Naciones Unidas no ha podido resolver las diferencias entre las diferentes facciones libias tras las conversaciones de Túnez con el objetivo de estabilizar el país.

Hace un mes, el jefe de la Misión de la ONU, Ghassan Salamé, anunció un plan de acción de un año para una transición hacia unas elecciones presidenciales y parlamentarias. En las conversaciones desarrolladas en Túnez se ha alcanzado cierto consenso en el ámbito político, pero el liderazgo militar sigue siendo la cuestión más difícil de resolver.

El mariscal Jalifa Haftar, que encabeza el Ejército leal al Gobierno asentado en el este de Libia, ha reforzado su posición, controla la práctica totalidad del país y sus recursos petroleros, pero el resto de milicias –a su vez divididas– rechaza de plano ponerse bajo su mando.