Raimundo Fitero
DE REOJO

Ridículos

Dice Rufián que la vida es eso que pasa entre dimisión y dimisión de Esperanza Aguirre. También podría ser lo que transcurre entre imputación e imputación de ministros de Aznar y Rajoy. La acumulación de casos, de incidencias, de manzanas podridas es tan grande que se podría estar pensando de manera positiva en una disolución de esta banda llamada Partido Popular o por orden de la Justicia o por decisión propia. Marine, por ejemplo, ha dejado de lado al Frente Nacional para poder competir sin ataduras partidarias a la presidencia de Francia. Su contrincante tampoco tiene partido. Estamos entrando en una nueva fase que no tenemos claro si es vieja antes de empezar.

El ridículo es un sentido que no sabemos si es endógeno o exógeno. Pero hay individuos que no lo tienen en su código de comportamiento ni ético, ni político ni periodístico. Paco Marhuenda, por poner un ejemplo, me lo encuentro en 13 TV de tertuliano hablando del caso en el que está imputado. Eso es no tener sentido del ridículo. Ni vergüenza. Y quienes lo ponen en la tertulia son sus cómplices. Aventuro un pequeño terremoto en La Sexta. Mantenerlo es impresentable, sacarlo es un enfrentamiento con la empresa. El ridículo de los ridículos.

Aunque para ridículo mayúsculo esa pareja de jetas, de robapinzas formada por Javier Nart, tertuliano sangrante de las tertulias de la extremísima derecha y Albert todo por España, ahora compañeros en Ciudadanos que en “El Objetivo” se contradicen de una manera pueril asegurando uno que eran amiguitos de Macron y el otro que no lo conocía, y como tienen más cara que espalda el ridículo se queda en eso, en una muestra más de que mienten hasta en eso. El reduccionismo tertuliano y político es tan grande que comparan a Rivera con Macron. Otro ridículo. Demasiados ridículos.