Arantxa MANTEROLA
BIARRITZ
Entrevista
JOAN COLOM I FARRAN
DIRECTOR GENERAL DE DROGODEPENDENCIAS DE LA GENERALITAT

«Hay que priorizar la intervención sobre las personas y no sobre las sustancias»

Doctor en Medicina y Cirugía, ha participado en el Congreso ATHS de Biarritz como ponente. Lleva años trabajando en el campo de la reducción de riesgos ligados al uso de las drogas y cree que hay que cambiar el paradigma actual y abordar el problema desde una perspectiva múltiple.

Casi todos los ponentes han mostrado una posición bastante crítica hacia la UNGASS, ¿Por qué?

Porque hemos visto pocos cambios en los últimos años. La dificultad que tiene una asamblea de Naciones Unidas es que la integran una gran cantidad de países que a su vez tienen puntos de vista y situaciones radicalmente distintas respecto a la problemática de las drogas, con lo cual, es muy difícil ponerse de acuerdo, incluso en la propia terminología. Quienes trabajamos en este campo desde hace años echamos en falta cambios realmente claros en las políticas y en las expresiones de las mismas. Por ejemplo, en una cosa tan simple como la reducción de daños que es una cuestión tan relevante en los países europeos y especialmente en algunos ámbitos territoriales de nuestro país, llevamos años trabajando en programas de intercambio de jeringuillas, de mantenimiento con metadona, con programas específicos en las cárceles, con salas de venopunción supervisada, con programas de prevención de sobredosis en la calle y todo eso no se refleja prácticamente. Seguimos con una visión muy anclada en la seguridad, en el control, y apenas se abordan otro tipo de respuestas.

Han constatado también que esta macroasamblea está más bien guiada por intereses geopolíticos ¿Dónde queda en todo esto la aportación de la sociedad civil?

Es verdad que en paralelo a la celebración de la UNGASS, se organizan otras asambleas con entidades, organizaciones, agencias, pero al final lo que se vota en Naciones Unidas es un acuerdo entre países. Los países tienen apenas un minuto para exponer sus aportaciones y muchas veces los documentos finales vienen cocinados previamente en la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, integrada por una cuarentena de países, con sede en Viena). Con esta participación tan mínima de los estados miembros en esta asamblea internacional, todo queda muy limitado y para contentar a los que están más en la línea de apertura y a los que están en la retrógrada se encuentra un término medio. Y, claro, esto provoca insatisfacción entre quienes pretendemos que haya cambios más importantes, que se reconozca y priorice más la intervención sobre las personas y no sobre las sustancias y que se valore el método científico como relevante para aplicar iniciativas innovadoras y poder llegar así a la población afectada. Creo que este debate debemos trasladarlo a la sociedad civil y hacerla partícipe. Hemos incorporado un cierto cambio cultural y la gente debe posicionarse y todo el mundo debe ser escuchado.

Ustedes que trabajan en los diferentes ámbitos de esta compleja problemática, ¿no pueden ejercer algún tipo de presión para que esos convenios y reuniones sean más eficaces?

Pienso que ya se hace pero, insisto, no tienen un resultado muy efectivo porque son acuerdos entre países. Habría que buscar mecanismos que permitan delegar y generar una dinámica que provoque una discusión más abierta, más amplia y tenga en cuenta las experiencias locales. Estamos viendo en el mundo países como Rusia que castiga duramente a los consumidores de droga y ni siquiera tienen programas de mantenimiento con metadona. Nosotros en Catalunya tratamos a muchas personas procedentes de antiguos países de la Unión Soviética porque allí el consumo está muy penalizado. Si se proyectan las casuísticas de los 150 países que participan a nivel mundial, imagínese el panorama.

Para 2019 se está preparando una nueva asamblea de la UNGASS. ¿Qué podría hacerse para que esas experiencias locales se trasladen a esa asamblea?

Nosotros como Catalunya no tenemos voz, son los estados quienes participan. Lo que sí hacemos es intervenir en el Plan Nacional sobre Drogas y dejar constancia de nuestros planteamientos en la reunión previa a la asamblea de Naciones Unidas. Me consta que en la anterior se nos escuchó favorablemente pero, claro, luego cuando se traslada al foro de la ONU, evidentemente queda muy diluido. Sin embargo, después de 30 años de experiencia y desde la perspectiva académica y científica en lo que respecta a la política pública en esta problemática, sigo pensando que es muy importante tener en cuenta la dualidad derechos humanos y salud pública. Esta perspectiva es fundamental para avanzar.