Nagore BELASTEGI
DONOSTIA

La mirada «Love me not», en la que nadie se interesa por nadie

Escondido bajo capas y capas de violencia, egoísmo y traición, Alexandros Avranas presenta una película de terror sicológico que busca mover conciencias. A pesar de que nos relata los sucesos posteriores a que una pareja contrate un vientre de alquiler, en el fondo habla sobre la situación que vive Grecia, donde cada uno intenta salvarse.

Alexandros Avranas compite por la Concha de Oro con una propuesta arriesgada e incómoda que pretende ser reflejo de la sociedad actual, especialmente de Grecia, de donde proviene. “Love me not” utiliza como gancho a una pareja que opta por la maternidad subrogada. Contratan a una joven inmigrante y sin recursos que ofrece su cuerpo como único recurso para obtener ingresos. A partir de ahí la trama se complica en un enredo de extrema violencia.

«Los vientres de alquiler se utilizan en Europa, y para mí los hijos son algo sagrado; creo que de este modo se viola la ética. Creemos que podemos tomar con nuestra manos lo que no se nos da. Es un tema bastante candente. La mujer que ofrece su vientre sabe de su poder, sabe que la pareja quiere tener un hijo. Al final, todos quieren aprovecharse del otro. Todo está relacionado con el egoísmo. La película es el reflejo de la sociedad en la que vivimos, en la que nadie se interesa por nadie», expresó el director sobre una película en la que todo se limita a la avaricia y al afán de conseguir dinero.

«En Grecia la situación es muy difícil. Cuando las cosas se ponen difíciles nos vemos obligados a tomar caminos cada vez más duros», manifestó. Esos caminos los ha llevado al extremo en su cinta que tiene como objetivo poner a prueba al espectador. De hecho, en su opinión la sociedad necesita ver este tipo de películas aunque «al tocar temas tan duros corres un riesgo» porque «no son fáciles de aceptar».

De hecho, la extrema violencia hacia la mujer protagonista hizo revolverse en sus asientos a los espectadores y hubo quien incluso abandonó la sala. «No me resultó difícil realizar las escenas de violencia, me costó más la primera parte de la película en la que teníamos que decidir cómo iba a mostrar la hipocresía de mi personaje», comentó la actriz Eleni Roussinou, que interpreta a la mujer en la pareja que desea la paternidad. Ella es incluso abandonada por su pareja, a quien creía complice incondicional y salvador. «La pareja tiene el sueño de estar juntos y ser ricos. A pesar de los delitos, su mujer era su mujer, y ha visto cómo otro hombre la estropea y ya no la quiere. Era como un trofeo, y al ser humillada deja de valer», explicó su pareja en la ficción, Christos Loulis. Añadió que aceptó el papel porque «nada es lo que parece y eso me recordó a lo que ocurre en la vida real, en la que actuamos según nuestros intereses».

Respecto al personaje que mayor rechazo produce, el vecino, el director aseguró que «entiende que, como la mujer no tiene identidad, puede hacer lo que quiera con ella y se les despiertan los peores instintos humanos». Se trata de un personaje apenas desarrollado, cuya cara amable solo vemos unos minutos del metraje. Pero también hay una razón para eso: «Todos conocemos a alguien que parecía una buena persona y luego nos enseña su peor cara. Por eso no he profundizado más en el personaje».

La crisis griega

La estética de la película es austera, reflejo del momento que Grecia está viviendo. En su opinión allí «ya no hay esperanza y ya nadie utiliza la palabra ‘revolución’. Solo intentan conseguir lo que han perdido o creen que se merecen. Antes de la crisis teníamos un sueño y nos lo robaron», expresó Avranas sobre su generación, de aquellos que rondan los 40. «La revolución existió hasta 2008. Todos intentaban revelarse ante una situación que no creían justa. La revolución siempre da esperanza, pero cuando una situación se sostiene en el tiempo y además empeora, desaparecen la revolución y la esperanza», detalló.