Joseba VIVANCO
Fútbol internacional

Vida más allá de las grandes ligas

Esta jornada se disputó desde un derbi en la capital armenia al clásico croata, pasando por la consecución del título para Olympiakos.

«24 April 1915... a dark date in Armenian history. My thoughts are with my fellow compatriots», escribió Henrikh Mkhitaryan en su cuenta de Twitter este lunes, recordando a sus compatriotas en el 102 aniversario del Genocidio Armenio bajo el yugo del Imperio Otomano. El futbolista del Manchester United es natural de Erevan, capital de Armenia, situada a los pies del monte Ararat, la montaña bíblica sobre la que cuentan se posó el Arca de Noé después del diluvio universal, quizá porque el armenio fue también el primer pueblo en adoptar el cristianismo como religión oficial en los primeros años del Siglo IV, allá en el 301. Antes de despuntar y darse a conocer en el Borussia Dortmund con Jurgen Klopp, este mediocampista políglota que habla o entiende, además de su propio idioma, el ruso, inglés, portugués y alemán, ganó tres títulos al inicio de su carrera enrolado en las filas del Pyunik Erevan, uno de los dos clubes históricos de su país de origen.

El Pyunik es el más laureado de Armenia desde su independencia, en tanto su tradicional rival el FC Ararat llegó a alzarse con el doblete de la URSS al ganar la liga y copa soviéticas a primeros de los setenta, por delante de equipos como el Dinamo Kiev o el Dinamo Moscú. A día de hoy, el balompié armenio es un triste recuerdo de aquellos tiempos, en el que apenas, muy de vez en cuando, asoman la cabeza jugadores como el propio Mkhitaryan o como el futbolista francés de origen armenio –por parte de madre porque su padre era mongol– Yuri Djorkaeff, pareja de ensueño junto a Zinedine Zidane en la selección Bleu, quien fiel al profundo arraigo de sus gentes por su patria y sus paisanos, confesó una vez que antes de decidirse a fichar por un equipo, buscaba en la guía telefónica de la ciudad apellidos armenios, llamaba a algunos de estos teléfonos y decía a quien le atendiera que era un compatriota recién llegado y a ver si le apetecía tomar un café.

Este fin de semana Erevan revivió uno de los clásicos de la liga del país, donde el FC Ararat, colista con solo 9 puntos en 24 partidos, recibía al Pyunik, con 36 y cuarto clasificado en un campeonato de solo seis equipos y en el que todos se enfretan entre sí en hasta cuatro ocasiones. Dos conjuntos históricos venidos a menos, con solo jugadores nacionales en sus filas, y cuya rivalidad se saldó con victoria local por un solitario gol.

Casi 2.500 kilómetros al Oeste, en Bucarest, se disputó otro de esos duelos que no despiertan interés entre las principales ligas europeas pero que tenía su miga porque en juego estaba el liderato de la liga de Rumanía. El líder FCSB –nueva denominación de aquel histórico Steaua que perdió en 2015 los derechos de propiedad de su marca y tuvo que cambiar no solo de nombre sino hasta de escudo– recibía al segundo clasificado, el Viitorul, que no es otro que el club que creó en 2009 a orillas del Mar Negro el que fuera ‘Maradona de los Cárpatos’ George Hagi. La cosa terminó 1-1, manda el FCSB con 3 puntos de ventaja –tercero en discordia es el Dinamo de Bucarest de Rivaldinho, hijo del exculé y exdeportivista Rivaldo– y mientras el Ministerio de Defensa, dueño de la patente del antiguo Steaua, anuncia la creación de su propio equipo con ese nombre.

Son las estrambóticas cosas del fútbol rumano, donde lo mismo gana el título un equipo con solo cuatro años de vida, que está a punto de ganarlo otro en bancarrota. Nada que ver con la tiranía que ejerce a 1.160 kilómetros al sur el Olympiakos, que acaba de proclamarse campeón por séptima vez consecutiva de la Super Liga griega, 18º título de los últimos 20 en juego. La entidad surgida en 1908 al amparo del puerto del Pireo y que sedujo a las clases obreras frente al burgués Panathinaikos, campa a sus anchas en el fútbol heleno guiados por el ya veterano argentino Esteban Cambiasso y un viejo conocido de la Real, el catalán Alberto de la Bella.

Bojan Krkic hace historia

Más al sur, de Atenas a Zagreb, unos 1.500 kilómetros, se citaba el Vječni derbi o derbi eterno croata, Dinamo de Zagreb y Hajduk Split, modri frente a ‘insurgentes’ (hajduk) o bandidos que combatían al Imperio Otomano, enfrentados también en las gradas con sus cánticos y bengalas los ‘Bad Blue Boys’ locales con la ‘Torcida’ visitante –en honor a la afición brasileña–, esta vez con el Dinamo segundo y los de Dalmacia terceros, pero victoria 0-2 para el club que entrena desde finales de 2016 un catalán, Joan Carrillo, extécnico del Almería.

El Hajduk Split, que fuera ojito derecho del mariscal Josep Tito en la Yugoslavia socialista, no solo se enfrentó en su momento a los otomanos, sino también al Imperio Austro-Húngaro que no permitió a la región de Dalmacia unirse al resto de Croacia. En Austria, precisamente, y más en concreto a unos 765 kilómetros, en Viena, se disputó este fin de semana el Wiener Derby, duelo de verdes contra violetas, Rapid contra Austria, el club que nació de la clase obrera frente al de la clase media, con Hietzing, barrio vienés, cuna de ambos.

Una rivalidad histórica en la que vio la única cartulina roja el gran Matthias Sindelar, uno de los mejores jugadores que ha dado el país. Victoria visitante que le coloca segundo en la tabla pero muy alejado de los ‘toros’ del Red Bull Salzburgo que entrena otro catalán, el exculé Óscar García, y cuyo equipo juvenil –con 12 nacionalidades diferentes en su seno– acaba de ganar la Champions de la categoría, tras eliminar a las camadas de PSG, City, Atlético, Barça y Benfica. ¿El secreto? Que la mayoría de sus jugadores juega en el filial del club, en la Segunda austríaca, y la apuesta de la entidad por captar a las mejores promesas. Apunten este nombre de futuro: Xavier Schlager, interior zurdo de veinte años.

De jugadores emergentes como estos son de los que se ha abastecido el Leipzig en la Bundesliga para seguir aferrado a la segunda plaza, a ocho puntos de un Bayern que empató en casa ante el Mainz, nuevo equipo del exazulgrana Bojan Krkic, que no solo marcó sino que se convirtió de paso en el séptimo futbolista que anota en las cuatro grandes ligas: Alemania, Inglaterra, España e Italia.

Otro jugador cuyo gol no pasó desapercibido fue el de Angela al Cagliari, el primero que firma un jugador italiano del Udinese desde octubre de 2015. Aunque para goles el 5-4 del Fiorentina-Inter cuando en el minuto 60 los nerazurri ganaban 1-2. Eso sí, Mauro Icardi hizo tres, 24 ya en 31 partidos, lo que no impide que el Inter sume 2 puntos de 15 posibles. Nada como Edinson Cavani, 44 goles en 44 partidos esta temporada en el PSG en todas las competiciones. Ha renovado hasta 2020. No como Zlatan Ibrahimovic, lesión de gravedad, no seguirá en el United y quién sabe si dirá adiós. «Volveré más fuerte», ha retado. ‘‘Puedes jugar en Suecia con una sola pierna’’, le animó una pancarta en el campo del Malmoe.