Jaime IGLESIAS

El arte vasco se hace notar pese a la infrapresencia de sus galeristas

Hoy se abre al público ARCO 2017. La feria cuenta este año con Argentina como país invitado y con una única galería de Euskal Herria, Carreras Múgica de Bilbo, tras no haber sido aceptada por el comité organizador la propuesta de Altxerri.

Hasta hace apenas una década Euskal Herria era un territorio sobrerepresentado en ARCO, la Feria de Arte Contemporáneo. Hasta siete galerías vascas llegaron a coincidir simultáneamente en el mayor evento estatal consagrado al arte contemporáneo.

Eran tiempos en los que una nueva generación de artistas vascos comenzaba a abrirse paso concitando la atención de coleccionistas y comisarios, actuando las galerías de Euskal Herria como lanzadera para todos estos talentos.

Hoy muchos de estos nombres se encuentran plenamente consolidados y, aunque otros emergen, su proyección ya no se halla tan vinculada al territorio como hasta hace unos años. «En la última década se ha consolidado una tendencia a la centralización en el mercado del arte –comenta Juan Ignacio García Velilla, de Altxerri– y para galerías pequeñas como la nuetra, que operan desde la periferia, lograr el éxito supone, en cierto modo, fracasar.  Si yo consigo lanzar a un artista y ponerle en el mapa, lo normal es que en poco tiempo su obra concite la atención de otras galerías más potentes que exponiéndole en ciudades como Madrid o Barcelona van a darle mucha mayor visibilidad de la que yo puedo ofrecerle».

Eso, en parte, justificaría la paradoja que se da en esta 36ª edición de ARCO, donde el arte vasco mantiene su pujanza con una larga relación de artistas representados en la feria.

Artistas de diversas generaciones que van desde los ya clásicos Chillida y Oteiza hasta valores emergentes como Raúl Domínguez o Maider López pasando por los ya consolidados como Cristina Iglesias, Juan Luis Moraza, Txomin Badiola, Darío Urzay o Jon Mikel Euba, por poner solo unos ejemplos.

Sin embargo, y he ahí la contradicción, esa eclosión de artistas viene acompañada por una infrarrepresentación de las galerías vascas: «El del arte es un mercado complejo que tiene muchas patas: artistas, museos, instituciones, coleccionistas y también galerías, si una de esas patas cojea, todo el andamiaje se resiente y lo que está claro es que, hoy por hoy, en Euskal Herria, las galerías hemos perdido fortaleza y es una pena», comenta Ignacio Múgica de la Carreras Múgica de Bilbo, la única galería vasca con estand en ARCO 2017.

Para Ignacio Múgica, esta ínfima representación en la feria «debería motivar una reflexión colectiva sobre nuestra capacidad para dar visibilidad al trabajo de nuestros artistas. Ahora mismo contamos con una generación de creadores irrepetible. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que vuelva a surgir una generación así? Pues quizá el mismo que necesite el Athletic en ganar otra Liga. Por eso mismo es triste constatar que aunque en Euskadi contamos con artistas muy considerados en las principales bienales de arte del mundo, que no paran de recibir distinticiones y cuyas obras son adquiridas por las más prestigiosas colecciones, nuestros museos apenas les dedican atención».

En este sentido, lo más importante para una galería a la hora de ser considerada por los distintos coleccionistas que, año tras año, acuden a ARCO es tener una personalidad definida y esa personalidad se la dan sus artistas del mismo modo que estos reciben proyección gracias al trabajo de los galeristas.

Artistas legitimados

Se trata, pues, de una labor sostenida sobre un espíritu de recíproca confianza, de ahí que la Carreras Múgica presente este año en la feria una apuesta continuista que se nutre de las últimas creaciones de autores a los que ya había traído a ARCO en ediciones pretéritas.

Nombres como los de Sergio Prego, Pello Irazu, Juan Pérez Agirregoikoa o Txomin Badiola son los que copan el stand de la galería bilbaina en ARCO 2017.

«Es importante que en un evento como este, con tantas propuestas y tantos expositores, la gente te identifique rápido y a nosotros nos identifican con una obra dura, esencial, quienes nos visitan saben que nuestra apuesta es por un arte difícil», dice Ignacio Múgica. En esa relación de confianza recíproca que se establece entre artista y galerista éste, a menudo, recoge los frutos de su apuesta cuando el creador recibe legitimación, como le ha pasado este año a Txomin Badiola con la exposición que le ha dedicado el Museo Reina Sofía. Así lo reconoce Múgica: «Para nosotros ha sido muy importante porque el coleccionista al final busca seguridad y cuando llevas a un artista como Txomin que ha pasado con nota el control de calidad museístico notas que tu galería recibe una mayor atención».

