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Votación pospuesta y varios muertos en feudos opositores de Kenia

Las elecciones presidenciales se retrasaron hasta mañana en cuatro condados del oeste de Kenia, donde tuvieron lugar protestas y actuaciones policiales en las que al menos murieron seis personas y varias decenas resultaron heridas, muchas de ellas por disparos de la Policía. La jornada se vivió con gran tensión en los condados feudos de la oposición –donde no pudo llevarse a cabo la votación– y una baja participación en general.

Al menos seis personas murieron en las protestas durante la jornada electoral de ayer en Kenia, donde la Comisión Electoral (IEBC) anunció que en las zonas afectadas por la violencia –Homa Bay, Kisumu, Migori y Siaya– las elecciones presidenciales se retrasaban hasta mañana. Estos cuatro condados, de los 47 con que cuenta el país, son feudos de la oposición en los que la población es mayoritariamente de etnia luo, la del líder opositor Raila Odinga, que llamó al boicot a las elecciones

Opositores bloquearon el acceso a los colegios electorales, si bien la mayoría estaban cerrados, no habían recibido el material electoral y los agentes electorales temían por su seguridad. En Kisumu, la mayoría de los funcionarios de la IEBC ni siquiera pudo acudir al almacén donde se custodiaban urnas y papeletas para llevarlas a los centros de votación. En Homa Bay la situación fue similar.

Pese a que el líder de la oposición les pidió que se quedaran en casa, algunos ciudadanos salieron a las calles a protestar contra un proceso electoral que consideran una farsa.

Disparos desde la mañana

La Policía usó gases lacrimógenos y en algunos casos balas reales para dispersar las manifestaciones de protesta y al menos seis personas murieron por disparos. Además, otra veintena resultó herida, –diez por bala– y varias de ellas de gravedad.

La Comisión electoral decidió mantener la convocatoria electoral en el país porque había recibido garantías de las autoridades de que se garantizaría la seguridad y dijo ser consciente de que los problemas pueden repetirse mañana.

«Empecé a escuchar los disparos a las seis de la mañana», relató a Efe Ivonne, residente en el barrio de chabolas de Kibera, que aseguró que aún bien entrada la tarde seguía oyendo tiros y explosiones de granadas con gases. «No voy a votar de ninguna manera. Hoy nos quedamos en casa. Raila Odinga ha llamado al boicot y vamos a seguirlo», dijo un habitante de otro de los barrios de chabolas de la capital, Kawangware. En Kisumu se vivió una situación muy tensa, con decenas de barricadas levantadas con ramas de árboles, piedras y cables eléctricos, tiendas cerradas y calles desiertas. Desde las elecciones invalidadas del 8 de agosto han muerto al menos 43 personas, la mayor parte en la represión de las manifestaciones.

 

El boicot facilita la reelección de Kenyatta, pero no su legitimidad

La jornada electoral de ayer fue consecuencia de la anulación, por parte del Tribunal Supremo, de las elecciones del pasado 8 de agosto, en las que el actual presidente, Uhuru Kenyatta, se proclamó vencedor con el 54,27% de los votos frente al 44,74% del opositor Raila Odinga. En medio de tensiones, llamamientos al boicot y violencia en varias regiones, Kenyatta sugirió ayer estar dispuesto a entablar un diálogo con Odinga para tratar de resolver la crisis. Al votar en un colegio de la Provincia Central, el presidente defendió el «derecho individual» a votar frente a los llamamientos al boicot y deslizó la posibilidad del diálogo con Odinga. «Como líder responsable, debes mantener contacto y esa es mi intención», afirmó. La oposición estima que la comisión electoral sigue siendo fiel al poder de Kenyatta, y Odinga ha renunciado a participar en los comicios alegando que no se han llevado a cabo las reformas necesarias para garantizar que no se van a repetir las mismas irregularidades que llevaron a la anulación de las elecciones del 8 de agosto. Por ello, Odinga pidió a sus partidarios que «se queden en casa», lo que allana el camino a la reelección de Kenyatta frente a seis candidatos menores. Pero esta reelección estará sometida a una multitud de recursos ante los tribunales y, aunque llegue a hacerse oficial, sufrirá un gran déficit democrático, que al presidente le será difícil superar. GARA