Pablo GONZÁLEZ
Kiev

MIJAIL SAAKASHVILI, PRESIDENTE, GOBERNADOR Y DISIDENTE EN DOS PAÍSES

La carrera política del exgobernador de la región ucraniana de Odessa y expresidente de Georgia Mijail Saakashvili es una de las más destacadas del espacio post-soviético, pero atraviesa por su momento más duro y decisivo. Ayer, se declaró en huelga de hambre.

El expresidente georgiano y exgobernador de Odessa Mijail Saakashvili comenzó ayer una huelga de hambre para protestar contra su detención el viernes por agentes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). El fiscal general de Ucrania, Yuri Lutsenko, pidió su detención tras acusarlo de haber fomentado un golpe de Estado con apoyo de Rusia.

El martes, cientos de partidarios suyos frustraron su detención al bloquear el paso del furgón policial que lo llevaba arrestado.

Es poco común que el presidente de un país se convierta en gobernador en otro país y luego sea acusado de preparar un golpe de Estado; pero así es la carrera política de Saakashvili, la más llamativa del espacio post soviético. Derrotado en las elecciones de 2013, dejó la presidencia de Georgia y partió al exilio. Georgia le quitó la nacionalidad en 2015 por denuncias de corrupción y prácticas autoritarias. Lo que parecía el fin de su carrera, cambió tras los sucesos de Ucrania en el periodo 2013-2015. Saakasvili apoyó desde el primer momento al nuevo presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y éste lo designó gobernador de la estratégica región de Odessa en mayo de 2015 e incluso le ofreció el cargo de viceprimer ministro de Ucrania, según se comenta por petición-recomendación de Washington.

«Este es un hombre que sabe llevar las ideas a la práctica y que cambió su país a través de la transparencia, eficacia, anticorrupción, atracción de inversores, una justicia imparcial, defensa de los derechos humanos y la democracia, que yo quiero ver en Ucrania: es Mijail Saakashvili», dijo Poroshenko.

La relación de Saakashvili con Ucrania data de lejos. Estudió Relaciones Internacionales en Kiev, donde se hizo amigo de un estudiante llamado Petro Poroshenko. Prosiguió sus estudios en ciudades de otros países, como la de Estrasburgo, donde conoció a su esposa de origen holandés. Se hizo con el poder en Georgia mediante una revolución no sangrienta. La modernización del país que llevó a cabo durante los primeros años de su presidencia derivó en prácticas autoritarias, incluida una guerra con Rusia, y en la posterior pérdida del poder.

En Ucrania, lo que debía ser una exitosa carrera haciendo reformas se transformó para Saakashvili y otros altos funcionarios georgianos en una lucha constante contra el corrupto sistema ucraniano, que poco cambió tras el Maidán. Saakashvili se mostró tan entusiasmado al llegar como decepcionado con los dirigentes ucranianos encabezados por Poroshenko. Los acusó de falsear las reformas mientras se enriquecían a costa de empobrecer cada vez más a la población.

En este giro, Saakashvili se enemistó como Poroshenko, pero fue encontrando aliados. Fundó su propio partido opositor, el Movimiento de las Nuevas Fuerzas (RNS). En verano, aprovechando un viaje de Saakashvili a EEUU, Poroshenko le quitó la nacionalidad ucraniana, convirtiéndole en apátrida. Sin embargo, en setiembre Saakashvili acompañado por varios miles de seguidores entró andando en Ucrania por un paso fronterizo con Polonia e inició una gira por el país para denunciar la corrupción en las altas esferas del Gobierno, además de pedir reformas políticas y la adopción de una ley que permita la destitución del presidente.

Le ayudó Sadoviy, con quien, según varias investigaciones, tenía negocios de contrabando de hidrocarburos en sus tiempos en Odessa. Saakashvili controlaba el puerto por donde llegaban los petroleros, mientras que Sadoviy controlaba la frontera con la UE. El petróleo entraba de manera irregular en Ucrania y salía de la misma manera, beneficiando económicamente a ambos políticos.

Con la protesta de carácter permanente convocada frente al Parlamento ucraniano desde finales de octubre, Saakashvili ha recibido más apoyos, entre ellos el del oligarca Kolomoiskiy, quien se disputa con Poroshenko una serie de empresas. Cuenta con la protección de nacionalistas y veteranos de la guerra del Donbass, a quienes el Estado ucraniano persigue cada vez más.

Lo que parece haber colmado el vaso de la paciencia de Poroshenko ha sido la denuncia por parte de la Fiscalía ucraniana de financiación de las protestas en Kiev por parte de Sergey Kurchenko, oligarca cercano al exiliado expresidente Yanukovich.

Tras detenerlo, la opción más probable es que Saakashvili sea expulsado de Ucrania, bien a Polonia, país desde el que entró, o bien a Georgia, país que pide su extradición. Otra opción es que sea puesto en libertad bajo fianza. Sea cuál sea su destino a corto plazo, parece poco probable que vaya a abandonar su curiosa y extensa carrera política que le ha llevado a ocupar cargos oficiales en dos países, y a acabar de disidente en ambos.

Su abogado, Ruslan Chernolutski, aseguró que el exdirigente ha iniciado una huelga de hambre indefinida. La Fiscalía, que le investiga por «ayudar a miembros de organizaciones criminales», ha solicitado que se le imponga el arresto domiciliario contra el político, que tendría que llevar una pulsera electrónica para asegurar que no abandona su residencia. Saakashvili sostiene que tanto los cargos que pesan contra él en Georgia como la decisión del presidente ucraniano de privarle de la ciudadanía concedida con anterioridad obedecen a motivos políticos.