De ahí la importancia de estar presente en una feria como ARCO que, año tras año, atrae a más coleccionistas de todo el mundo, habiéndose desprendido, en buena medida, de ese carácter localista que lastraba su progresión en un momento en el que el mercado estatal del arte se encontraba en fase de estancamiento.

Quizá también haya sido esa necesidad de reducir el número de estands potenciando la presencia de galerías internacionales la que ha dejado fuera de esta edición a la donostiarra Altxerri. «En la línea de lo que habíamos presentado en ediciones anteriores, este año les hicimos llegar una propuesta de estand donde exponíamos a un solo artista pero se ve que, en esta ocasión, no convencimos al comité de selección que dio una baja calificación al proyecto», comenta Juan Ignacio García Velilla.

Para el responsable de Altxerri en la valoración influyó mucho el hecho de que su galería apenas tenga presencia en ferias internacionales más allá de ARCO: «Hace años sí que íbamos a Chicago o a Colonia pero hoy por hoy es algo que no nos podemos permitir porque aunque se te dé bien y consigas vender la obra del artista al que expones hay que tener en cuenta que nosotros no llevamos a artistas consolidados con lo cual tampoco es que las ventas que podamos llegar a hacer nos permitan cubrir la inversión de tiempo y dinero que supone acudir a esas ferias».

No obstante, García Velilla considera lo de este año como un mero incidente al que prefiere quitar hierro: «El hecho de que no tengamos estand no significa que no estemos en ARCO. Yo voy a estar todos los días en la feria porque es un evento al que tienes que venir sí o sí para hacer los contactos necesarios con otros galeristas, con comisarios, con coleccionistas. Es interesante e importante estar aunque no expongas».

Cuestionado sobre lo que habría que hacer de cara a que en futuras ediciones ARCO volviera a tener una representación de galerías vascas acorde con la pujanza de sus artistas, Ignacio Múgica ve necesario potenciar un relevo generacional, de tal modo que vayan surgiendo nuevas galerías, algo que la propia organización de ferias como ARCO, favorece con programas como Opening, cuyos estands quedan reservados a galerías con menos de siete años de existencia y que busca revitalizar el mercado del arte.

«También sería deseable –apunta– contar con un tipo de coleccionista de mentalidad más abierta que se deje llevar por las sensaciones que le inspira una determinada obra antes que por el nombre de quien la firma», dice el galerista bizkaino poniendo como ejemplo su propia experiencia: «Ahora mismo el arte vasco tiene un buen mercado en Latinoamérica, es por eso que nosotros acudimos a ferias como Sao Paulo o Guadalajara. El coleccionista latinoamericano es mucho menos rígido que el europeo en su percepción del arte, se deja llevar por sus emociones y nuestros artistas les resultan muy atractivos. Pero claro para acudir a esas ferias sería deseable un mayor apoyo institucional».

Algo que no comparte del todo el responsable de Altxerri aduciendo que «las instituciones vascas, en la medida de sus posibilidades, ya apoyan el negocio del arte, pero el dinero que pueden dedicarnos es el que es y tampoco es cuestión de andar pidiendo más apoyos. El tema de fondo es que desde la periferia estamos mucho más limitados para hacernos visibles y, como te comentaba antes, este negocio cada vez se ha centralizado más. Ahí tienes el ejemplo de Moisés Pérez de Albéniz, trajo su galería desde Iruñea a Madrid y las cosas le están funcionando muy bien ¿por qué? Pues porque cuenta con un público mayor en número pero también en conocimiento, un público que acude a su galería de todo el Estado sabiendo lo que le interesa ya de antemano y al que no tienes que explicarle lo que está viendo».

Pese a haber variado la ubicación de su galería, Pérez de Albéniz mantiene un fuerte compromiso con el arte vasco exponiendo, en su stand de ARCO con obras de Itziar Okariz, Ana Laura Aláez, Carlos Irijalba, Juan Ugalde o Iñaki Garmendia.

Nombres que, junto a los anteriormente citados más algún otro (como los de Asier Mendizábal o Manu Muniategiandikoetxea), dan buena cuenta, en esta treinta y seis edición de ARCO, del vigor que mantiene Euskal Herria como centro de creación artística, más allá de la exigua representación de sus galerías.