Jaime IGLESIAS
Entrevista
DAVID ARRATIBEL
CINEASTA

«Asumí esta película como un film sobre una conversación pendiente»

Nacido en Iruñea, empezó trabajando en comunicación como director creativo. En 2013 realizó el documental «Oírse». Presenta «Converso» en Zinemaldia, filme con el que ganó el Premio del Público en el Festival Punto de Vista de Iruñea y que él define como catárquica.

“Converso” hace referencia a aquella persona que abraza una nueva creencia, pero también es la primera persona del presente del indicativo del verbo conversar que es justamente lo que hace David Arratibel con sus seres más queridos, su madre, su cuñado y sus dos hermanas. Todos ellos hablan de la transformación que vivieron tras dejarse guiar por la fe católica, un fenómeno sobre cuya naturaleza indaga el cineasta a fin de comprender las razones del otro.

Viendo la película uno tiene la sensación de que se trata de un trabajo que nace de la necesidad de entender ¿«Converso» es un film catárquico?

Totalmente aunque es curioso porque, en origen, el proyecto carecía de esa intención. Yo empecé a trabajar con mi cuñado en un proyecto para hacer una película sobre música sacra, iba a ser una suerte de road movie visitando iglesias y órganos. Con él era con la única persona con la que yo hablaba de religión porque con mi madre y mi hermana, en cuanto sacábamos el tema la cosa acababa en bronca. Pero a la que empiezo a hablar con él le pregunto por mi hermana –porque yo siempre me había cuestionado hasta qué punto la conversión de mi hermana no vino de la mano de mi cuñado– y él, con toda la lógica del mundo, me dijo, ‘mira, ese es un tema que tienes que hablar con ella no conmigo’ y eso me llevó a otra película que me enfrentaba a hablar con mi familia sobre un tema que, hasta ese momento, habíamos evitado.

¿Y cómo le plantea la película a tu familia?

Desde el primer momento hubo un pacto. Les dije: ‘mira quiero hablar de esto con vosotras y grabar estas conversaciones, no va a haber equipo de filmación, solo estaremos la cámara y yo y cuando haga el montaje vosotras vais a ser las primeras en verlo y si tenéis la más mínima pega la película se para’.  Y fue grabando a mi hermana cuando ella me soltó eso de ‘a mí esta peli me ha venido muy bien porque me ha servido para explicarme ante ti después de seis años en los que no querías saber nada’. Eso me llevó a preguntarme ‘¿por qué he sido tan miserable de no querer saber nada de un tema tan importante para ellos hasta que me he puesto a rodar una película sobre el mismo?’ A partir de ahí me planteo este trabajo desde otra óptica y asumo “Converso” como una película sobre una conversación pendiente. Por eso cambio el formato y de ejercer como entrevistador fuera de plano paso a ser un conversador que aparece interactuando con ellos porque siento que la película me está interpelando, pese a lo cual evito expresarme en primera persona hasta el final cuando asumo que mi dolor no viene de ver cómo en mi familia se vive una experiencia religiosa sino de mi exclusión ante ese hecho.

A pesar de no dar su opinión sobre el tema, su punto de vista está ahí todo el rato.

Lo que he tratado de evitar es ese mandato que parece que se da en el documental contemporáneo sobre la necesidad de posicionarse. Yo no me siento cómodo posicionándome sobre un tema que me es ajeno. Puedo mostrar mi curiosidad, mi perplejidad, mi interés pero no puedo expresar mi opinión porque además siento que es del todo irrelevante. Mi forma de posicionarme es escuchar al otro, tratar de entenderle. Hombre, hay un momento en el que sí dejo bastante clara mi opinión sobre el tema de la religión católica y del dogma en el sentido de que creo que coarta bastante la capacidad de vivir y de tomar tus propias decisiones con todo eso de la culpa y del pecado.

Sin embargo esa opinión no contamina su mirada.

No, porque en todo momento intenté dejar aparcados mis propios prejuicios y yo creo que esa es la clave, no dejarte condicionar por tu bagaje intelectual o emocional y dejar que el otro se exprese. Yo creo que cada día vivimos más cautivos de nuestros prejuicios y no solo respecto al tema de la fe o de la religión, sino en lo referente a la política. Si en la sociedad hubiera realmente el nivel de crispación que percibimos en cualquier tertulia política estaríamos a hostias todo el día y al final ves que no es así, que en lo básico todos estamos más o menos de acuerdo y que es posible construir una convivencia muy rica desde posiciones bastante alejadas. Siempre decimos que de la confrontación nace el progreso pero me parece que nunca hemos hecho el ejercicio de ver si buscando el mínimo común denominador entre las partes se consigue avanzar.

¿Hacer ese ejercicio de entender a otro en un ambiente tan íntimo como el que procura la familia no va contra el propio pudor?

En ese sentido la prueba de fuego está siendo el recorrido que está teniendo la película. Cuando ellos accedieron a que yo les grabara pensaban que al final, como mucho, esta iba a ser una película que sería vista en cuatro o cinco festivales. Y de repente la primera en la frente: el primer sitio donde se estrena “Converso” es en el Festival Punto de Vista de Pamplona con la sala a rebosar. Te puedes imaginar la cara de mis hermanas y de mi madre (risas). Luego he tenido la suerte de encontrar un distribuidor como Márgenes y que la peli la hayan seleccionado para Málaga, Documenta Madrid y ZineMira. Ahora con el estreno en cines les noto algo impresionados.

¿No se vio obligado a revisar el pacto que hizo con ellos?

No, de hecho ellos están contentos. Yo creo que, en el fondo, como se trata de una película hecha desde el amor y la comprensión al final es muy fácil empatizar con ellos y la película no les deslegitima, más bien al contrario. A mí me ha venido gente atea diciéndome ‘tío tu familia es un punto’ (risas).

El hecho de que se acerque a la fe de tus familiares como una vivencia íntima alejada del folclore ¿cree que contribuye a esa corriente de empatía que genera la película?

Es posible. Pienso que al creyente le conmueve muchísimo el tema de las conversiones y como tal se identifica mucho con las posiciones de mi familia mientras que al espectador ateo o agnóstico lo que le interesa es la película como el testimonio de un conflicto familiar no resuelto algo que les lleva a empatizar más conmigo que con mis hermanas o con mi madre. Los debates que se generan después de la película son muy interesantes y de hecho vivimos momentos de confesiones íntimas dignas del mejor programa de radio.