Janina PÉREZ ARIAS
BERLÍN
Entrevista
AGNIESZKA HOLLAND
DIRECTORA DE CINE

«En Polonia la opinión pública se divide cuando se trata de gente como yo»

La aguerrida realizadora polaca vuelve a la gran pantalla con «Spoor» (El rastro). Ganadora del Oso de Plata en la Berlinale, esta es una película que explora en torno al abuso de poder, la discriminación de género y la génesis de la cultura del odio, constituyendo así una propuesta que incomoda (a muchos), pero que fascina con su excelente mezcla de thriller y comedia negra.

Tras largos años de experiencia en el mundo del cine, una imponente lista de filmes, guiones escritos para uso propio y ajeno, series de televisión, innumerables premios y tres nominaciones al Óscar, aventurarse sigue siendo para Agnieszka Holland (Varsovia, 1948) una ley de vida.

Considerada como una de las realizadoras más importantes de la cinematografía europea, Holland logró proyección internacional con Europa, Europa (1990), para luego producir en otros países filmes como “El jardín secreto” (1993), “Vidas al límite” (1995) o “Washington Square” (1997).

Muchos capítulos de series de culto (“The Wire”, “House of Cards”) llevan su firma. Y es que la televisión, un medio en el que hizo una incursión llevada por la curiosidad y las nuevas posibilidades, la había mantenido demasiado ocupada, alejándola del cine durante seis años. Hasta que un día le llegó una propuesta que no pudo rechazar. Realizar la versión cinematográfica de una novela de la también polaca y muy controversial Olga Tokarczuk, publicada en 2009, “Drive Your Plow over the Bones of the Dead”, se convirtió en un tentador reto.

Diecisiete versiones de guion más tarde, internada en la región montañosa de los Sudetes, Agnieszka Holland se encontraba en su elemento rodando Pokot (titulada para nuestras carteleras como “Spoor” (El rastro), la historia sobre una mujer bastante particular, Janina Duszejko (Agnieszka Mandat-Grabka), ingeniera retirada y aficionada a la Astrología, que vive con sus animales en medio de la soledad del valle de Klodzko, donde se registra una serie de muertes misteriosas. Co-dirigida junto a su hija Kasia Adamik, “Spoor” se estrenó en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Berlín, donde conquistó uno de los premios más importantes, como lo es el Oso de Plata Alfred-Bauer-Preis, el cual reconoce las nuevas perspectivas en el arte cinematográfico.

Para la fecha de este encuentro durante la Berlinale, Agnieszka Hollland no sospechaba que este «thriller anarquista-femenino con elementos de comedia negra», tal como ella lo ha descrito, sería el filme elegido para representar a Polonia en los Óscar de 2018.

Eso sí, Holland era consciente de que había realizado una película incómoda para ciertos grupos, porque hurga en el abuso de poder, la discriminación (sobre todo) hacia las mujeres, como también plantea una interesante exploración de las raíces de la cultura del odio. Sin duda “Spoor” aviva debates, y aún más significativo, propicia profundas e importantes reflexiones.

La protagonista de «Spoor» es una mujer de más de 60 años, con férreas convicciones y alto sentido de la justicia. ¿Cree que las mujeres tenemos el poder?

Aún no lo tenemos, pero ya somos un poder. De eso estoy segura.

Pero el poder cambiará…

Si alguien genera un cambio positivo en el futuro, lo más seguro es que se produzca desde el punto de vista de las mujeres, antes que del de los hombres. Estoy convencida de que eso pasará.

¿Por qué está tan segura?

(reflexiona) Es un poco complicado de explicar, quizás deba darte una visión político-filosófica-sociológica del mundo (sonríe). Sin embargo, pienso que la democracia, o más la democracia liberal, permite cambios lentos pero muy visibles en los derechos de las mujeres, así como también en los derechos de las minorías en general. Y no es que esto se produzca sin algunos dramáticos estancamientos y de contrarevolución, pero es un proceso que va en avanzada. En cierto sentido, estos cambios son incompatibles con la visión bastante paternalista de la sociedad, en la cual el poder político lo ejercen personas que quieren quedarse con ese poder; y en términos de la mentalidad de los hombres, la misma está basada en la necesidad de poseer el poder.

En cambio, las mujeres están más enfocadas en ostentar derechos, y están más abiertas a ver un alcance más amplio del futuro en relación al bien común. Con esto no quiero decir que las mujeres son mejores que los hombres, pero creo que el desarrollo del género y de la cultura han hecho que las mujeres sean más susceptibles a preservar el bienestar de sus hijos, y el hombre a conservar lo que tiene.

¿Qué lección da la heroína de su película?

La tarea de las mujeres no es solamente de luchar por la ampliación y preservación de nuestros derechos, sino también la de hacer posible una mayor apertura hacia las sensibilidades de las demás personas. En ese sentido el personaje de Janina Duszejko es bastante relevante porque ella es sensible hacia los débiles, hacia los que están rotos por dentro, los que no se pueden expresar; les trata de dar voz, pero al no lograrlo, opta por hacer otras cosas.

