundo el “Guernica”, es la constatación de la baja apreciación por la cultura que históricamente tiene el PNV, basta con recordar los responsables de cultura en todas las administraciones, después del Gobierno de Garaikoetxea.

Conscientes del descalabro se ha encargado un documental “Legatua-El legado” con entrevistas a adictos seleccionados para que exterioricen una pose de entusiasmo y algún discrepante para disimular, sobre la Capitalidad que desgraciadamente para muchos es de la calamidad, de la pérdida de la oportunidad.

Empezó con una ceremonia burlesca, despilfarradora y así ha seguido, 46,8 millones de euro, tanto ruido para tan poco. Lo que debiera haber sido un revulsivo cultural para Donostia y Euskal Herria se ha convertido en un rutinario y reiterado reclamo turístico. La más elemental dignidad personal, profesional y política exige un arrepentimiento público por la nefasta gestión, el fracaso y ridículo exhibido.