Ramón SOLA
EN EL ENCIERRO DE LA UB

51 AñOS DESPUÉS, OTRA «CAPUCHINADA» PARA GANAR

EL ENCIERRO DE ESTUDIANTES ANTIFRANQUISTAS E INDEPENDENTISTAS EN LOS CAPUCHINOS DE SARRIà (1966) REVIVE ESTOS DÍAS PARA MUCHOS VETERANOS QUE PASAN POR LA UB, DONDE MILES DE ESTUDIANTES INTENTAN LOGRAR LO QUE SUS MAYORES NO PUDIERON. UN FOCO REBELDE QUE AVANZA: EL JUEVES Y VIERNES CONVOCAN HUELGA UNIVERSITARIA.

No hay clases, pero la actividad es frenética en la vieja UB. En la calle de entrada, media docena de estudiantes rotulan en una gran tela el programa de este día, cuarto de encierro. Otros han instalado una mesa ante la puerta, en la que ofrecen a los transeúntes informarles de en qué colegio tienen que votar este domingo próximo. Marta Rosique, una de las portavoces de la protesta, explica a GARA que «vamos adaptando nuestra actividad a las necesidades que vemos. Y una de ellas era informar a la gente sobre el 1-O». El domingo ya se encargaron de repartir nada menos que un millón de papeletas de voto por toda Catalunya.

Por esa mesa no deja de pasar gente, con una edad media de unos 60-70 años. Los estudiantes tiran de ordenador portátil para aclararles todas las dudas sobre el domingo: papeletas, horarios, colegios... «Son sobre todo personas que no tienen facilidad para usar internet y agradecen mucho esta ayuda», indican los voluntarios.

La emotiva interacción entre dos generaciones tan alejadas se nota también dentro del edificio. «Por aquí está pasando mucha gente, sí –confirma Rosique–. Los mayores nos dicen que tenemos todo su apoyo. Los que son más jóvenes recuerdan protestas como las que se hicieron contra el Plan Bolonia, y los de más edad se acuerdan de la ‘capuchinada’ antifranquista».

De aquello ha pasado más de medio siglo, pero dejó profunda huella en el subconsciente de la sociedad catalana. Fue una movilización antifascista pero también independentista, en un momento en que el franquismo estaba aún muy vivo: 1966. El desalojo policial dejó imágenes tan elocuentes como las de frailes capuchinos corriendo por las calles de Barcelona delante de la Policía franquista. Hasta ‘‘The New York Times’’ se hizo eco.

Hoy también los universitarios barceloneses atraen a cámaras de todo el mundo. Mientras Rosique atiende a GARA, el coordinador de prensa le traslada que después quiere hablar con ella una televisión rusa. La disposición de todos ellos a informar de su movilización resulta absoluta. Una de sus portavoces es interpelada por una periodista, en tono que suena algo acusador, sobre si no piensan volver a las clases. «Pues no. Esta es una situación de excepción. Por otro lado, ya antes las clases no se estaban llevando a cabo con normalidad. Y estamos en contacto permanente con el Rectorado. La idea es seguir aquí, desde luego», aclara.

De hecho, en un nuevo paso adelante el jueves y viernes se ha convocado huelga en todas las universidades. El jueves habrá una movilización que se presume masiva a las 12.00 desde la Plaza de la Universitat. Y antes, mañana mismo, un acto político a las 17.00 reunirá a los estudiantes con tres pesos pesados del procés: el vicepresidente del Govern, Oriol Junqueras; su portavoz, Jordi Turull; y el presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart.

Su demanda es tajante. Por un lado, que «el Estado español acabe con el estado de excepción». Por otro, que dé paso a «un referéndum vinculante y efectivo. Universitats per la Republica, explica Rosique, ya trabajaba antes como plataforma, pero fue el zarpazo represivo del miércoles lo que les animó a lanzar este encierro que ha sido secundado masivamente (unas 3.000 personas entraron el viernes y entre 300-400 pernoctan allí cada día en esta ‘capuchinada’ moderna).

De Franco a Piolín

Habiendo jóvenes de por medio, imaginación no falta, y diversión tampoco. En los carteles que decoran las paredes del edificio histórico pueden verse desde proclamas del fusilado president Lluís Companys al retrato de Francisco Franco pidiendo «No votes». Uno de esos carteles de «Se alquila» que suelen verse en los edificios se ha colgado en el claustro de la UB, pero añadiéndole esta coletilla: «dictadura en Espanya». Y, cómo no, está Piolín. Mira alegre a una hoja de voto: «¡Qué linda papeleta!».

También hay una «caja de resistencia» para que quien quiera pueda apoyar económicamente. Y llegan perolas repletas de macarrones con tomate, para seguir resistiendo y escribiendo la Historia.