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El Ejército birmano viola de forma sistemática a las mujeres rohinyás

La representante de la ONU sobre violencia sexual en confllictos armados denunció la violación sistemática de las mujeres y niñas rohinyás utilizada como arma de genocidio por parte del Ejército birmano.

La representante especial del secretario general de la ONU sobre la violencia sexual en el conflicto armado, Pramila Patten, estudiará junto al Tribunal Penal Internacional (TPI) la actual persecución de la que está siendo objeto la minoría musulmana de los rohinyá en Myanmar, y en particular las atrocidades sexuales de las que están siendo objeto las mujeres y las niñas.

Patten anunció la decisión tras una visita a la región bangladeshí de Cox's Bazaar, en el sudeste de Bangladesh, donde han llegado cientos de miles de rohinyás en los últimos meses escapando del Ejército birmano, y donde decenas de mujeres y niñas han denunciado haber sido objeto de violencia sexual.

«Cuando regrese a Nueva York informaré de esta cuestión a la fiscal del TPI, Fatou Bensuda, para ver si el Ejército birmano puede ser hecho responsable de estas atrocidades», explicó antes de acusar a las fuerzas armadas de Myanmar, el Tatmadaw, de «dirigir, orquestar y perpetrar violencia sexual como arma de genocidio».

Aseguró que muchas de estas agresiones podrían ser calificadas como «crímenes contra la humanidad».«Entre las formas de violencia sexual que hemos escuchado con más asiduidad se encuentra la violación en grupo, desnudos forzados y esclavismo sexual» en cautividad, explicó Patten.

La representante calificó el uso de la violencia sexual como un factor clave del desplazamiento forzado de la comunidad rohinyá y «una herramienta calculada de terror dedicada al exterminio y a la eliminación de los rohinyá como población». «He oído horribles relatos de violaciones colectivas y de muchas mujeres y niñas muertas después de haber sido violadas», señaló.

Sistemática y a gran escala

A su juicio, estos ataques revelan «un esquema de violaciones a gran escala y de forma sistemática contra las mujeres y niñas rohinyás en razón de su etnia y de su religión».

Esta violencia sexual ha sido «ordenada, orquestada y cometida por las fuerzas armadas de Myanmar», en el Estado de Rajine, explicó Patten.

«Una superviviente relató haber sido detenida por las fuerzas armadas birmanas durante 45 días, en los cuales fue violada sistemáticamente. Otras presentaban cicatrices, contusiones y marcas de mordiscos que atestiguaban su terrible experiencia», agregó.

Además de militares, entre los autores de estos actos también figuran policías de fronteras birmanos y miembros de milicias budistas y de otros grupos étnicos, según la representante de la ONU.

Casi 900.000 miembros de esta comunidad musulmana, que contaba con cerca de un millón de personas, ha huido a Bangladesh.