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RANGÚN

Myanmar abre la puerta a los huidos que no sean de la etnia rohinyá

El jefe del Ejército de Myanmar, el general Min Aung Hlaing, pidió ayer a los desplazados de «raza nacional» que han huido del estado de Rajine por la ola de violencia que regresen a su territorio y reconstruyan sus comunidades, un mensaje que excluye a los rohinyás.

El jefe del Ejército de Myanmar, el general Min Aung Hlaing, de visita ayer en Sittwe, capital del estado de Rajine, invitó a los desplazados de «raza nacional» a regresar a sus aldeas. Este término hace referencia a las etnias reconocidas oficialmente por el Gobierno birmano, cosa que no ocurre con los rohinyás, la etnia apátrida más perseguida en el mundo, según la ONU, y que carecen de nacionalidad.

«Con respecto a la rehabilitación de las aldeas de nuestras razas nacionales, las personas de razas nacionales que huyeron de sus casas, antes de nada, deberían volver», manifestó.

Naciones Unidas ha descrito la respuesta del Ejército birmano ante los ataques de milicianos rohinyás como una «limpieza étnica» que ha forzado a la comunidad rohinyá a huir de Myanmar, un país con mayoría de población budista.

El Gobierno birmano niega esta acusación bajo el argumento de que el Ejército está llevando a cabo una legítima campaña en respuesta a los ataques de insurgentes rohinyás.

Durante su discurso –en el que estuvieron empresarios, oficiales y algunas personas desplazadas–, Aung Hlaing no hizo referencia a las acusaciones de limpieza étnica contra las Fuerzas Armadas birmanas.

Evitó mencionar la vuelta de los musulmanes rohinyás a sus aldeas, de las cuales casi la mitad han sido abandonadas e incendiadas. «Lo importante es tener a nuestra población en su región. Es necesario tener un control de nuestra región con nuestras razas nacionales. No podemos hacer nada si no hay gente de nuestras razas nacionales... Ese es el lugar que les corresponde», subrayó.

India quiere deportarlos

Por su parte, el ministro de India, Rajnath Singh, defendió los planes del Gobierno de deportar a 40.000 rohinyás que han huido al país, sobre quienes dijo que representan «una seria amenaza para la seguridad».

Recalcó que su deportación no supondrá para India la violación de ninguna ley internacional porque el país «no es siquiera firmante de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 de la ONU», algo que «debe ser entendido».