Irati Jimenez
Escritora
JO PUNTUA

No te fíes

Si no entiendes algo, quiero decir. Un texto, este artículo, algo Si fallan las frases. Si se han llenado de palabras largas que podrían ser sustituidas por otras más breves y conocidas. Si las estructuras son farragosas, si los significados se ocultan, si te sientes expulsado del territorio al que se supone que querría llevarte el autor. Si terminas y solo piensas «¿y esto de qué coño iba?». Desconfía. Como lectora, si estás ahí, dispuesta a que te cuenten algo, ya estás haciendo tu parte. Si la comunicación naufraga el problema está al otro lado.

Lo sé porque la mayor parte de mi trabajo consiste en escribir. A veces, es fácil –al fin y al cabo, se trata de perfeccionar una habilidad que te enseñan cuando tienes seis años– y otras, como decía Stephen King, es como estar cagando de rodillas mientras cavas un agujero con una pala. En el segundo caso, las dificultades siempre provienen del mismo sitio: o no sabes qué decir o no te atreves a decirlo. El primero es un problema de honestidad; el segundo, de coraje. En ambos casos, lo justo cuando te pagan por tu trabajo es descubrir lo que quieres decir y comprometerte con ello. O callar y reconocer que el mundo sería mejor sin ese zumbido narcisista proveniente de muros, blogs y columnas. Por desgracia, la verdad se sustituye a menudo con diarrea verbal, lugares comunes y un barniz de esnobismo que se aprovecha de los complejos de los lectores y cultiva una imagen del autor tan erudita como falsa e imprecisa. El autor deshonesto, decía Schopenhauer, escribe con el nudo corredizo echado, no vaya a ser que mañana tenga que cambiar de opinión.

Por eso, si el texto no funciona, desconfía. Exígenos siempre a las personas que escribimos que te digamos cosas y que te las digamos de manera que las puedas entender. Recuérdanos que el buen estilo siempre es claro, que la honestidad no se masculla, que la verdad nunca es un trabalenguas y que la pistola en la sien que nos amenaza nunca se disparara porque, en realidad, nadie nos está obligando a escribir, ¿verdad?