Beñat ZALDUA
6 días para el referéndum

Un millón de papeletas para centrar el camino hacia el 1-O

La recta final para el 1-O llega con los llamados de las entidades a la movilización pacífica y la incógnita sobre los próximos pasos del Estado.

Entramos en la semana del 1 de octubre y aunque la Guardia Civil augura tormenta –literalmente, a través de Twitter–, en Barcelona luce el sol. Como buen católico, el Estado frenó en el «día del señor» la oleada represiva y los catalanes pudieron salir a la calle a reivindicar el 1-O por el puro disfrute de hacerlo, sin tener que responder al último embate de la Fiscalía y las Fuerzas de Seguridad del Estado, que ayer estuvieron más ocupadas en tapar con unas lonas el glorioso Piolín del barco en el que se alojan. Llegan tarde, el gol en propia ya ha subido al marcador.

También fue día de misa en Catalunya. Mientras el president, Carles Puigdemont, y el delegado del español, Enric Millo, escuchaban en la celebración de la Mercé al equilibrista arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, pedir seny a la clase política, desde lo alto de Montserrat llegaba la homilía de un monje que puso en pie a la abadía que guarda a la virgen negra –equivalente catalán, por qué no, a Arantzazu–.

El padre Sergi D’assís dejó a un lado la Biblia y recurrió a la Declaración Universal de los Derechos Humanos para defender las libertades más fundamentales y reclamar al Estado que deje de «menospreciar» a las instituciones catalanas. «Que Dios nos ayude a saber afrontar estos días siempre con espíritu pacífico, y también a estar en el lugar que nos corresponde en este momento de nuestra historia. Que así sea», añadió. El sábado fue la CNT la que manifestó su apoyo sin fisuras al referéndum. Anarquistas y curas de la mano en la recta final del 1-O.

Y es que todo se va decantando. Mientras el líder del PSC, Miquel Iceta, justifica la actuación del Estado –«Si alguien se salta la ley, las consecuencias son inevitables» –, el portavoz de Catalunya Sí que Es Pot, Lluís Rabell, contrario en principio a la convocatoria del plebiscito unilateral, advertía: «No se puede poner la mordaza a todo un pueblo, no habrá democracia en España si las libertades de los catalanes son aplastadas».

Mientras la gran patronal catalana, Foment del Treball, considera «necesaria» la intervención de las cuentas catalanas, el gigante financiero JP Morgan Chase recomienda «una revisión total de la Constitución» para acercar Catalunya «al estatus de un Estado semindependiente en una federación». Y mañana, el Banco Central Europeo ha convocado a todos los grandes bancos españoles en Madrid. Dicen que no hablarán del referéndum, pero solo faltarán cinco días.

Entidades llaman a la calma

El sábado, cuando todos los titulares apuntaban a una toma de control de los Mossos d’Esquadra por parte del Gobierno español, surgieron varias convocatorias de falsa bandera que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural tuvieron que salir a desmentir. La tentación de pensar mal sobre las anónimas convocatorias existe, y las entidades soberanistas no dudaron ayer en conjurarse contra posibles provocaciones.

«Pasarán cosas graves, pero pase lo que pase, que nadie se equivoque en la respuesta: nuestro único objetivo sigue siendo votar el 1 de octubre», clamó el presidente de la ANC, Jordi Sànchez, en Barcelona, epicentro de la descentralizada «Maratón por la democracia» que las entidades celebraron ayer en más de 500 ciudades y pueblos de Catalunya –encontrarán la crónica desde Girona en la página 4– y que tuvo como colofón el reparto de un millón de papeletas del 1-O entre la ciudadanía.

El mensaje a mantener la serenidad y la no violencia lo repitieron también, en sus turnos de palabra, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y el presidente de Òmnium, Jordi Cuixart. La primera ha vuelto a sus orígenes, le queda mejor el traje de activista callejera que de presidenta del Parlament y ayer disfrutó encima del escenario: «Quiero denunciar aquí y ahora la Operación Tumulto. Nos quieren en la cárcel y para eso quieren hacer ver que aquí hay violencia. Y no la hay, ni la habrá».

Entre los numerosos agradecimientos con los que Forcadell arrancó su discurso, el que más aplausos recibió fue el referido a los Mossos, «que están defendiendo sus competencias». Es una de las incógnitas de los próximos días. Si una parte importante de la policía catalana se niega a obedecer las órdenes del coronel de la Guardia Civil, el gol en propia del Estado habrá sido antológico. Si los Mossos obedecen sin reservas, miles de catalanes verán rotos sus corazones. Pero cuidado, como ya se ha visto durante la última semana, hay margen de actuación entre la desobediencia pura y la obediencia ciega. Veremos.

Forcadell acabó instando a los presentes a «salir bien pronto el 1 de octubre de sus casas para votar Sí o para votar No, pero para votar por dignidad», tras lo cual dio la palabra a Cuixart, que transmitió su agradecimiento a «los demócratas que hoy se reúnen en Zaragoza». «Nunca nos enfrentaremos entre pueblos», añadió en referencia a la reunión celebrada en la capital aragonesa a instancias de Podemos [ver páginas 6]. Un acto de gente favorable al referéndum que fue sitiada por ultras de la extrema derecha ante la pasividad de la Policía española, que aseguraba no poder hacer nada porque la mayoría de agentes están buscando urnas en Catalunya. Difícil buscar mejor resumen de la situación.

De hecho, entre otras cosas la Policía estaba más ocupada en sobrevolar con un helicóptero el acto de las entidades en Barcelona, interrumpiendo con ello en varias ocasiones a Cuixart y Sánchez: «Saluden al helicóptero, por favor, y sonrían, que a los sediciosos de este país nos gusta mucho sonreír».

Rumores y falsas convocatorias

Pese a la calma de ayer, la tensión sigue existiendo, sobre todo en las siempre sobrecalentadas redes sociales. El director de TV3, Vicent Sanchís, tuvo que salir el sábado a negar que le hubiesen detenido, mientras que la ANC y Òmnium se vieron obligadas a advertir contra supuestas convocatorias, hechas en su nombre, como respuesta al intento de tomar el control de los Mossos por parte de Interior. Un intento, por cierto, que en las próximas horas sabremos en qué cristaliza.