Pablo CABEZA
BILBO

Un doble vinilo recuerda al músico iruindarra Roberto C. Meyer

En abril de 2013 fallecía Josetxo Ezponda, líder de Los Bichos y uno de los músicos más singulares del rock peninsular. El músico Jaime Cristobal, otro de los notables de la escena iruindarra, le publicaba un ep donde participaba Roberto C. Mayer, quien fallecería en julio de 2016. Ahora, el bar Nebula de Iruñea tributa a Roberto con la edición de «Roberto C. Meyer & Alpha 60. Shelter from the dark», doble vinilo que recoge su última experiencia musical .

El bar Nebula de Iruñea lleva cerca de cuatro años organizando conciertos de entidad. de hecho ayer mismo, con aforo completo, contaba con la actuación de los apreciados The Sadies. Además, en su Facebook se puede ver una foto donde un grupo de gente muestra con entusiasmo que el doble álbum “Roberto C. Meyer & Alpha 60. Shelter from the dark” les ha llegado y que está listo par recordar el último proyecto de Meyer, fallecido a los 45 años mientras enfocaba su vida hacia lo culinario frente a lo musical; de hecho, editaba el proyecto Alpha 60 dentro de una carpeta plana y sin salida comercial. Partía el cedé desde Barcelona, donde trabajaba camino de ser chef y tras pasar un periodo en Londres. La posible entrevista siempre quedó colgada, a pesar de la buena comunicación y de seguir con admiración su carrera desde los diferentes proyectos que generó a lo largo de los noventa y durante el nuevo milenio, aunque ya más disperso.

Tras su fallecimiento, Jaime Cristóbal, otro músico de envergadura de la ciudad y conocedor de la vida urbana y musical del inquieto Meyer –además de ser parte de Alpha 60– escribía: «The Glitter Souls fue su grupo fundamental, nacido hacia 1992 y desvanecido en 2000. Cuando entré en el grupo en 1993 no me podía creer que hubiera alguien en Pamplona, ni siquiera en España, canalizando tan brillantemente influencias de esas que veinte años después son moneda común, pero que en el panorama de entonces impresionaban: T-Rex, Suicide, Serge Gainsbourg, The Stooges o Johnny Cash. Vale, estaban Los Bichos (a pocos kilómetros) pero Roberto y su universo tenían una brillantina cosmopolita, moderna, algo arty, algo malvada, y tremendamente romántica, que le separaba de forma fundamental de Josetxo Ezponda. Los no-hits glam de esa primera época, cantados en un registro alto a lo Johnny Thunders o Bowie que meses después se volvería popularísimo con la llegada de Suede, fueron grabados precariamente pero todavía encierran una magia inexplicable. Roberto se hartaría de oír decir que lo suyo no sonaba como ningún grupo español del momento. Dimos pocos conciertos, casi siempre en el Donegal, ese insospechado lugar de confluencia para gente… diferente. Pero Roberto fue incomprendido hasta por los supuestamente outsiders que lo frecuentaban».

Cía Meyer se proyecta en experiencias tan atractivas como The Beautiful Losers o The Brillantina’s. Con estos últimos logró una cierta proyección, pero por diversas circunstancias, principalmente por el entorno cultural, nada termina cuajando por mucho que se escriban excelentes críticas de uno u otro proyecto.

Homenaje

Desde El Nebula Recordings la apuesta por recordar la última etapa musical de C. Meyer ha sido tan entusiasta como generosa en esfuerzo, ya que se opta por la edición de un doble vinilo muy cuidado y donde se incluyen las últimas grabaciones como Alpha 60. De nuevo es Jaime Cristóbal quien glosa la historia de esta parte de la vida del músico y amigo: «Debía de ser 2006 cuando Roberto me reveló por primera vez que quería volver a formar un grupo, y cuando de hecho oí por primera vez el nombre Alpha 60 ("con la letra griega, no con la palabra"). Caminábamos por el cruce de la Avenida Roncesvalles hacia la calle Bergamín durante una de sus visitas, ahora que vivía en Brighton. Por alguna razón mi memoria siempre ha almacenado el lugar donde tenían lugar esos momentos tan distintivos en mi vida con Roberto, ese mágico instante en el que me proponía un nuevo proyecto. ¿Beautiful Losers?: en casa de Carlos, barrio de San Juan. ¿Foundation Resting Stones?: un paseo por la Calle Taconera, camino de lo viejo. ¿The Brillantina's?: en el Palladium de Bilbao antes de un concierto de los Glitter Souls. Y, sin embargo, esta vez era especial. Especial porque todos esos grupos que habíamos tenido en los 90 ya no existían. Y porque Roberto llevaba unos cuantos años semirretirado de la música, sin componer, después de una actividad creativa furibunda entre 1993 y 2000. El final de los Glitter Souls especialmente –su proyecto principal– había sido agridulce, abrupto, con un aire de asuntos sin resolver».

Lo que parecía que podría ser inminente, no lo es. El músico parte de nuevo y no regresará a Iruñea hasta tres años después. Cristóbal describe esta vuelta de entusiasmante, «con un amasamiento de instrumentos, de ideas atropelladas, de nombres, de canciones, de proyectos... Estaba exultante, lleno de su afilado humor, divertidísimo. Paseaba por Pamplona sonriente, desafiante, tocado con su Stetson, con el aplomo de alguien que con treinta y tantos ya no tiene que construirse el personaje al que uno aspira con veinte».

Entre 2010 y 2011 se va dando forma a “Shelter from the dark”. No hay prisa, se va construyendo, pero el músico continúa con su inquieto dinamismo y abandona de nuevo la ciudad. El relato de Jaime Cristóbal concreta cómo se graba una segunda sesión con las partes distanciadas y finalmente convergiendo. Se materializan siete versiones, alguna tan curiosa y abrumadora como la recreación de “The killing moon”, de Echo and the Bunnymen que la banda y Meyer reconvierten en una mezcla de Nick Cave con Johnny Cash, como en otras piezas.

El legado se materializa con una veintena de canciones de alt-country, folk, rock etéreo y el lado sombrío del rock australiano. En elnebularecordings.bandcamp.com, tanto se puede escuchar el disco como adquirir.