Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La reina Victoria y Abdul»

La emperatriz de la India conoce a uno de sus súbditos

Me maravilla lo perspicaz que se vuelve la gente que comenta cine cuando se enfrenta a una película de manual, de esas que dan exactamente aquello que prometen. Nadie se va a sorprender viendo “Victoria & Abdul”, como tampoco te pueden pillar por sorpresa los correspondientes comentarios basados en obviedades culturales y cinematográficas. Decir a estas alturas que Stephen Frears no es el joven airado que atacaba al gobierno de la señora Thatcher en sus primeras películas sobra, a sabiendas que ya va para octogenario. Menos comprendo aún que alguien se pueda rasgar las vestiduras, porque su excelencia Judi Dench quiera volverse a lucir en un papel regio que le puede valer su octava nominación al Óscar a la edad de 82 años.

Debo ser un simple de marca mayor, pues considero que Frears ha hecho muy bien en crear un vehículo de absoluto lucimiento para su anciana amiga, que se lo merece. Y como espectador les estoy muy agradecido a ambos, en función de que Judi Dench tiene la oportunidad de desarrollar y completar un papel que ya bordó en “Su Majestad Mrs. Brown” (1997), al retratar esta vez la etapa postrera de la reina Victoria a partir del año 1887. El recital de la actriz es impagable en los momentos en que la monarca se comporta como una vieja que devora la comida y ronca en público sin miramientos.

En cuanto al conservadurismo de la película me parece el lógico en una obra sobre el imperialismo británico, considerando las décadas que todavía faltaban para que la India consiguiera su independencia. No hay que ser muy agudo para comprobar que la emperatriz de la India no tenía ningún conocimiento real sobre el basto territorio asiático que dominaba, y menos todavía sobre sus habitantes. Por eso le llama tanto la atención todo lo que le cuenta su súbdito indio, al que no duda en ascender a “munshi” o consejero personal.