En nuestra realidad, la actitud de los hombres es bastante defensiva y agresiva, y creo que nos estamos enfrentando a la reacción ante el choque de desarrollos muy rápidos de los movimientos de las mujeres, de los homosexuales, o de los mismos protectores de animales.

¿De verdad cree que son desarrollos demasiado rápidos?

Así lo creo. Aunque no me entiendas mal, ya que para mí son cambios demasiado lentos (se ríe). Y quienes piensan que todo va muy lento, son quienes están tomando el poder ahora en sus manos para expresar el sentir de millones de personas ante quienes piensan que todo va muy rápido y por ende se sienten en peligro.

El desarrollo de los derechos de las mujeres, su independencia económica y legal, su emancipación, conducen a la reducción de la demografía. Las mujeres que tienen la posibilidad de expresarse y de realizarse en diferentes áreas, no están interesadas en tener hijos o por lo menos no están dispuestas a procrear tantos.

Cuando era joven, conocí a pocas mujeres que habían rehusado conscientemente a no ser madres, ahora sé de muchísimas. También fue un shock para mí cuando hace pocos años estuve en la distribuidora de mis películas en Japón; es una empresa bastante pequeña de 14 personas entre 24 y 50 años, y ninguno de ellos tenía hijos. En cierta forma es extraño, y también terrible.

En Europa, un ejemplo es Polonia, que es un país tan católico y que se jacta de ser el más importante en esto o aquello, pero ocupa el penúltimo lugar en la lista de crecimiento demográfico a nivel europeo. Allí está el peligro real para los hombres. En EEUU (país donde reside) se ve la misma situación, ya que los “blancos” no están teniendo suficientes hijos, y las próximas elecciones se verán dominados por latinos y negros. De modo que los hombres conservadores, como Donald Trump y algunos más, sienten que el poder se les está escurriendo entre los dedos, e intentan detener ese proceso cambiando las leyes.

¿No cree que su país necesita en la política a gente como usted?

¿Quieres que me postule para presidente? (se ríe). Soy una luchadora, la política me interesa, y en cierto sentido todo lo que hago tiene que ver con política. Yo disfruto mucho de mi trabajo en el cine, es lo que me mantiene viva, y cada trabajo representa un verdadero reto. Pero poner mis energías en la política, es una decisión muy difícil. En Polonia la opinión pública se divide cuando se trata de gente como yo. Después del estreno (de El rastro) en el Festival de Berlín, el corresponsal (en la capital alemana) de un medio afín al gobierno escribió que yo había realizado una película anticristiana que promovía el eco-terrorismo. Así que imagínate lo que puede pasar cuando pise territorio polaco otra vez…

¿Se esperaba una reacción como esa?

No. Fue algo que de verdad no esperaba. Lo más interesante fueron los comentarios de los lectores, los cuales estaban claramente divididos. Uno de los comentarios positivos ponía que antes de leer la nota estaba dudoso de si la película sería una aburrida declaración pro-ecológica, pero que gracias al artículo ahora iría a verla; mientras que otro escribió algo como ¡fuera de Polonia vieja judía! Esto es una muestra de la división en mi país, tal como está sucediendo cada vez más en otras naciones europeas.

¿No le asustan esos ataques personales?

Por desgracia en Polonia, todo se convierte en una opinión ideológica, lo cual es preocupante. Cuando haces algo que implica una creación artística, estableces el espacio de libertad, te dispones a explorar, a provocar, a traspasar límites. Los espectadores pueden abrirse a esa sensibilidad artística, y poner en marcha la imaginación ante nuevas preguntas. Pero si se toma todo literalmente, no me extraña de que se me acuse de ecoterrorista (se ríe), y de esa misma manera se leen las críticas y los comentarios de todo tipo.

Desde hace años se puede ver esa tendencia, y creo que nos ha fallado la educación, porque mucha gente no tiene la capacidad de distinguir el espacio del arte del espacio de la vida real. No soy tan fácil de atemorizar, pero no se trata de una situación agradable. No veo la razón para tanto odio. Yo no odio a las personas que tienen una opinión diferente a la mía, o que tienen otras preferencias, ni siquiera a quienes se expresan tan feo hacia los judíos, ni a los que celebran su identidad y patriotismo, o a quienes afirman que la identidad polaca es la mejor en el mundo.

Sin embargo la cultura del odio está en boga en Europa.

No solamente en Europa, sino en todo el mundo. Y eso sí que da miedo. En la mayoría de los casos, la creciente agresión y odio es algo irracional, pero está claro que siempre se puede encontrar las razones, las cuales podrían ser económicas, de género, por problemas demográficos, o debido a la inmigración y a los refugiados, que es algo que en Europa no se ha sabido tratar, y que al parecer no existe ni siquiera una solución “mágica”… Honestamente hablando, si yo fuera política, tampoco la tuviese (sonríe). Todo eso alienta a los movimientos populistas. Los populistas, como (Donald) Trump o (Jaroslaw) Kaczyński (controvertido político conservador polaco, líder del partido Prawo i Sprawiedliwość –Ley y Justicia–, Primer Ministro entre 2006 y 2007), son los que hacepreguntas, pero sus propuestas son tan terribles como peligrosas. Sus únicas soluciones están basadas en la división de la sociedad y en gobernar con un poder absoluto. Y eso es fascismo.