Iñaki IRIGOIEN

Manos hábiles para que en Gaza se pueda continuar con la vida, pese a todo

Eve Bruce es cirujana plástica. De gran experiencia. Una vez criada la familia, pudo hacer lo que «hacía años deseaba». Se puso en contacto con MSF para ofrecer sus servicios donde hicieran falta. Ya ha ayudado a muchos gazatíes a «continuar con su vida, pese a todo».

Acaba de regresar a Irlanda, donde teóricamente reside, pero estará en Gaza para cuando este artículo vea la luz. Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización compuesta de profesionales de la medicina que trabaja en más de sesenta países que sufren conflictos armados, desastres naturales, exclusión de ciertos grupos del acceso a la sanidad o epidemias. «Me decís dónde está la necesidad y yo haré lo que pueda para atajarla», les resumió sus intenciones.

Si bien MSF trata de no perderse en cuestiones políticas y proclama que «los pacientes son nuestro foco de interés», la doctora Bruce incluye entre sus misiones la de «ser testigo de la situación; contarle al mundo la historia de los pacientes cuando esta necesite ser contada». Es el caso de Gaza, con casi 2 millones de personas concentradas en un área muy limitada (41 km de largo y de 6 a 12 de ancho). MSF tiene varios centros médicos en Cisjordania y Gaza porque desde 1947 se ha producido una continua reducción del espacio en manos palestinas a la vez que se daba un aumento de la población. Con una densidad de 5.500 habitantes por kilómetro cuadrado (la de Bizkaia es de 520), el 70% de los gazatíes son refugiados. La tasa de desempleo es del 44%, una de las más altas del mundo. Está rodeada de un muro y todo su perímetro, incluida su costa, está vigilado por las fuerzas ocupantes, las de Israel, que imponen el más cruel de los bloqueos. «Estas condiciones han sido denunciadas por Naciones Unidas como un castigo colectivo dirigido a toda la población», ya que provocan que su población tenga un acceso muy limitado a servicios de primera necesidad como vivienda, educación, empleo y salud.

La doctora irlandesa recuerda que Gaza ha sufrido varios ataques de grandes proporciones por parte de Israel en los últimos años, de modo que «cualquier niño menor de 8 ó 10 años lo único que conoce es la guerra». Ahora no están lloviendo bombas sobre Gaza, pero eso no significa que las condiciones mejoren. El bloqueo afecta a los servicios sanitarios. La ausencia de un suministro de electricidad estable hace que los hospitales tengan que depender de generadores, los cuales necesitan combustible, un bien muy escaso. Faltan medicinas y material, lo cual repercute en el nivel de atención médica. Se estima que solo la mitad de las casas que fueron dañadas durante la agresión militar masiva de 2014 han sido reconstruidas, habiendo dejado 65.000 personas sin hogar. La dificultad para acceder a materiales de construcción hace que en muchas áreas la gente esté viviendo entre ruinas, en condiciones inseguras. «¿Qué tiene que ver esto con la atención médica? Las velas son usadas como iluminación, ya que la electricidad llega a las casas unas pocas horas al día; se cocina con fuego. Al anochecer, apelotonados en la oscuridad, en edificios muy precarios, con instalaciones eléctricas inseguras, las quemaduras son muy frecuentes. Operamos a muchos niños que se han quemado al tocar alguna superficie caliente o cables en malas condiciones».

Bruce explica que la atención médica para las quemaduras es bastante accesible en Gaza, pero no la posterior reconstrucción del daño. En esa labor se empeña la doctora Bruce como cirujana plástica. En Gaza, MSF tiene tres clínicas en las que atiende a pacientes que han sufrido heridas traumáticas o que requieren cuidados posoperatorios tras ser intervenidos o bien por médicos de MSF o bien en otros hospitales e incluso en otras ONG. Bruce explica que hasta los hospitales han sido objetivo de los bombardeos, pero incluso en esa situación «la vida continúa. La gente de Gaza trata de vivir una vida lo más normal posible y reconstruir lo destruido. La gente trata, con todas sus energías, de continuar con su vida, casarse, educar a sus hijos… No tienen otra opción».