Asier AIESTARAN

NO SE ATISBA AMENAZA REAL PARA LOS WARRIORS

Esta próxima madrugada arranca una nueva temporada de la NBA, en la que los Golden State Warriors parten como grandes –y casi únicos– favoritos para reeditar el anillo que con tanta superioridad ganaran el pasado curso –claro 4-1 a Cleveland en la final–. El núcleo duro formado por Stephen Curry, Kevin Durant, Klay Thompson y Draymond Green sigue intacto, sin pistas que indiquen ningún desgaste por el roce de egos; mientras que la segunda unidad, con los Andre Iguolada, David West, Shaun Livigston, JaVale McGee o Zaza Pachulia, asegura el necesario trabajo para afrontar el cargado calendario –la temporada regular se prolongará hasta el 11 de abril de 2018–. Los entrenados por Steve Kerr arrancan enfrentándose a los Houston Rockets a las 04.30.

Y los principales aspirantes a poner en duda la hegemonía de los Warriors volverán a ser los Cleveland Cavaliers de LeBron James, en el que podría ser la última temporada del “Rey” en el equipo de su Ohio natal. Eso sí, los Cavs han tenido un verano más movidito de lo que hubieran deseado, en un intento por reforzar su plantilla que parece haber quedado a medias. De hecho, el intercambio de Kyrie Irving por Isaiah Thomas, el menudo base que la pasada campaña dejó a todo el mundo boquiabierto con sus partidazos en los Boston Celtics, le ha salido caro a Cleveland, tras confirmarse la grave lesión de Thomas en la cadera, que le podría tener de baja hasta el All-Star de febrero. Por cierto, la NBA no da puntada sin hilo y la campaña arranca con un Cleveland/Boston (02.00).

Además de la incorporación de Thomas, los Cavs han apostado por reunir a otros dos ilustres veteranos como son Dwayne Wade, que firma por un año para intentar repetir los éxitos logrados en Miami junto a LeBron, y Derrick Rose, cuyo triste paso por los Knicks parece haberle servido al menos para recuperar el tono físico –el curso pasado jugó 64 partidos, todo un logro para un jugador marcado por las lesiones durante toda su carrera–. Una extraña mezcla cuyo éxito puede pasar por que Tyronn Lue sepa llegar a los play-offs con toda la plantilla en buen estado físico... y mental.

Cambio de esquema con Carmelo y George

Más allá de los dos grandes trasatlánticos de la NBA, la franquicia que más parece haberse reforzado durante el verano ha sido la de Oklahoma City Thunder. Tras una temporada en la que Russell Westbrook, jugando solo contra el mundo, firmó unos números que no se veían en la liga estadounidense desde hace 50 años –fue el máximo anotador, elegido MVP y batió el récord de triples-dobles en una temporada del legendario Oscar Robertson llegando a los 42–, los Thunder cambian de esquema rodeando a su líder con dos estrellas como Carmelo Anthony y Paul George. El impacto que pueda tener Anthony, que se acerca inexorablemente al final de su carrera, parece limitado, pero Paul George sí podría ser un factor diferencial, tras firmar los mejores números de su carrera en Indiana justo la pasada campaña: 23,7 puntos y 6,6 rebotes por partido olvidada ya su escalofriante lesión en la pierna derecha.

En cuanto al resto, no parece que haya grandes sorpresas de cara a los play-offs. Los San Antonio Spurs, finalistas de Conferencia la pasada temporada, siguen dando continuidad a su proyecto, con Kawhi Leonard como referencia, a la espera de que LaMarcus Aldrige dé un paso al frente, y con la contribución asegurada de sus grandes veteranos: un Ginóbili que inesperadamente ha decidido continuar un año más en el equipo, Tony Parker o el propio Pau Gasol. Los Houston Rockets, donde James Harden recibe con los brazos abiertos a Chris Paul en un tándem difícil de imaginar todavía, podría ser otra de las alternativas en el Oeste.

Porque en el Este no se atisba ni siquiera esa escuadra que pudiera ilusionar al aficionado. La continuidad marca la pauta en equipos como Washington, que al menos peleó hasta el final el billete para la final de Conferencia ante Boston (4-3), o Toronto, cuyos mejores años no han lucido lo suficiente –4-0 el año pasado ante Cleveland–.