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Aluvión de críticas tras la marcha atrás de Trump sobre Charlottesville

Donald Trump volvió a provocar una nueva ola de indignación tras dar, como es habitual en él, marcha atrás en sus declaraciones sobre el ataque racista de Charlottesville y volver a responsabilizar por igual de lo ocurrido el sábado a ultraderechistas y antifascistas. El presidente estadounidense disolvió ayer dos consejos de asesores empresariales después de que muchos de sus miembros dimitieran en señal de protesta por su reacción.

El presidente de EEUU, Donald Trump, recuperó el martes su tesis original para culpar «a los dos bandos» de los enfrentamientos y el ataque racista del sábado en Charlottesville. «No tengo ninguna duda», insistió durante una improvisada e incoherente rueda de prensa marcada por su tibia reacción. Trump atribuyó en un principio la responsabilidad a «múltiples partes» y, presionado, el lunes condenaba al KKK, los neonazis y los supremacistas blancos, para volver a girar el martes.

Mientras los demócratas criticaban a Trump por el impulso dado los supremacistas blancos con sus comentarios, al considerar que la violencia en Charlottesville fue impulsada solo por quienes «difunden el racismo, la intolerancia y la intimidación», aumentaron también las reacciones entre los miembros del Partido Republicano.

Varios legisladores republicanos criticaron el martes las declaraciones de Trump, entre ellos el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que rechazó la «ambigüedad moral» y calificó de «repugnante» la supremacía blanca. A ellos se sumó el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, al señalar que «no podemos tener ninguna tolerancia con una ideología de odio racial. No hay neonazis buenos, y quienes comparten sus ideas no apoyan los ideales y libertades estadounidenses». Más duro fue el senador Lindsay Graham, quien advirtió a Trump de que sus palabras «están dividiendo a los estadounidenses».

Las críticas provinieron también de la actriz Barbra Streisand –«sin una declaración preparada, dice lo que realmente piensa»– o de la estrella del baloncesto LeBron James –«el odio racial siempre ha existido en EEUU, pero Trump lo va a poner de nuevo de moda»–.

Además, el éxodo en sus consejos de asesores obligaron ayer a Trump a disolver el Consejo de Fabricantes Estadounidenses, siete de cuyos miembros lo abandonaron entre el lunes y ayer, incluido el presidente de la mayor federación de sindicatos del país, AFL-CIO, y el Foro de Estrategia y Política, cuyos integrantes decidieron ayer renunciar en masa a sus cargos.

Aunque desempeñan un papel simbólico, la disolución de los dos principales foros empresariales que daban recomendaciones a Trump supone un golpe para un presidente que ha prometido reactivar la economía y beneficiar a las compañías de EEUU.

Crece la presión para retirar los monumentos confederados

Tras años de debate sobre qué hacer con los polémicos símbolos de la Confederación defensora de la esclavitud, adorados por la extrema derecha y los supremacistas blancos, el ataque racista en Charlottesville ha intensificado la campaña para retirarlos. Un informe de abril de 2016 del Southern Poverty Law Center reveló que más de 1.500 símbolos confederados se encontraban en tierras públicas, la mayoría en el sur.

Los esfuerzos por retirar las estatuas del general Robert E. Lee en Charlottesville y de un soldado confederado en Alexandria (Virginia) están bloqueados en tribunales y parlamentos de ambos estados, pero otros símbolos han sido retirados mientras EEUU enfrenta su complicada herencia racial.

Manifestantes de Durham (Carolina del Norte) derribaron el lunes una estatua de 1924 y en Gainesville (Florida) otra de 1904 fue trasladada a un cementerio privado. El sábado, el alcalde de Lexington (Kentucky), uno de los mayores mercados de esclavos, anunció sus planes de retirar dos estatuas. Baltimore retiró sus monumentos en la madrugada de ayer.

Sin responder directamente, Donald Trump sugirió el martes que, igual que los supremacistas de Charlottesville, también él se opone a la eliminación de estos monumentos. «Esta semana es Robert E. Lee (…) ¿Será George Washington la semana que viene? ¿Será Thomas Jefferson la siguiente?», se preguntó.GARA