Pablo CABEZA
BILBO
Entrevista
MIXEL DUCAU
MULTIINSTRUMENTISTA DE BIDAIA

«Darle las gracias a la música es lo mínimo, me ha llenado mi vida»

Mixel Ducau forma Errobi junto a Anje Duhalde en 1973. Tras su disolución en 1985, Ducau inicia un largo recorrido por diferentes estilos. En París conoce a Caroline Phillips, que le cambiaría la vida tiempo después. Ambos son Bidaia, proyecto que cumple 15 años, y novedad con el cautivador «Hitza».

Mixel Ducau comienza a estudiar música a los siete años en el conservatorio de Baiona. El sueño de su madre, Luixa Lagan. nacida en Eiheralarre en 1923 y fallecida el año pasado, era ver a su hijo tocando el clarinete, pero como la clase para ese instrumento está llena le pasan a la contigua, pero para aprender saxo. El joven Mixel se encuentra a gusto con el nuevo instrumento de viento y metal y termina siendo un buen alumno. Con trece años comienza a escuchar pop y rock en la radio, son estilos que encuentra más divertidos que las enseñanzas del conservatorio. Se fija en la guitarra, es la protagonista de lo que escucha. Un amigo del conservatorio, Michael (con el que años después formaría Les Jaguars, con versiones de los Stones, Otis Redding...) le enseña los primeros acordes y Mixel se prenda de cada una de las seis cuerdas. Comienza la exploración por sí mismo. Días y días tocando sobre discos de auténticos y audaces maestros de la guitarra: Frank Zappa, John Mac Laughlin, Alan Holdsworth... y por si todo eso no fuera exigente se fija en los jazzman clásicos. Todo este nuevo mundo le obliga a trabajar con tesón la técnica y las diversas sonoridades de la guitarra.

A cuatro años del debut discográfico con Errobi (1975), se pregunta que por qué no toca el saxo, y se compra un saxo soprano que aún conserva. Varios años después aprende a tocar la alboka; cumple de esta manera un viejo sueño y realiza el viaje inverso: del rock a la música tradicional.

Ducau es un excelente vocalista, labor que comparte ahora junto a su querida compañera Caroline Phillips. Cantar, además, siempre fue habitual en su familia. Con catorce años inicia el karaoke sobre canciones pop. Lo hace en el idioma “yogurt”, también conocido popularmente como “zinglés”.

Con dieciocho años entra en el circuito de los grupos de verbena. Durante ocho años toma el rol de cantante y guitarrista de canciones ajenas. De todo se aprende, fue su gran universidad, aquella que le permite posteriormente filtrar sus conocimientos y acometer Errobi, Zaldibobo y decenas de proyectos, muchos de ellos en París, algunos orientados hacia el pop electrónico.

En 1995 debuta en dúo con Caroline Phillips. Graban dos espléndidos discos. Forman Bidaia en 2002, crean tres discos y nace “Hitza” en 2016, autoproducción distribuida por Elkar. Un disco de world music conectado umbilicalmente con la tradición euskaldun y donde el cuarteto desgrana diez canciones absorbentes, delicadas, sublimes. Phillips y Ducau se ocupan de las voces, pero la chica de Oakland aprende a tocar la zanfoña (ella es pianista), instrumento que termina tiñendo el sonido de Bidaia, como lo hace su voz, como las complementarias voces de ambos.

En “Hitza” les acompañan Matthieu Haranburu y Fred Faure, dos buenos músicos. Y colabora a la voz su hija Alaia, quien estudia en París la carrera de comedia musical, así que baila, interpreta... y canta. Cuenta con una página en Facebook con el seudónimo de Lydia Jones pero ni su aita sabe por qué ese nombre. Lo que sí tiene claro es que «realmente tiene talento». Ugo es hijo de Mixel de un matrimonio anterior. Es técnico de sonido y participa como tal en el disco.

Ducau conoce a Caroline en París. En ese momento la pianista tiene compañero. Mixel está harto de la ciudad y sus falsos sueños. De arruinarse. Decide regresar a su país, sin Caroline, pero con un contacto “por si acaso”. Dos años después le invita a Baiona. Acude. Se queda, aprende euskara y no regresa a París. Prefiere la vida con Mixel y un entorno sin presiones, con la naturaleza por vecina.

Caroline es de Oakland, pero parte hacia París. Cuando Mixel recala en la ciudad del Sena, ella ya llevaba ocho años. Actúa como cantante pianista en clubes o grandes hoteles, con un repertorio moderno americano (Barbra Streisand, Joan Baez …).

Ducau nace en el barrio Lahubiaga, al sur de Baiona, en noviembre de 1951. Desde 2003 vive en Milafranga, donde ensaya y graba gran parte de los trabajos de Bidaia y ensaya el grupo. Asimismo, donde ha nacido un disco folk tan avanzado como natural, “Hitza”. Diez canciones sensoriales, atmosféricas, sin complejos y sin perder el contacto con la raiz de la tradición.

Además de los instrumentos mencionados también toca la txirula, parece que los teclados no son lo suyo.

