Núria VILÀ
Hebrón

LOS FANTASMAS DE CARNE Y HUESO QUE PUEBLAN HEBRÓN

En el casco antiguo no se ve a nadie. En la ciudad que fue el centro comercial del sur de Cisjordania, hoy sólo quedan calles vacías, barreras que cortan las comunicaciones, ventanas enrejadas, tiendas cerradas o, las que siguen abiertas, sin compradores.

Nuestra situación es muy mala; por favor, ayúdenos comprando algo», exclaman chicos jóvenes que persiguen a los activistas internacionales o periodistas que han venido a conocer la situación de primera mano. De los turistas no queda ni rastro, y los lugareños sólo se desplazan por el interior de Hebrón cuando es estrictamente necesario. Aquí se da un hecho singular: el centro de esta ciudad es el único en Cisjordania donde se ha implantado una colonia judía. Es por eso que la violencia entre palestinos e israelíes, que viven frente a frente, ha sido constante en los últimos años. Mirando hacia arriba se observa una red de hierro que protege a los peatones que caminan por debajo de la basura que arrojan los colonos que habitan las casas de más arriba. Pasan los años, la basura se acumula y por los callejones cada vez anda menos gente. Desde el inicio del conflicto, las autoridades ocupantes han cerrado 1.800 negocios palestinos y han forzado a unos 13.000 palestinos a dejar sus viviendas en el centro, según Youth Against Settlements, ganándose así el apodo de «ciudad fantasma».

El activista de Hebrón Issa Amro, fundador y director de dicha organización palestina, denuncia los «dobles estándares» que el Ejército usa en Hebrón. «Los palestinos se encuentran bajo la ley militar israelí, mientras que los colonos están sujetos a la ley civil. El Ejército israelí es procolonos, son parte de la ocupación. Trabajan juntos haciendo la vida de los palestinos más dura para forzarlos a marchar y fortalecer así el proyecto de asentamientos en el centro de la ciudad», remarca Amro, con una visión que comparte la mayoría de activistas de Hebrón.

Dos acontecimientos han abocado a la situación de bloqueo actual: la entrada de colonos en la ciudad en 1979 –y hasta 1984, cuando establecieron 4 colonias–, y el ataque a la mezquita de Ibrahim.

La entrada de colonos comportó una política de separación y restricción de movimientos de los palestinos, que condujo a muchas familias a abandonar el casco antiguo. La economía colapsó. Hoy en la ciudad viven unos 850 israelíes, a menudo armados y protegidos por unos 2.000 soldados, según la organización palestina Al-Haq.

Una década después, en 1994, un ataque perpetrado por un ciudadano israelí nacido en EEUU, Baruj Goldstein, mató a 29 palestinos que rezaban en la mezquita de Ibrahim, también conocida como Tumba los Patriarcas. Es considerada lugar de culto tanto por el judaísmo como por el islam. El ataque, conocido como «masacre de Goldstein», es un suceso muy recordado por los palestinos, ya que marcó un punto de inflexión considerable en la historia de Hebrón. Tras el ataque, «en vez de implementar acciones para proteger a los palestinos en el área, el Gobierno y el Ejército decidieron convertir la mitad de la mezquita en sinagoga y cerrar la calle Shuhada a los palestinos», cuenta Amro.

Los comercios de Shuhada

Shuhada, que fue el centro vital de la ciudad vieja, vio cómo a raíz de la masacre de Goldstein «más de 500 comercios eran clausurados en esta calle por el Ejército israelí y el resto se veían forzados a cerrar porque las entradas a la zona estaban bloqueadas». Ahora sólo quien viva en el interior de la calle tiene derecho a cruzar el checkpoint y acceder a ella. Este hecho, dice Amro, «efectivamente creó una ciudad fantasma».

En 1997 la ciudad fue dividida en dos zonas en el marco del Protocolo de Hebrón, que llevó a la creación de las áreas H1 –bajo control palestino– y H2 –controlada directamente por Israel–. «Dentro del H2, los palestinos no pueden utilizar vehículos, están sujetos a identificaciones de bolsa y carnés de identidad a diario y son acosados por los colonos, motivados religiosa e ideológicamente para habitar esta tierra ocupada», explican en la web de Youth Against Settlements.

Según la organización israelí B'Tselem, desde 1994 más de 1.000 viviendas palestinas en el H2 –el 40% de las casas en esta zona– han sido abandonadas. En total, la ONG israelí Breaking the Silence calcula que unos 18.000 palestinos resisten en esta parte, que registra una tasa de paro del 70% de la población, una de las más altas de Cisjordania. A pesar de estos datos, los activistas de Youth Against Settlements no se rinden: «Mediante la educación y el empoderamiento de los palestinos, alentamos a la población de Hebrón a permanecer en el área, mantenerse firme y montar campañas de resiliencia y resistencia no violenta».