Ane URKIRI

La geodiversidad como atractivo turístico de una manera indirecta

Una de las tesis del primer día de la III edición de las jornadas sobre la Geodiversidad de la CAV es que la geología ha ejercido su poder para así llegar a crear lo que ahora denominamos atractivos turísticos. El Geoparke de Zumaia, Deba y Mutriku es uno de ellos.

No es de extrañar que muchas de las personas que hayan realizado el tramo Deba-Zumaia caminando no tuviesen conocimiento alguno de lo que sus pies estaban pisando, o los que hayan atravesado las siete playas de Mutriku –desde Saturraran– por encima de estructuras ancestrales. Hasta que en el 2010 entró de lleno el llamado Geoparke, con el flysch como la estrella principal, que a pesar de ser un término alemán, se ha integrado a la perfección en nuestro territorio, incluso llegando a hacer juegos de palabras –el chiringuito de verano Flixgain en Mutriku, encima de las estructuras del flysch negro–.

El geólogo Luis Carcavilla, en su visita relámpago a Zumaia por la III edición de las Jornadas de la Geodiversidad de la CAV, reconoció lo difícil que resulta introducir aspectos de la geología en la sociedad, y más aún a la hora de crear un producto turístico.

Sin embargo, sin darnos cuenta nos hemos convertido en expertos en apreciar paisajes en los que la geología ha hecho su trabajo. Carcavilla puso como ejemplo la votación para las siete maravillas de la naturaleza, en la que participaron 100 millones de personas. El mismo geólogo admitió que es reticente a las votaciones, «pero cuando participan tantas personas, hay que darle valor». Mencionó una a una las siete maravillas, destacando la estructura geológica con la que se han ganado el respeto del público de a pie. Son esos paisajes que no necesitan información extra para que se conviertan en atractivo turístico, «porque el paisaje le ayuda. Hay otras formas geológicas que quizá guardan información científica muy interesante, pero que son muy difíciles de convertir en producto turístico, por muy valioso que sea. Lo difícil es pasar de un elemento geológico a un producto turístico».

«El problema de la geología es que es más fácil saturar que en otras cosas», se lamenta Carcavilla, «y por consiguiente el concepto no está arraigado en la sociedad». Por ello, lo que se intenta con el Geoparke –ya convertido en patrimonio de UNESCO– es que indirectamente el público reciba información con base científica, «aunque el objetivo nunca es que salgan de la actividad siendo expertos, el objetivo es que disfruten del paisaje y que sean conscientes de la importancia del flysch y de su preservación», explica un Carcavilla que opina que la CAV es un referente en dichos aspectos –en la preservación y en el desarrollo– por haber creado un inventario de 150 Lugares de Interés Geológicos de la Comunidad Autónoma.

Solo en los tres provincias de la CAV se han declarado más de un centenar de estructuras como zonas a conservar por su valor geológico y, volviendo al principio, en la mayoría de las veces no nos damos cuenta de la cantidad de información trascendental que tenemos alrededor.

«Siempre está»

Como lo científico puede jugar en su contra, tiene a favor que «la estructura geológica siempre está y el turista nunca se sentirá frustrado», subraya Carcavilla. Como ejemplo, menciona que en el Norte de América la mayoría de las actividades están relacionados con la geología, «así aseguran la satisfacción del visitante».

Pero más allá del turismo –que es el último punto a desarrollar, «y siempre con equilibrio»–, lo importante es asegurar su conservación. Puso como ejemplo la cueva de Soplao de Cantabria, la cual visitan cada año 250.000 personas, cantidad regulada, «porque está demostrado que la cueva no toleraría más visitas». Hasta el 2015 la playa de Catedrales de Ribadeo no tenía restricciones, hasta que resultaba inevitable implementarlo por su atractivo y por lo que ello puede acarrear en estructuras vulnerables.

Por ello, antes de llegar al apartado de desarrollar el turismo –al fin y al cabo lo que más dinero genera a un pueblo o país– se debe hacer un inventario, al que le seguirá una legislación para proteger, la geoconservación que regulará la vulnerabilidad y, al final, se denominará si interesa su divulgación o no.

Geoparkea

Esas pautas fueron las premisas para denominar como Geoparke el litoral que recorre Zumaia, Deba y Mutriku, «porque en toda la costa vasca existe la misma formación geológica», detalla Carcavilla en declaraciones a GARA. Y entonces, ¿porque se denomina Geoparke solo al recorrido entre tres pueblos? «Porque la historia de las formaciones, de las rocas, no está igual de bien registrada. Uno de los problemas que tenemos es que algunos valores no son tan evidentes», responde convencido.

«La costa de Zumaia es una combinación interesante –prosigue–. El litoral es muy bonito, pero si vemos desde un punto de vista objetivo, a nivel de relevancia internacional, es una de las muchas que hay en el mundo. Sin embargo, en esa roca –señala con el dedo el punto álgido de la estructura– está registrado cómo fue el impacto del meteorito y eso lo hace único en el mundo».

Aunque el paisaje sigue siendo más relevante, incluso para los productores de películas o series que han visto en el litoral vasco la oportunidad de montar un plató de grabación. Pero Carcavilla no se muestra frustrado por ello, porque la geología esté siempre en la sombra, sino que entiende que «la promoción del turismo geológico tiene que aprovechar este tipo de recursos para vender nuestro producto». Sin embargo, continúa defendiendo lo fundamental: la educación y el conocimiento científico.