GARA
DONOSTIA

Los juegos y poesías visuales de Chema Madoz, en Artegunea

Juegos, guiños, poesías visuales y metáforas, el universo de objetos creados y recreados por Chema Madoz, se reúnen en la exposición «Ars Combinatoria», que exhibe en la sala Artegunea de Tabakalera el recorrido artístico del fotógrafo madrileño. Más allá de fotógrafo, Madoz se considera un «poeta visual» o incluso «un escultor».

La sala Artegunea, que la Fundación Kutxa posee en la planta baja del centro cultural Tabakalera, acoge desde hoy y hasta el 5 de noviembre una colección de 70 fotografías de Madoz, desde algunos de sus primeros trabajos aún protagonizados por figuras humanas, hasta el desarrollo de lo que configura el grueso de su obra, objetos que devienen en otros objetos, que juegan con las apariencias hasta convertirse en acertijos, metáforas o simples bromas.

Madoz, aquejado de un problema de salud, pudo viajar ayer a Donostia para presentar su exposición, aunque, tal y como explicó la comisaria, Oliva María Rubio, se espera que venga en setiembre.

La comisaria explicó que Chema Madoz, más allá de fotógrafo, se considera un «poeta visual» o incluso «un escultor» que utiliza la técnica fotográfica para presentar sus creaciones, esos objetos imposibles que él mismo modifica o inventa, o, en ocasiones, simplemente cambia de contexto.

La exposición reúne algunas de las imágenes icónicas de la trayectoria del artista madrileño, como la nube enjaulada, el collar de perlas que se convierte en una soga con nudo corredizo, las gotas de agua que actúan como remaches metálicos, la veta de madera en forma de llama o la escalera apoyada en un espejo que emula una ventana hacia el «otro lado».

Olivia María Rubio explicó que para crear estas imágenes Madoz acude a distintos procedimientos: «condensaciones, asociaciones, yuxtaposiciones, desplazamientos» y «encuentros fortuitos a los que somete a los objetos».

«Estos desplazamientos, metamorfosis, combinaciones o búsqueda de relaciones entre los objetos contiene una especie de ligereza que se asocia con la idea de juego», agregó.

Sus imágenes, todas ellas en blanco y negro, proponen, a través de objetos encontrados, modificados o totalmente inventados, juegos visuales, muchos de ellos con una gran carga irónica, que invitan al espectador a participar, a desentrañar la surrealista lógica interna que opera en ellas. Rubio indicó que la mayoría de su obra es «blanca» y no es política, aunque algunas fotografías sí contienen cierta carga crítica, como la que muestra un podium de hielo, que expresa «lo efímero de la fama», el collar de perlas-soga, sobre la codicia, o la que refleja un frasco de perfume que se convierte en jeringuilla, con la que aborda la cuestión de la droga.

También se inspira y muestra, según dijo la comisaria, la «fragilidad» del ser humano, lo efímero del paso del hombre por el mundo, que materializa en sus juegos con diversos relojes o trenes.

La contemplación de las creaciones de Madoz genera en el espectador «extrañeza» y, al mismo tiempo, «familiaridad», la que se genera cuando el visitante reconoce los juegos y guiños propuestos por el autor.

Madoz nunca titula sus obras, precisamente para no dar pistas ni orientar la mirada del público, al que invita a participar en una relación de «simbiosis entre observador y creador», destacó Oliva María Rubio.

La muestra “Ars Combinatoria” llega a Donostia después de varios años de itinerancia que la han llevado desde Rotterdam hasta Arles pasando por Barcelona, Santiago de Compostela, Salamanca y Estambul.

La exposición se completa con algunas de las portadas y carteles que han utilizado imágenes de Madoz, quien recibió el Premio Nacional español de Fotografía en el año 2000, tres años después de que el Centro de Arte Reina Sofía albergara una exposición individual de su obra, la primera retrospectiva que este museo dedicó a un fotógrafo español vivo, un hito que lo elevó definitivamente a la categoría de artista.

También se muestra un fotopoemario que Madoz creó junto con el poeta catalán Joan Brossa.