Pablo CABEZA
BILBO

«Mi voz responde más a contar historias que a lucirse»

Jexuxmai Lopetegi es un avezado músico de Zarautz, ex-Akelarre, que está al frente de Jexuxmai & Noizbehinka desde hace algo más de dos décadas. A finales del año pasado creó «Itzal zaunka», disco-libro mutidisciplinar que presenta mañana en Teatro Principal de Donostia.

Desde 1985 a finales de 1991 Jexuxmai Lopetegi tuvo que estirar sus agudos para ser el vocalista de Akelarre, además de ser guitarra de apoyo. Tras algo más de un lustro de largas noches y fines de semana laborales, Lopetegi prepara el inicio de su carrera en solitario junto a Noizbehinka. Sin agobios temporales graba seis discos hasta que tras “Errekan gora” llega “Itzal zaunka” (Elkar), obra referencial en su carrera y que une música, ilustraciones (Antton Olariaga), y textos (Harkaitz Cano), además de contar con diversas colaboraciones.

Un ladrido en “Txakur txiki” –corte que cuenta con la poderosa y dúctil voz de Lidia Insausti, cantante de Sky Beats– evoca que “Itzal zaunka” son los pasos y las circunstancias de un perro existencialista con un lado oscuro que cuenta su historia en primera persona. Podría pensarse en un álbum conceptual y, de alguna forma, lo es. Pero lo curioso es que las canciones no han surgido del alfabeto, sino de las encantadoras ilustraciones de Antton Olariaga. Después entran en interacción global Harkaitz Cano y Lopetegi. La unión de las tres fuerzas desatan la tormenta, pero no para hundir veleros, sino para apaciguar las olas, sus crestas desesperadas hasta dejar el día y la noche calmada.

«Primero fueron los dibujos. La ordenación de los mismos inspiró a Harkaitz para escribir el texto-cuento para adultos. Y paralelamente respondió a mis esquemas musicales con sus letras. Por supuesto, el cartel del concierto [espléndido] lo ha hecho Antton Olariaga. Bueno, ha ilustrado media docena a cada cual más bonito, y Lorena Martínez es una artista que monta collages en tiempo real mientras dura la canción», explica Lopetegi a caballo entre el disco y el directo de mañana en Donostia. Directo que el pasado 21 se representó en el cine modelo de Zarautz con gran éxito y que mañana pasará por Antzoki Zaharra de Donostia (20.00) y el 6 de mayo por Sutegi aretoa de Usurbil (22.00).

«El directo es como un musical con pantalla grande donde se proyectan clips concebidos para cada canción. Está el trabajo de filmar a artistas en tiempo real, tanto para Antton Olariaga como para Lorena Martínez con sus collages. Otros clips tomados en exteriores con bailes convierten el espectáculo en algo especial. En cuanto a la banda somos seis más invitados como Petti, Andrea Lopetegi y Lidia Insausti. Hay un par de sorpresas que hemos añadido a los once temas. En total, 70 minutos de espectáculo», explica Lopetegi.

Lo que podrá escucharse y ver/imaginarse se muestra en “Itzal zaunka”, disco-libro de 120 páginas, medio centenar de ilustraciones, un cuento, las letras y un disco al final con once canciones sanas y acogedoras.

Discurre “Itzal zaunka” entre una canción ligera de tono funk negroide como “Txakur txiki”, de blues roto al lado de Petti en “Zakur ilun, begi aurrekara” y de folk-pop en el resto del disco. Bloque que se muestra seductor con sus ritmos medios, apacibilidad melódica, algunas escobillas, teclados flotantes y la voz de Jexuxmai Lopetegi, que no es la de Lidia Insausti, pero resulta acogedora por tono, timbre y calidez, dos brazos abiertos. Una voz más notable y seductora que la propia visión del vocalista: «No, qué va, soy un desastre en cuanto a lo de la voz. No sé trabajar el diafragma y esas cosas. Hombre, para ser cantante de Akelarre había que pasar la prueba de dar el ‘La’ a 440hz justo en la canción que daba nombre al grupo. Así asegurabas las tesituras altas, en los 80 se funcionaba así. Todo el mundo quería tener a Sting de cantante, valga como ejemplo. Para mis discos en solitario mi voz bajó un par de tonos o más, que es donde se halla más natural, sin timbres forzados, que responde más a contar historias que a cantar luciendo. No uso vibratos, no alargo notas finales…, que es propio de cantantes al uso».

“Gauaren izpi” suena imperecedera y a hit; “Konforme” es folk de raíz en el crepúsculo, valdría para la gran etapa final de Johnny Cash con Rick Rubin;“Ganbara txikietako konspiratzaile” es ambiental; “Biribila bada” trascurre delicada y desnuda, y “Bukatzen jakin behar” une voz, teclado y percusión en una trama emocional.

«Compongo según vienen y si pasan el control de melodía, armonía y enganche, vamos, que puedan aguantar la escucha varias veces seguidas sin descalificarla, pues nada, que ya tienes una. Trabajo con ruedas de 8 o 16 compases, que voy apilando. De la elaboración de esas ruedas o esquemas surge el tema musical». Pero resta el letrístico, al que en esta ocasión ha puenteado: «El hecho de trabajar con Harkaitz Cano me libera del sobreesfuerzo que supone contar una historia en cada canción. Él responde en la brevedad de unos días a la melodía que le propongo. Una maravilla».

Lopetegi compone con acústica en busca del arpegio adecuado. «Todo lo guardo en el móvil por comodidad. Luego está la recopilación de escritos variados míos. Eso hasta ahora. ‘Itzal zaunka’ ha sido una excepción porque le tenía a Harkaitz Cano al otro lado del e-mail. Trabajar con quien tiene inventiva te hace inventivo», afirma.