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BRASIL SUFRE UN ATAQUE DE RECATO EN PLENO CARNAVAL

El alcalde evangelista de Río de Janeiro se ausentó en la entrega de las llaves de la ciudad al rey Momo. La anfitriona oficiosa del Carnaval ha aparecido por primera vez vestida en televisión. Varias ciudades han dejado de financiar desfiles para equipar hospitales.

El gordo rey Momo reina en los carnavales de América desde Barranquilla hasta Montevideo, aunque donde es más famoso es en Río de Janeiro. Este año, al rey le han dado esquinazo, pues el alcalde se ha ausentado en la entrega de las llaves de la ciudad. La figura del rey Momo es, en realidad, pagana. De griego a romano y luego importado en carabela a América, Momo siempre ha sido dueño y señor del carnaval de Río. Pero desde enero, en Río de Janeiro gobierna Marcelo Crivella, un exobispo evangelista. Crivella, multimillonario, profesa una religión nueva, una versión homófoba y mojigata del cristianismo que se inventó un tío suyo y que bautizó como Iglesia Universal del Reino de Dios.

Al pudoroso alcalde desaparecido le han llovido las críticas por el repentino mutis por el foro. Sus compañeros han tenido que inventarse excusas, como que su mujer se ha puesto enferma (una gripe repentina, según el portavoz de Turismo), para justificarle. Con todo, los medios hace tiempo que ya daban por hecho que el exobispo iba a poner pies en polvorosa. Al final, el Carnaval es demasiado importante y al rey Momo tuvo que entregarle las llaves de la ciudad la responsable de Cultura. Y en cuanto a introducir algo de recato en la fiesta, resulta algo bastante complejo. Por ilustrar esto con una cifra, en el año del Mundial de Fútbol se repartieron 104 millones de preservativos en Río de Janeiro con motivo de los carnavales. En esta edición, la cifra se ha reducido considerablemente, hasta los 77 millones. El reparto de condones es una tarea que asume el Ministerio de Sanidad, que viene acompañada del lema «¡En Carnaval, use camisinha y viva esa gran fiesta!».

Pero la del alcalde no es la única muestra de recato que viven los cariocas. Desde hace tres décadas, además de Momo, el Carnaval tienen otra anfitriona oficiosa, la Globeleza. Es una figura que impulsa la televisión más vista, O Globo, y con la que realiza varios anuncios. La sorpresa ha sido que, por primera vez, la Globeleza ha aparecido vestida con trajes tradicionales en esos anuncios, cuando normalmente solo cubre su cuerpo desnudo pintándolo con algo de purpurina.

Los cambios en el vestuario de la Globeleza llegan después de una lluvia de críticas por parte de colectivos feministas, que ven en este personaje una cosificación de la mujer negra. De hecho, la actual Globeleza (Erika Moura, con tono de piel canela) fue elegida en 2015 después de que estos grupos denunciaran en 2014 que la mujer elegida tenía la tez demasiado oscura. Luana Genot, fundadora del Instituto de Identidades de Brasil (IDBR), relata que fue una victoria importante. «Estamos luchando para que las mujeres negras no se reduzcan a estereotipos. Los negros apagamos los televisores cuando apareció la anterior Globeleza, para mostrar que no queríamos ser representados por ella».

La otra gran batalla de las feministas está en el lenguaje y, al ser Carnaval, esto afecta a la música y las canciones. Debora Thomé, miembro de Mulheres Rodadas, explica que cuidar el lenguaje «es algo nuevo, aunque cada vez más personas utilizan un mensaje más correcto y liberador». Una de los términos polémicos y que quieren erradicar es «mulata», ya que la consideran peyorativa por tener su origen en la palabra «mula».

Carnavales anulados por la pobreza

En Brasil, el Carnaval tampoco es ajeno a la economía. Mientras en Río la fiesta tiene mucho de negocio (se habla de un movimiento económico de mil millones de dólares), en otros puntos sin playa la fiesta se ha suspendido por falta de recursos. Cerca de 40 ciudades de importancia han dejado de subvencionar la fiesta o la han suspendido. Una de las más llamativas es la de Sao Luiz de Paraitinga, que tiene uno de los carnavales antropológicamente más importantes. En Curitiba, capital de Paraná, se ha dejado el carnaval en manos de empresas privadas y en Ribarao Preto, no hay presupuesto para el desfile. El paradigma ha sido Araruama, donde el Ayuntamiento ha cambiado la partida de 130.000 euros destinada al desfile para poder equipar el hospital.

La propia ciudad de Río desplegará hasta 9.000 militares para que estas dos caras de la fiesta, la del exceso y la de la escasez, no se toquen por las calles.