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Shanghai

El rival chino de Airbus y Boeing despega con éxito

En su primer vuelo de ensayo permaneció 80 minutos en el aire antes de aterrizar suavemente en el aeropuerto internacional de Shanghai. El C919 es un avión de pasajeros de tamaño medio concebido por China para intentar romper el duopolio Airbus-Boeing.

El aparato, construido por la empresa pública Commercial Aircraft Corporation of China (Comac) había despegado del mismo aeropuerto una hora y veinte minutos antes entre los gritos y aplausos de las miles de personas que se habían agrupado a lo largo de la pista. Con cinco personas a bordo, alcanzó unos 3.000 metros de altitud y una velocidad de 300 kilómetros por hora. Los pilotos fueron recibidos como héroes al descender por la pasarela, cubierta para la ocasión con una alfombra roja.

«China, por fin, tiene un gran avión... pero con decenios de retraso», comentó un cierto Li Jiachen sobre las redes sociales, según recogió AFP. «Me pregunto si los billetes serán más baratos ahora que tenemos nuestro propio avión», bromeaba otro internauta, aludiendo al tono patriótico de la mayoría de los comentarios sobre el evento.

Con este aparato capaz de transportar 168 pasajeros a 5.500 kilómetros de distancia, Comac espera competir en el ámbito de los vuelos regionales con las dos estrellas internacionales de medio alcance: el B737 de la estadounidense Boeing y el A320 del consorcio europeo Airbus. El Gobierno comunista ha hecho de este avión, cuyo primer ejemplar fue desvelado al público en noviembre de 2015, una apuesta de prestigio, por lo que se ha invertido una abundante cantidad de fondos públicos para su fabricación. No tener un avión “made in China” es hallarse «a merced de otros», se lamentaba el presidente Xi Jinping en 2014.

Cartera de pedidos

Comac ya ha ensamblado dos C919 y otros cuatro verán la luz de aquí al año 2019 si se cumplen las previsiones que hizo públicas Bao Pengli, codirector de Shanghai Aircraft Manufacturing Co., una filial dedicada a la producción. «La cuestión más espinosa es que nuestra experiencia en la fabricación aeronáutica todavía tiene que perfeccionarse ya que, después de todo, es la primera vez que China construye un avión de este tipo», comentó Bao a los periodistas antes del vuelo inaugural.

No obstante, está claro que el objetivo marcado por Pekín es poner fin al duopolio Airbus/Boeing, al que no han llegado a inquietar ni la compañía canadiense Bombardier ni la brasileña Embraer. «Eso llevará tiempo», asumió Bao.

Boeing y Airbus se reparten, casi equitativamente, el vasto mercado chino, que antes de 2024 debería destronar a Estados Unidos como el primer mercado mundial del transporte aéreo. Comac espera comerse una parte de este pastel y asegura que a finales del pasado año tenía registrados 570 encargos para el C919, casi todos por parte de compañías chinas.

El principal reto: la certificación

El fabricante chino ya cuenta en su activo con haber concebido el ARJ-21, un pequeño avión regional: seis años después de su primer vuelo en 2008, este bimotor de 79 a 90 plazas obtuvo el certificado de seguridad a finales de 2014 por parte de las autoridades chinas y en estos momentos sigue comercializándose. Pero, he aquí el problema: aún no ha obtenido el visto bueno de la autoridad aeronáutica estadounidense (FAA), por lo que está limitado a los vuelos internos. El reto de la certificación también se anuncia complicado para el C919: el beneplácito de la FAA es indispensable para sobrevolar Estados Unidos y se reclama para todos los aviones destinados a vuelos internacionales.

También podría ser complicado para Comac convencer a los potenciales compradores en un mercado internacional «bloqueado por Airbus y Boeing», insiste Shukor Yusof, analista del gabinete Endau Analytics en Malasia. Frente a estos mastodontes, que acumulan «una larga historia y productos consolidados», el productor chino deberá ganar en credibilidad, y eso «no llegará solo en diez años», indicó a AFP.

Y eso que el C919 también se aprovecha de tecnologías extranjeras. Por ejemplo, está equipado con los motores Leap desarrollados por la estadounidense General Electric y la francesa Safran. «Poco importa que la tecnología y las piezas procedan del exterior: en tanto en cuanto el avión es fabricado en China, yo estoy a favor», comentaba un tal Ai Cungu en la red social Weibo.

 

Un jet con suite presidencial para viajar desde Hong kong hasta Tahití

Deer Jet, la mayor compañía de vuelos de negocios de Asia, presentó recientemente el “Viaje de ensueño de Hong Kong a Tahití”. Un concepto que poco tiene que ver con el mercado de pasajeros al que se destina el C919. Además de poder disfrutar de 7 noches en una suite presidencial de un hotel de 5 estrellas en la isla polinesia, los pasajeros podrán viajar en el exclusivo 787 Dream Jet, que ha sido calificado como «el jet de negocios más perfecto del mundo» y que dispone de una espaciosa cabina de 220 metros cuadrados, observando la Primrose Tiara (solo hay cuatro joyas de este modelo en el mundo) en el dormitorio que se encuentra a bordo. Este viaje no está al alcance de cualquiera, ya que supone un desembolso de 500.000 yuanes la hora (más de 65.000 euros).GARA