Tengo bastante facilidad para aprender instrumentos y mucha curiosidad. Siempre quiero entender cómo puede funcionar un instrumento desconocido. Toco muchas cositas, pero lo que estudié seriamente son el saxo, la guitarra y la alboka. El piano nunca me ha atraído. Puedo poner mis dedos para hacer cualquiera armonía, pero no toco. Mi mujer, Caroline, ha tenido una educación pianística clásica de alto nivel. Así tengo a Mozart, Chopin o Rachmaninov en casa.

¿Cómo conoce a Anje Duhalde? ¿Cómo nace Errobi?

Después de unos años de verbenas intensas sentí la necesidad de volver a mis raíces vascas. Frecuentaba el barrio ‘vasco’ de Baiona (Baiona ttipia), librerías, bares y allí encontré a Anje. Él tenía letras de Daniel Landart y quería grabar algo. Yo vivía en Pau y allí grabamos “Goizero” (disco de cuatro títulos). Luego regresé a Baiona y empezamos a componer el repertorio de Errobi en 1973.

Curiosamente, Errobi no se parece musicalmente a sus influencias anteriores. ¿Cuál es su preferido?

Es cierto que escuchaba todo lo que podía con gran voracidad y eclecticismo, pero con Errobi nos sentíamos cerca del folk-rock americano (Dylan, CSN, Neil Young, etc.). ¿Preferencias? Imposible. Me gusta mucho el primero por el hecho de serlo y porque marcó a toda una generación. Me gusta mucho “Bizi bizian” porque se aprecia la energía del directo y “Ametsaren bidea” por la escritura musical. Con este quería componer algo más ambicioso y seguramente que todas esas influencias anteriores me ayudaron.

¿Podría reunirse Errobi?

No me apetece nada (y creo que a Anje tampoco). Hace 35 años que nuestros caminos se separaron y sería muy artificial. Errobi se disolvió por desacuerdos de carácter entre Anje y yo, como sucede muy a menudo en los grupos. La época era muy tensa políticamente y era muy fácil enfadarse por poco.

Posteriormente recordamos Xango y Zaldibobo.

Sí, después hicimos con Beñat Amorena y J. Paul Gilles un trío de jazz avant garde Xango. Luego me fui con la Orquesta Mondragón como guitarrista y saxofonista. Posteriormente me trasladé a París para intentar una aventura en el ‘show biz’ francés (fracaso). Pero allí, con las ganas de regresar a Euskal Herria, surgió la idea de Zaldibobo. Conocí a Joseba Tapia y unir mi guitarra eléctrica con su virtuosa trikitixa me parecía estupendo, sobre todo después de todas las mierdas que había grabado en París. Volví a Baiona y grabé el primer disco de Zaldibobo [1992], para mí una referencia. En mis años parisinos conocí a Caroline Phillips, cantante, pianista y amor de mi vida. Llevamos 25 años juntos. (No está mal, ¿no?). Más tarde, juntos, creamos Bidaia.

Proyecto que también le permite diversificarse.

Es cierto. Durante los últimos 25 años he hecho colaboraciones con mucha gente como músico, arreglista o productor. Desde 2007 estoy también con Oreka TX, propuesta musical que me encanta y en la que he desarrollado mi expresividad con el saxo soprano, el clarinete de bambú y la alboka. Paralelamente, durante 22 años, he trabajado (dos días a la semana) como músico terapeuta en un hospital siquiátrico con adolescentes con trastornos de comportamiento. Una experiencia muy enriquecedora. Colaboro con Tiktara, grupo de son de Zarautz o en el último disco de Peio Ospital.

Intensa vida. Incluso ha grabado con un músico tan extraño como Martin Garat (René Gueraçague). Tenemos el maxisingle delante.

¡Ummm! Esa fue la razón de mi fracaso en París. Me fié de un ‘músico’ que era un estafador y con el que perdí bastante dinero. Una lección de la vida.

En «Hitza» se reencuentra con Jean Phocas, técnico del primer disco de Errobi y con textos del escritor, ya jubilado, Daniel Landart, también con aportaciones para Errobi.

Las letras son de Aitor Sarasua, Xabier Amuriza, Amets Arzalluz y Daniel Landart. Me encontré con Daniel en una tienda de Uztaritze, donde vive, y le conté que estaba con “Hitza” y me propuso unas letras que tenía “en un cajón”. Tomé dos textos que me gustaron mucho.

Su hija Alaia canta la preciosa y envolvente «Musikari otoitza» y lo hace muy bien.

Tiene mucho talento para sus 22 años, ¡lo dice su padre! Cantó una voz guía para la canción y se quedó como voz principal. Los otros invitados en este tema son Frank, un viejo amigo de Guadalupe (Antilla francesa) que habla criollo, y Neptune, un nuevo amigo americano que vive en Goa (India) y toca la muxukitarra de forma virtuosa.

«Hitza» es world music con Euskal Herria muy presente. Le da las gracias a la música y recoge la tradición en «Ezin ahaztu».

Me encanta aprender de los pueblos sin olvidar mis raíces. Darle las gracias a la música es lo mínimo, me ha llenado mi vida. “Ezin ahaztu” es un homenaje a Luis Mariano, lejos de mis influencias, pero siempre me encantó su increíble voz. También es para mi madre, que me transmitió su amor infinito por la música.