Miguel FERNÁNDEZ IBÁÑEZ
Diyarbakir

Ecos de Barzani en el Kurdistán «turco»

Varios partidos políticos, apoyados por Massoud Barzani, se han aliado para disputar el liderazgo político al HDP en Kurdistán Norte. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, interesado en dividir a los kurdos, podría dejarles vía libre si viese en ellos una alternativa para apuntalar su poder.

En Kurdistán Norte no son pocos los grupos políticos cuyo relato alude al clan de los Barzani. En algunas ciudades surgen carteles con el rostro de Mela Mustafa Barzani, respetado líder que dirigió durante décadas la lucha de liberación en Kurdistán Sur. En sedes políticas ajenas al HDP tampoco es extraño ver su retrato, de bigote recortado y nariz aguileña. A veces, se eleva a la misma altura una instantánea de su hijo, Massoud Barzani, presidente de Kurdistán Sur, cuya controvertida figura, resultado entre otros factores de la guerra civil kurdo-iraquí, goza de menor simpatía social. Pero es un Barzani que además podría hacer realidad el sueño de un Kurdistán independiente, y podría ser la única alternativa kurda a Abdullah Öcalan, el líder del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).

«El 80% de los votantes del HDP tienen simpatía por él por ser el hijo de Mela Barzani. Las tribus más importantes dicen que hace falta este partido, pero como no lo tienen votan al HDP», asegura el editor kurdo Sahin Ayaz. »En las zonas fronterizas tiene poder porque allí hay miles de personas relacionadas con sus peshmergas», añade Sertaç Bucak, líder del Partido Democrático de Kurdistán Norte (PDK-Bakur).

Bucak, consciente del poder de la marca Barzani, pretende recuperar el proyecto de su padre, Faik Bucak, miembro de los movimientos kurdos que surgieron en los sesenta. Cofundador del PDK-T en 1965, un año más tarde fue asesinado en los inicios de la ola represiva que forzó al exilio a estos grupos, en muchos casos de tono comunista e ilegales. Pero con el aperturismo kurdo iniciado por Erdogan están regresando para recontruir un mapa político anterior al PKK. Y también, insiste Bucak, para recuperar un proyecto inspirado en Barzani: «La gente ya no es como antes. Recela del PKK y del Estado turco y busca una alternativa, que es Barzani».

«A río revuelto...»

La manifiesta rivalidad entre Barzani y el PKK, el interés electoral de Erdogan por dividir al movimiento kurdo, el fracaso en el proceso de diálogo, el reflujo electoral del HDP entre los comicios de junio de 2015 y el pasado referéndum constitucional y los acuerdos entre varios partidos kurdos han elevado las especulaciones sobre la posible irrupción de Barzani en Anatolia. Sería un envite que tiene en la crisis política y económica de Kurdistán Sur y en la venerada figura de Öcalan su gran freno.

Babür Pinar, autor del libro «El problema kurdo: ¿difícil solución?», explica que «no existe un grupo fuera del HDP que pueda conseguir muchos votos (...) Öcalan es para los kurdos de Turquía lo que Attatürk es para los turcos: un héroe. Sus ideas han penetrado en la sociedad creando un alma grupal. Eso no se borra y él es el interlocutor. Además, Barzani tiene poco poder aquí y no creo que constituya un partido, aunque podría encontrar defensores de sus ideas».

Sus postulados tienen muchos representantes oficiosos pero tan solo uno oficial: Ömer Mirari, embajador de Kurdistán Sur en Turquía. Junto a él, las fuerzas bautizadas como los «boicoteadores», que apostaron por abstenerse en el pasado referéndum constitucional, constituyen su bastión. Enfrentados con el HDP, su siguiente paso llegó este verano, cuando tres de esas fuerzas, el Partido Democrático de Kurdistán en Turquía, el PDK-Bakur y el Partido Patriótico de los Demócratas de Kurdistán, dirigido por disidentes del PKK, decidieron unirse.

Las diferencias del PDK-Bakur con el HDP radican en su apuesta por el fin de la lucha armada y por recuperar la independencia como opción, más allá de la Confederación Democrática que defiende el PKK de Oçalan.

Sahin Ayaz, que se presenta como defensor de la independencia, asegura que «el HPD no supo leer la coyuntura» cuando rechazó acercarse a Erdogan. «El ‘no te haremos presidente’ de Selahattin Demirtas fue un error. Podríamos habernos entendido con él y haber obtenido ventajas», se lamenta. Dos años después, ese gesto-estrategia escrupulosamente democrático del HDP, después de que Erdogan rechazase los acuerdos de Dolmabahçe, la hoja de ruta para el conflicto kurdo, genera controversias.

Pero todo está en el aire. En 2019 se celebrarán unos comicios en los que Erdogan, que obtiene casi un tercio del apoyo de Kurdistán Norte, necesitará más votos kurdos para mantenerse en el poder hasta 2023, cuando se inicie su «neosultanato». Utilizar la figura de Barzani podría ser el siguiente paso. Pero el presidente kurdo, con quien mantiene buenas relaciones, es otro astuto político consciente del músculo del PKK. «Quienes simpatizan con Barzani no están dispuestos a ser parte de ese grupo que divida al movimiento kurdo», sostiene Pinar.

En los próximos meses se conocerá la apuesta de Erdogan. Si Ankara acepta la unión de los partidos seguidores de Barzani será una señal inequívoca –sobre todo porque todo lo que lleva la palabra Kurdistán está siendo ilegalizado– de que ve en ello algún rédito político. Será entonces cuando Bucak tendrá que demostrar ese apoyo social que asegura tener para convertirse en el contrapeso al HDP y a Erdogan. «Aún no tenemos el permiso de Erdogan para ser la alternativa. Pero para ganar las elecciones necesita el apoyo kurdo. No le vale solo con el (panturco) MHP. Después del referéndum estará obligado a abrir una puerta. Necesita esa alternativa, que será buena para Kurdistán», sentencia, convencido de su estrategia.