Joseba VIVANCO
R. MADRID-BARÇA

Leo Messi se lleva (2-3) uno de los clásicos más locos y vibrantes

Un clásico de nombres propios. De los dos guardametas, pletóricos Keylor Navas y Ter Stegen con paradas increíbles y que dejaron corto el marcador. De Marcelo, que sigue insistiendo en ser el mejor lateral izquierdo del mundo a pesar de sus evidentes carencias defensivas. De Sergio Ramos, que se fue a la caseta con roja directa a falta de quince minutos por tratar de cercenar la carrera del ‘10’ barcelonista. De James, el primer colombiano que marca en un duelo de este tipo y que mantuvo vivo a su equipo con uno menos... Y de Leo Messi. Sobre todo y por encima de todo, de Leo Messi. El mejor jugador del mundo. El, probablemente, mejor jugador de la historia, con permiso de Maradona. Lideró, goleó, ganó. Igualada en la cabeza de la tabla y los merengues con esa visita pendiente a Balaídos.

Clasicazo. Fútbol trepidante, ocasiones casi a cada minuto. Partidos de esos que no deberían terminar nunca, que deberían seguir sí o sí. Y por encima de todos Messi. Él fue el que equilibró el gol inicial de Casemiro en la primera mitad. Un tiempo marcado por el argentino que fue dueño y señor. Ya en la reanudación, las ocasiones se multiplicaron tanto como las paradas de los porteros hasta que Rakitic puso el 1-2, el Real Madrid se quedó con uno menos a falta de quince minutos tras la dura entrada de Ramos a Messi, y cuando todo parecía encarrilado, apareció James para enloquecer un partido más loco aún con su 2-2. Pero el clásico estaba reservado a Messi. A nadie más. Minuto 92 y el Madrid concede una contra que el argentino ejecuta con un disparo raso a la gloria. El título liguero está en el aire.