Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Álvarez-Solís dialoga con Dios en la búsqueda de una sociedad más justa

El periodista Antonio Álvarez-Solís trata a través de un centenar de poemas de entablar un diálogo profundo con Dios para, desde su declarado comunismo militante, tratar de que su meditación le sirva para buscar la senda por la que alcanzar los valores transcendentes de igualdad, justicia y libertad. Prosista consumado, el colaborador de GARA persigue a través de la emoción que impregna el verso de encontrar ese camino que al marxismo se le resiste.

Más de dos años han transcurrido desde que Antonio Álvarez-Solís pisó por última vez tierra vasca. Después de permanecer ese tiempo enclaustrado en su domicilio de Madrid por una fractura de femur, lo que le ha causado cierto grado de agorafobia, retornó la semana pasada a Euskal Herria para presentar el libro “ÉL. Historia de una amistad’’, en el que, después de un extenso prólogo con el que trata de explicar su meta, presenta un centenar de plegarias de actualidad para el siglo XXI con las que conectar con Dios.

Ha sido un lustro de trabajo para dar a luz un pequeño libro que refleja ese diálogo entre un comunista con Dios acerca de los deberes que a un cristiano y marxista le corresponden respecto a la humanidad. «Ser cristiano y comunista (moriré siendo ambas cosas) –confiesa Álvarez-Solís–, significa una adscripción completa al servicio del colectivo humano con asunción absoluta y elevada de los valores transcendentes de igualdad, justicia y libertad».

«Nací comunista, católico por bautismo. No me considero católico, soy católico raro –corrige– de Juan XXIII y del Papa Francisco». «La espera del milagro es una de las cosas que más deforman el comportamiento cristiano, pues disminuye tu confianza en la luminosa entrega al Espíritu, que no ha de basarse en lo extraordinario, en lo sobrecogedor sino, sobre todo, en el ejercicio de tu voluntad fraterna», manifiesta.

Como comunista apuesta por «cambiar decididamente, revolucionariamente, si es preciso, las condiciones de la vida social mediante la instauración de un Sistema que nos devuelve la dignidad y la condición de herederos de la tierra». «Hay que desbaratar otra vez la mesa de los cambistas, que destrozan con su juego moneteario la nobleza del trabajo», proclama.

El colaborador de GARA pretende colaborar, «aunque sea muy modestamente, en esta reedificación humana que ha tener como motor espiritual cristianismo y como herramienta de acción un colectivismo social al que deseo llamar comunismo a fin de no transigir con el miedo al lenguaje por parte de los simples». Aclara el autor que no es su última obra «un texto pretencioso de mística o ascética, y menos de metafísica», sino «una oferta de vida llana y cordial». «El ser humano se ha convertido en un objeto de compraventa cuya principal y desgraciada característica es que se compra o se vende a sí mismo, ya sea por soberbia o por necesidad humillante», lamenta.

Ayudar a la causa comunista

Antonio Álvarez-Solís se preguntó al iniciar la reflexión que da pie al libro «por qué el comunismo había perdido tensión, y políticamente estaba en peor situación» y halló una respuesta en el espíritu. «Es algo a lo que solo podemos entenderlo en el hombre», apunta.

Emplea para ilusionar, para buscar la justicia, libertad e igualdad, el verso, que acompaña por ilustraciones de su hija Noemí. «El verso para mi es emocional, me explica muchas cosas», explica. «Aunque alguno no sea poeta –confiesa–, siempre te sale algún verso que merece la pena».

«Yo quiero que la gente se emocione», insiste, seguro de que nos enfrentamos a un ciclo histórico. «Ahora es el tiempo del choque radical», aventura con una lucidez desbordante de citas, animando «a salir con emoción a la calle» para reivindicar otro mundo.

Álvarez-Solís aboga por fundir la revolución material con la espiritual en este tiempo, a su juicio, esperanzador en el que el compromiso es imprescindible. «No consumas tu tiempo en oraciones/cuando el mundo necesita tu presencia./Reza poco. No excedas las intenciones/ verbales. Dios nos convoca a la existencia./ Da de comer al hambriento. No le reces/No te pierdas en palabras. Dale peces. Acompaña en la soledad, ya que a veces/ la soledad es el hambre. Rueda a diario para que tu alma grite por tus manos./ No vivas en soledad, pues pereces», proclama en uno de sus versos.